Kalib vuelve a casa

En los dos últimos meses estoy usando un aparcamiento de Madrid con frecuencia, y ya, ahora, prácticamente a diario. En el rincón de las escaleras de salida había un mendigo. Solo le di dinero una vez, pero sí le saludaba al pasar, dado que él lo hacía. Hace unos días me lo encontré fuera de su puesto, arriba, en la calle, y mostró una notable alegría al reconocerme. Quedé altamente impresionada. Era la viva imagen del desarraigo. Alguien cuyos días transcurren sentado en el suelo, en el abandono, y que agradece una simple muestra de cordialidad.

Cuando terminé mi gestión y regresé a por el coche, el hombre me esperaba para mostrarme una especie de billete de viaje. Con dificultad en el idioma, aclaramos la cuestión: Kalib, que así se llama, es búlgaro y quería volver a casa, fracasada su aventura española. Trataba de recaudar dinero con ese fin.

Al día siguiente, el jueves, conduciendo hacia allí pensé qué se podía hacer por Kalib. En esta inhóspita ciudad que tenemos ahora casi daba miedo recurrir a instancias oficiales no fueran a recluirle o quién sabe qué. Le pedí que me mostrara el billete. Le pregunté cuánto dinero le faltaba para completar el importe: 30 euros. Tan solo 30 euros ya. Bajaban varias personas a por su vehículo y comenté el problema. Uno de los hombres dijo: Yo soy el único que le da dinero, tiene una expresión tan triste… 

Sí, eso era. Kalib es muy expresivo. Llamaba la atención a diario por su tristeza. A quien se la llamaba desde luego, la mayor parte de la gente pasa sin mirar. Y, sí, reunimos los 30 euros en un momento. A él se le iluminó la cara.

Al regreso me enseñó la foto de sus hijos, 3, y de su casa: Mi casa, es mí casa, decía orgulloso. Planta baja y muy modesta, pero una casa, sin duda. La suya, además.

Por supuesto las pocas personas a las que se lo comenté me alertaron de lo que yo misma pensaba: podía ser un truco. No lo parecía pero podía ser. Acostumbrada a auténticos atracos a la sociedad que se perpetran desde el poder, la pérdida era mínima.

El viernes… Kalib seguía allí. Me mostró el billete nuevo: mañana, Bulgaria, mi casa. Vas, sí, vas.  Feliz. Nos despedimos.

Este lunes he contenido la respiración un momento al pasar por esa entrada del aparcamiento. Había alguien. ¿Seguía Kalib allí? Al bajar, he visto a otro mendigo sentado en el mismo lugar. Tras un titubeo, se me ha ocurrido preguntar:

-¿Kalib?

-Kalib Bulgaria, Méndez Álvaro (es el lugar de la principal Estación de autobuses de Madrid).

¿Le ha subarrendado Kalib el puesto al marcharse? ¿Lo han permutado y sigue aquí?

Da igual. Entiendo a la gente que hace trabajo social directo. Es muy tangible, gratificante. Quiero creer que Kalib en efecto viaja ya hacia Bulgaria y que no vuelve a estar tan inmensamente triste. Pero la tarea es tan ingente que, hoy, otro Kalib ocupa su lugar mostrando idénticas y perentorias necesidades.

Por el camino que vamos otros países acogerán puestos en la calle para Josés, Manolos o Luises, arrojados al desarraigo por la emigración en la que soñaron como solución a su futuro. La forma de paliar las inmensas desigualdades que cada día el neoliberalismo acrecienta no es éste. Pero, ya digo, ojalá la historia de Kalib sea cierta y, él al menos, concluya felizmente el largo viaje que le lleva a casa. Desde mi vida con techo, igual necesito creerlo.

 

Modelo de país: Madrid inicia las obras de un complejo de lujo en el centro

Inicio de las obras del complejo de lujo en Canalejas

Inicio de las obras del complejo de lujo en Canalejas

La operación Canalejas en Madrid está consumada pese a las protestas que hubo (no suficientes por lo que se ve). En el centro de la capital, al lado de la Puerta del Sol la constructora OHL ya ha iniciado las obras de su complejo hotelero y comercial de lujo. La operación incluye la remodelación del aparcamiento subterráneo y reordenación del tráfico. Es una prioridad absoluta para la ciudad, sobre cualquier otra necesidad de los ciudadanos, según parece.

A los residentes en Madrid no nos saldrá gratis. El ayuntamiento ha acordado invertir casi 21 millones de euros y es porque ha de indemnizar a la actual concesionaria del parking cuyo contrato expiraba en 2027. Aprendida la lección, Botella se la va a dar a los nuevos por 40 años. Atado y bien atado, y si no se paga con el dinero de otros y ya está.

Todo apunta a un nuevo fiasco de los delirios de grandeza de los regidores de esta desgraciada ciudad y comunidad. La megalomanía de Gallardón convirtió al Ayuntamiento de Madrid en el más endeudado de España. Y, de hecho, leo que las cuentas están intervenidas por Hacienda. Algún arreglillo hará Ana Botella (o se lo apañará el colega Montoro, todo queda en casa). Al parecer llevar el presupuesto a otros ejercicios futuros, cuando ya ni ella esté (esperemos), aunque suelen dejar su herencia, como Gallardón.  Quien, por cierto, en lugar de estar respondiendo en los tribunales por su gestión, es ¡oh, maravilla! el Ministro de Justicia y legisla por ejemplo sobre los úteros. Otros entresijos sabrosos de la Operación Canalejas: aquí. 

Al ver el trasiego de obreros y grúas he imaginado la escena futura. Es el diseño de país del PP y qué menos que simbolizarlo en la capital. Un complejo de lujo en el centro, que veremos si triunfa porque el modelo de negocios de Madrid ahí no es precisamente el de la Quinta Avenida o el Barrio Latino de París. Es más de baratijas y fritanga. Muy pintoresco. Para un ratito. Y en la puerta del hotel niños mendigando comida… si lo permite la autoridad. Y no exagero, empiezo a medir el tamaño de la brecha social en España, de la pobreza, por la separación entre mendigo y mendigo: cada vez se ubican más cerca. Siempre se pueden «barrer», esta derecha arregla así las cosas.

Esa realidad que se aproxima porque se viene cumpliendo inexorablemente, ha teñido de oscuro la imagen que veía mi cámara.  Preside, la grúa de nuestros tormentos.

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¿Y si no tuvieras trabajo nunca más?

Lo dicen ya sin pudor: “ Llevará 10 años arreglar la crisis española” (Olli Reh desde la UE).  “El alto desempleo en algunos países europeos, España entre ellos, persistirá durante años” (FMI). 20 años  da la auditora PWC para volver a crear el empleo destruido. Y eso intensificando las reformas, el eufemismo neoliberal que se traduce por recortes y mermas a los ciudadanos para que unos cuantos se enriquezcan obscenamente.

El gobierno y ya prácticamente todos los medios grandes nos están vendiendo una recuperación engañosa, en la que advierten algún problemilla para curarse en salud. Una bicicleta de ruedas cuadradas que por más que no deje de ocasionar batacazos a sus usuarios –los ciudadanos- sigue en los primeros puestos de ventas. Nunca ha funcionado mejor la propaganda. Por algo es masiva y uniforme. Y porque, mientras se cae, los ilusos creen que vuelan y ya remontan.

Por el empleo en España, pues, ya nadie da un euro seriamente. Todo el que venga a cuentagotas y buena parte del preexistente será -como suelo insistir- con sus premisas, con las premisas del PP y sus colegas ideológicos: parcial, temporal, precario y abaratando el trabajo, el despido y las condiciones laborales de todos los ciudadanos. Cuando Rajoy no está ocupado en dictar propaganda para su audiencia española, presume de ello; de lo asequibles que ya somos para cualquier empresario,  como hizo meses atrás en Japón.  Avisamos, aceptar humillantes rebajas no es el final sino el principio: equivale a abrir la puerta a mayores desafueros. ¿Para qué van a pagar a nadie ya salarios ni de mil euros cuando lo pueden solventar con la mitad o menos? El plato de garbanzos y el catre como modelo de “competitividad”.

Las cifras son tozudas: el PP ha destruido en solo dos años más de 1 millón de empleos.  Rajoy cogió el paro en el 22,85% y lo tiene en el 26%. Es su obra, su propia herencia para la posteridad. Cada registro, cada EPA, arroja una nueva bofetada: cada vez hay menos gente trabajando y buscando empleo. El drama mayor es el de los jóvenes. Las cifras han pasado del 48,9% al 58%. Cargarse 9 puntos de empleo juvenil en tan corto espacio de tiempo debería llenar portadas a diario, aunque las cifras sean repetitivas y “aburran”. Y lo que viene es pura basura: tenemos el nivel más alto de contratos temporales de la OCDE, un 62,4%.

Parémonos a reflexionar. Muchos de quienes hoy están en paro, tú, usted, ya no encontrarán trabajo. Sus hijos no tendrán con qué ganarse la vida si no se van de España y fuera tampoco todo es jauja. Lo primero que perderán será el derecho a la sanidad pública. Sin haber cotizado, tampoco les pagarán pensión. Las de los abuelos –mermadas- acabarán cuando fallezcan los titulares si no son drásticamente esquilmadas mucho antes. El trabajo ya no garantiza tampoco salir de la pobreza, ni siquiera « tener necesariamente un estándar de vida decente«. ¿Qué van a hacer? ¿Qué vamos a hacer?

Los conclaves neoliberales se muestran satisfechos: han conseguido imponer su ideario, no importa que implique un abrumador aumento de la desigualdad social. Se hace preciso visualizar que 85 personas poseen el mismo dinero que la mitad de la población mundial. En España son 20 individuos quienes atesoran la cantidad con la que sobrevive el 20% más pobre. Pero ellos no cesan, mandan a todos hacer deberes neoliberales para tener un futuro neoliberal: el de España hoy.

Hagamos deberes. Empecemos de nuevo por el abecedario. La crisis financiera actual –dejando al margen el cenagal español que añade problemas- es el resultado de haber desregulado la economía. De haber roto la separación que existía entre la banca comercial de la de inversión, la hucha del casino. Si queremos cambiar el negro futuro que nos han preparado hay que, como mínimo, volver a establecer normas. Acabar con los trucos financieros especulativos (del tipo delos CDS)  que rozan la ilegalidad y sobrepasan con creces la indecencia. Impedir el lucro a toda costa por encima de las personas, arrasando a las personas.

Hemos olvidado los pasos clave que llevan a un imprescindible cambio de tendencia. La política fiscal es básica. Los ciudadanos debemos pagar impuestos según nuestros ingresos, los ricos también. Hay que poner fin a las excepciones y la pirámide invertida. Es decir, a los paraísos fiscales, las evasiones, las elusiones, y todos los tratos de favor que propician los gobiernos del tipo del PP y en su día el PSOE.

Siguiendo con el manual: Banca Pública. En nuestro caso no tenerla -en competencia con la privada- es de auténticos idiotas. Hemos metido en algunas entidades cantidades astronómicas de dinero: 280.000 millones de euros entre créditos a fondo perdido y avales. Son nuestras. Y ahora el PP las vende para que otros hagan negocio. ¿Insisto en algunos datos? Regalamos el Banco de Valencia a La Caixa, por un euro, perdiendo 5.449 millones; Novagalicia a Banesco, un banco privado venezolano, tirando a la basura otros 8.000 millones; el Banco Gallego al Sabadell, por otro euro, tras inyectarle 245 millones. Y ahora nos vamos a dejar vender Bankia que se ha llevado el grueso del pastel, mientras muchos ciudadanos están pasando hambre. Además de empresas públicas, espacios, y todo cuanto el PP está enajenando. No es preciso por tanto ninguna medida drástica: esas empresas son nuestras total o parcialmente.

Con los nuevos ingresos, se ha de invertir en los ciudadanos, en su Estado del Bienestar que -además de crear puestos de trabajo- contiene elementos esenciales para la vida.

En España es ineludible, forzoso, vital, imperativo, sanear el manto de mierda sobre el que se asienta nuestra vida pública. Hay que poner freno a la corrupción. Un primer paso inexcusable, apremiante, es acometer una reforma en profundidad de la justicia para que acabe el escándalo de impunidad que nos devasta a diario. Vamos por el camino contrario.

Igual de necesario y urgente es ayudar también a desbrozar en la educación e información de los ciudadanos la pestilencia de manipulación mediática que padecemos.

¿Tiene todo esto -y algunas cosas más- relación con el empleo? Lo tiene, con un futuro humano también. Hay que variar el rumbo. ¿Cómo se hace? No es fácil. Exige riesgos, tenacidad e ingenio. Algunos los afrontan. En Gamonal o en la sanidad pública de Madrid con éxito. Lo único cierto es que estamos ante una disyuntiva muy clara: es o seguir aguantando esta situación, no tener o no volver a tener trabajo nunca, ni pensión, ni horizonte… o tomar las medidas que llevan al cambio. Es lo uno o lo otro. No hay más.

*Publicado en eldiario.es

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