Sánchez, Gómez y Gabilondo: más pasos erróneos

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Es cierto que Tomás Gómez, el líder fulminado del PSOE en Madrid, había llevado a los peores resultados electorales al partido. Y que ésa es la auténtica causa de su destitución. El tranvía de Parla –localidad de la que fue alcalde y que le catapultó a la secretaría general de la Comunidad- llevaba coleando desde 2005. Argüirlo como razón tantos años después es una excusa y defenestrar a Gómez y su ejecutiva a 100 días de las elecciones, un suicidio. Y hacerlo manu militare para no perder votos, un buen roto y nada que, en mi opinión, se parezca a lo que los «Anti Gómez» consideran ha sido «cargarse a Gómez»: una regeneración democrática, dicen.

De hecho, Sánchez ha declarado en Bruselas que «ahora Madrid tendrá una alternativa ganadora», ésa era la razón, y las cosas no se hacen así.

Es el mismo Sánchez que le confirmó en varias ocasiones como candidato y cantó sus cualidades. Hoy, tras su despido sumarísimo ayer, se ha encontrado con que le habían cambiado las cerraduras de su despacho. No, las cosas no se hacen así,.

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Claro que en la operación no están solos. El País, se hizo ayer en un pis pás una encuesta, con la que tituló su portada en papel, en la que –dice- el PSOE se sitúa como primera fuerza política. Todo lo que sobraba era Gómez, qué casualidad. Y el efecto ha sido fulminante. Las chanzas (o los llantos) por semejante encuesta llenan las Redes.

Con el PSOE en caída libre, Pedro Sánchez ha dado un golpe de autoridad, un golpe de efecto, a ver si recupera votos. En la derecha estas cosas gustan mucho.  La gestora, en la que ha barrido a los partidarios de Gómez, está presidido por un hombre de toda solvencia para una cuestión tan delicada. Es Rafael Simancas, aquél a quien le colaron el Tamayazo, mientras nos dejaban en herencia a Esperanza Aguirre y su crecidito retoño.

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Buscan poner, a dedo, a Ángel Gabilondo. Y éste sí es una persona de entidad, un brillante intelectual, un gestor eficaz como demostró al frente del ministerio de Educación. Y sí arrastraría votos, y más en el panorama actual. El Mundo da por hecho que ha aceptado. La Sexta ha informado que solo hubo una conversación telefónica y Gabilondo no ha dado el sí. No debería hacerlo (hasta su hermano Iñaki desaconseja entrar en ese berenjenal: «nadie inteligente se metería en la boca del lobo», ha comentado). Para mí, avalar a la ejecutiva actual es un error grave. De ahí que titule así el artículo. Es mi opinión.

Es cierto que Sánchez fue elegido secretario general, pero tanto él como sus dos segundos han tomado una deriva que afianza el alejamiento del PSOE hasta del centro. El pacto con el PP para apoyar en la práctica ese histórico recorte de libertades que las huestes de Rajoy se han mercado con el Código Penal y con la Ley Mordaza, no tiene nada que ver con el progresismo, ni con los derechos de la ciudadanía. Y aún se propone firmar más, dice, cuando hace cuatro días dijo que no. Yo no le escuché anunciar que eran éstas sus intenciones cuando hacía campaña. Y Rajoy ya tenemos uno.

Rajoy y Sánches firman el que llaman Pacto Antiterrorista

Rajoy y Sánches firman el que llaman Pacto Antiterrorista

Hoy otra familia ha sido desahuciada de su vivienda, una mujer con tres hijos,  el menor de 21 días. Mientras, se dilapida nuestro dinero en auxiliar a los bancos y se entregan nuestras pertenencias a fondos buitre. En esta ocasión el piso es propiedad de Bankia que se ha negado a facilitarles un alquiler social. Bankia, la del rescate millonario, la de las tarjetas Black. Hay muchos desahucios todos los días. Con el Pacto Rajoy/Sánchez quien intente defender a las víctimas será considerado terrorista y se atendrá a las consecuencias que esta gente ha previsto en su ley.

Aquí la persona clave es precisamente Ángel Gabilondo. El mal menor nunca funciona, las componendas a ver si desde dentro hacemos, tampoco. Cuando algo está tan sucio y tiene tan escaso nivel, lo mejor es limpiar y comenzar de nuevo. No necesita Gabilondo (Ángel) esa rémora, todo lo contrario: lastra.

Desde luego si Sánchez y sus mentores piensan que por este camino van a recuperar a su electorado, se equivocan. Eso creo.

De cualquier forma, observando cómo hablan los políticos y muchos periodistas de todos estos manejos, utilizando conceptos como «acomodarse», «recolocarse», «jugar sus cartas», veo lo lejos que están de la ciudadanía. Cómo les mueve su propio interés y se ve como normal. Mucho tienen que cambiar, mucho.

 

¡Aquí estamos!

Entre sueño y vigilia he escuchado esta mañana al despertarme al ministro de educación Ángel Gabilondo decir que pedirá dinero para el pacto sobre la educación y que, si la política falla, acudirá a la sociedad para exija a todos los implicados en el acuerdo que cumplan con su trabajo. Una actitud positiva, con el realismo de la utopía –que lo tiene si uno se empeña-, que se abría paso entre tanta hecatombe. He buscado sus declaraciones exactas pero no las encuentro en ningún periódico. Nadie considera reseñable, al parecer, ese propósito.

Nuestro debate de estos días sobre “el sistema” (la entrada anterior y, sobre todo, sus comentarios) ofrece una altura intelectual y de actitud que merecería mayores audiencias. Uno de los errores de esta sociedad apresurada, que engulle mensajes en diminutas píldoras, es que apenas se dan foros para ahondar en el pensamiento crítico mediante el intercambio de ideas. Ocurre, sin embargo, en algunos rincones de Internet. Y con libre acceso para quien quiera verlo.

Lo cierto es que la política parece ir por un lado y la sociedad por otro. Y resulta alentador saber que un ministro lo sabe. Y que buscará espitas a su impotencia apoyándose en los ciudadanos, si las vías que serían lógicas fallan.

El Ibex sigue en caída a esta hora. Los “mercados” –otro oscuro ente que, con “el sistema” nos domina- se asustan ante la ola de descrédito. Porque hay razones objetivas para preocuparse por nuestra economía –no de hoy, desde hace mucho tiempo, desde su gestación errónea al salir de la nada del subdesarrollo, y en todos los pasos dados-, pero ahora está de moda hundirnos. Muchos españoles se apuntan a la tarea, incluso desde atalayas de gran decisión. Caso del Aznar influyente en medios ultraconservadores. O del comisario socialista Almunia, afecto al síndrome de Bruselas.

En Internet precisamente podemos encontrar este análisis centrando el problema de Ignacio Escolar (que comparto) “Han olido sangre”. Un par de ideas:

“A diferencia de otras timbas, casinos y bingos, los mercados financieros tienen una peculiaridad: que los jugadores de chica ganan tanto o más que los que juegan a grande; que uno se puede forrar apostando a que un valor, un bono, una moneda… un país entero se despeñará”.

(…)”España es hoy ese ratón con el que juguetean los grandes gatos especuladores. Por medio de complejas herramientas financieras, como los credit default swaps, los señores del dinero están apostando a que la deuda pública española –y por ende, toda nuestra economía– irán a peor. Como toda puja respalda por ingentes cantidades de dinero, su profecía se está convirtiendo en realidad. La fiebre ha llegado también a la bolsa, a pesar de que la comparación con Grecia es injusta. La deuda española (55% del PIB) es menos de la mitad de la griega (115%). A medio plazo, es probable que el problema español desaparezca en cuanto los grandes gatos encuentren otra presa mejor a la que lanzar sus zarpazos, pero sus arañazos nos van a salir carísimos. ¿Refundar el capitalismo? Pues toma dos tazas”.

Este es un país en el que “El juez Varela recaba el respaldo del Supremo para liquidar a Garzón” y el Supremo se lo da (para perplejidad del mundo entero). Y todo por tratar de enjuiciar al franquismo. Y el instructor anticipa que «le llevará a juicio para inhabilitarle hasta 20 años». Un país en el que un economista al volante de un taxi asegura que el nexo de unión de entre España, Portugal y Grecia es que tienen gobiernos socialistas (en el caso de Grecia desde hace muy poco) pero no ve relación entre otra coincidencia: los tres países soportaron prolongadas dictaduras fascistas. Ni distingue tampoco entre el potencial y realizaciones de los tres países del Sur con tal de reforzar su ideología. También es la España donde una chica lista (sabe venderse) asegura sin rubor: «A Lisbeth Salander la creé yo antes que Larsson». O la que refleja que todos los audios de la SER más escuchados son de deportes. O en la que la política más valorada por los ciudadanos es hoy Rosa Díez.

País de “hijoputas” impunes (y discernamos quienes realmente lo son). Pero con un creciente número de ciudadanos que apuesta por pensar, que aporta soluciones positivas o que, con gran criterio, señala nuestros errores.

¡Aquí estamos! Tomo unas ideas del último –hasta ahora- comentario a la entrada anterior. De Trancos. Por ser el último, podría haber elegido cualquiera, todos son igual de útiles: «¿Hacia dónde vamos? No lo sé. A algún autor (Umberto Eco, creo) he leído que afirma que hacia un neofeudalismo: habrá que irse buscando un señor (un carter, una mafia, una pandilla, una secta, una religión…) a quien jurar fidelidad a cambio de la seguridad y el amparo que dejen de prestarnos los Estados” (…) Tétrico panorama que cambia en la conclusión: “Las cosas sólo cambiaran cuando sólo tengamos miedo al miedo”

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