Hacia un tripartito PP, PSOE y Ciudadanos

En 2011 la indignación popular que estalló en el 15M acabaría con la mayoría absoluta del Partido Popular en las urnas. Cuatro años de recortes, manipulaciones y autoritarismo después, cuando el hartazgo social hierve, podría reeditarse la faena: un tripartito formado por PP, PSOE y Ciudadanos no es en absoluto descartable. De hecho, las fuerzas del sistema caminan en esa dirección en apoyo de sus intereses. Con la precisión de una maquinaria largamente experimentada.

  La política está alcanzado en España unos niveles máximos de descrédito. La ciudadanía clama contra los políticos. Y, sin embargo, los inicios de la precampaña eterna nos los muestran cometiendo los mismos errores de siempre. O no se han enterado de nada o les importa muy poco la aversión que eso produce, si pueden conservar su poltrona. El enorme descontento ha cambiado el mapa electoral. Sobre todo desde que Podemos emerge como aparente cristalizador del disgusto y brinda una salida en las urnas. Pero la política tradicional, con toda su corte, se organiza.

 Según las encuestas, PP y PSOE no alcanzan, ni juntos, mayoría para gobernar en la intención de voto actual. Precisan pues una tercera fuerza. Y llega el meteórico, repentino y oportuno ascenso de Ciudadanos, al que podríamos llamar “El partido de Albert Rivera”. El joven catalán es solicitado en todos los foros y ya cuenta con notables perspectivas electorales. Representa, dicen, una derecha moderada que confrontar a Podemos. Esa derecha que una y otra vez tira al monte, por cierto. Rivera, hijo de malagueña y catalán, se suelta unnosotros enseñaremos a pescar a los andaluces , no a repartir pescado. En el más puro estilo Duran i Lleida, para que no se pierda la estirpe. Ya ha pedido disculpas, no por su proyecto de seguir dejando sin sanidad a los emigrantes que eso cuela mucho mejor.

 El desvarío del PSOE se incrementa mientras tanto. Terminan por confesar como lo más natural que se han desecho de Tomas Gómez, su secretario general en Madrid, porque las perspectivas electorales eran malas con él. En el primer momento sacan a colación un tranvía –el de Parla- que termina por arrollar la verdad en sus intenciones. No son formas. En absoluto. Era un cargo electo. Es cierto que Tomás Gómez cosechó los peores datos electorales de la historia del partido en Madrid, pero no estuvo solo en la tarea ni mucho menos. Por allí andaba todo el partido con Rubalcaba al frente y el fantasma de Zapatero. El castigo electoral fue colectivo.

 Un Rafael Simancas que se dejó colar el Tamayazo –el que nos ha supuesto a los residentes en Madrid 12 años del peor PP- se erige en ejecutor justiciero y hasta se presta a ser fotografiado como cerrajero que priva el paso a Gómez. Una imagen realmente airosa.

 Entretanto, el entusiasta candidato socialista a la alcaldía, Antonio Miguel Carmona, se multiplica, se postula a todo cargo, y se suelta en una tertulia: “El único político que ha cometido un fraude fiscal grave ha sido uno de tu partido”. En referencia a Podemos y a Juan Carlos Monedero de nuevo, condenando sin pruebas con todo desparpajo. El único, dice Carmona. Hablando de la lista Falciani de grandes defraudadores… y desde el PSOE. Éste es el rigor a mantener, y el ejemplo de candidato presentable. No parece que Tomás Gómez fuera el principal problema del PSOE, precisamente.  No se puede hacer política limpia desde la guerra sucia. Gente cuerda dentro del partido socialista está aterrada con lo que sucede.

 No solo es la ejecutiva que eligieron ante las opciones de Madina y Tapias, son un sector de sus militantes que permanecen ciegos ante la deriva de su partido. Jaleándose unos a otros en la defensa del fuerte y con altas dosis de victimismo por la más leve crítica. Cuando dicen: Negar que a los militantes  nos unen cuando nos atacan desde fuera es negar la esencia del socialismo, es estar muy perdido. La realidad no se evapora por ignorarla.

  ¿Qué bases existen para especular con que el PSOE y el PP pueden hacer un pacto de gobierno? claman. ¿El suscrito bajo el nombre de “antiterrorista”, sin entrar en mayores profundidades, y los que Sánchez avisa quiere hacer con el PP? Lo más patético es que ni siquiera está nada claro si será Pedro Sánchez o Susana Díaz quien, en su ostensible pugna, alcance ese lugar a la diestra de Rajoy.

 Un Rajoy que, nadando entre Cajas B que le muestra la justicia y él no ve y pertrechado de escuderas y escuderos, tiene el valor de no saludar el presidente electo de Grecia, Alexis Tsipras en la reunión del Eurogrupo. Con tanta arrogancia como torpeza, demostró así lo que le importa la democracia y cómo priman sus intereses personales y de partido en sus pasos. El presidente de un gobierno representa a todo un país, no puede dejarnos en ridículo porque no le guste ni le convenga el líder de Syriza. Cuando además Tsipras y su gobierno están manifestando un coraje que ni Rajoy ni su antecesor tuvieron o quisieron tener. Más que sus muchas acciones anteriores -cuando las pocas veces que pisó Europa fue para poner palos en la rueda de Zapatero- este gesto burdo evidencia la escasa talla del dirigente español. El mismo que pierde los papeles por saludar a Obama, dado que éste, por encima de todo, es persona “importante”.

 Buena parte de la ciudadanía muestra en su rechazo, un auténtico amor por la política a la que busca limpia, inexcusablemente. Sería patético que la indignación contra esa política que no piensa en los ciudadanos, concluya con cuatro años más del PP de Rajoy y sus potenciales aliados. Aunque el cóctel de egos no lo hiciera viable por mucho tiempo, ni los votantes respectivos aceptaran, sin consecuencias, el pacto.

 El pulso está ahí. La bola ha empezado a engrosarse y ya desciende hacia su objetivo. Se la ve venir como se vio otras muchas que terminaron por prácticamente aplastarnos. Mientras trabajan en el objetivo cómplices y subalternos, la derecha se sienta a comer palomitas para contemplar lo bien que le funciona la guerra sucia, la siembra de temores y jalear a la izquierda para que se atice. Pero la batalla no está perdida. Casi nada es irremediable hasta que sucede. Siempre que se frene la calurosa colaboración para dar otra oportunidad a Rajoy de gobernarnos otros cuatro años más con socios tan lustrosos.

*Publicado en eldiario.es

Sánchez, Gómez y Gabilondo: más pasos erróneos

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Es cierto que Tomás Gómez, el líder fulminado del PSOE en Madrid, había llevado a los peores resultados electorales al partido. Y que ésa es la auténtica causa de su destitución. El tranvía de Parla –localidad de la que fue alcalde y que le catapultó a la secretaría general de la Comunidad- llevaba coleando desde 2005. Argüirlo como razón tantos años después es una excusa y defenestrar a Gómez y su ejecutiva a 100 días de las elecciones, un suicidio. Y hacerlo manu militare para no perder votos, un buen roto y nada que, en mi opinión, se parezca a lo que los «Anti Gómez» consideran ha sido «cargarse a Gómez»: una regeneración democrática, dicen.

De hecho, Sánchez ha declarado en Bruselas que «ahora Madrid tendrá una alternativa ganadora», ésa era la razón, y las cosas no se hacen así.

Es el mismo Sánchez que le confirmó en varias ocasiones como candidato y cantó sus cualidades. Hoy, tras su despido sumarísimo ayer, se ha encontrado con que le habían cambiado las cerraduras de su despacho. No, las cosas no se hacen así,.

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Claro que en la operación no están solos. El País, se hizo ayer en un pis pás una encuesta, con la que tituló su portada en papel, en la que –dice- el PSOE se sitúa como primera fuerza política. Todo lo que sobraba era Gómez, qué casualidad. Y el efecto ha sido fulminante. Las chanzas (o los llantos) por semejante encuesta llenan las Redes.

Con el PSOE en caída libre, Pedro Sánchez ha dado un golpe de autoridad, un golpe de efecto, a ver si recupera votos. En la derecha estas cosas gustan mucho.  La gestora, en la que ha barrido a los partidarios de Gómez, está presidido por un hombre de toda solvencia para una cuestión tan delicada. Es Rafael Simancas, aquél a quien le colaron el Tamayazo, mientras nos dejaban en herencia a Esperanza Aguirre y su crecidito retoño.

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Buscan poner, a dedo, a Ángel Gabilondo. Y éste sí es una persona de entidad, un brillante intelectual, un gestor eficaz como demostró al frente del ministerio de Educación. Y sí arrastraría votos, y más en el panorama actual. El Mundo da por hecho que ha aceptado. La Sexta ha informado que solo hubo una conversación telefónica y Gabilondo no ha dado el sí. No debería hacerlo (hasta su hermano Iñaki desaconseja entrar en ese berenjenal: «nadie inteligente se metería en la boca del lobo», ha comentado). Para mí, avalar a la ejecutiva actual es un error grave. De ahí que titule así el artículo. Es mi opinión.

Es cierto que Sánchez fue elegido secretario general, pero tanto él como sus dos segundos han tomado una deriva que afianza el alejamiento del PSOE hasta del centro. El pacto con el PP para apoyar en la práctica ese histórico recorte de libertades que las huestes de Rajoy se han mercado con el Código Penal y con la Ley Mordaza, no tiene nada que ver con el progresismo, ni con los derechos de la ciudadanía. Y aún se propone firmar más, dice, cuando hace cuatro días dijo que no. Yo no le escuché anunciar que eran éstas sus intenciones cuando hacía campaña. Y Rajoy ya tenemos uno.

Rajoy y Sánches firman el que llaman Pacto Antiterrorista

Rajoy y Sánches firman el que llaman Pacto Antiterrorista

Hoy otra familia ha sido desahuciada de su vivienda, una mujer con tres hijos,  el menor de 21 días. Mientras, se dilapida nuestro dinero en auxiliar a los bancos y se entregan nuestras pertenencias a fondos buitre. En esta ocasión el piso es propiedad de Bankia que se ha negado a facilitarles un alquiler social. Bankia, la del rescate millonario, la de las tarjetas Black. Hay muchos desahucios todos los días. Con el Pacto Rajoy/Sánchez quien intente defender a las víctimas será considerado terrorista y se atendrá a las consecuencias que esta gente ha previsto en su ley.

Aquí la persona clave es precisamente Ángel Gabilondo. El mal menor nunca funciona, las componendas a ver si desde dentro hacemos, tampoco. Cuando algo está tan sucio y tiene tan escaso nivel, lo mejor es limpiar y comenzar de nuevo. No necesita Gabilondo (Ángel) esa rémora, todo lo contrario: lastra.

Desde luego si Sánchez y sus mentores piensan que por este camino van a recuperar a su electorado, se equivocan. Eso creo.

De cualquier forma, observando cómo hablan los políticos y muchos periodistas de todos estos manejos, utilizando conceptos como «acomodarse», «recolocarse», «jugar sus cartas», veo lo lejos que están de la ciudadanía. Cómo les mueve su propio interés y se ve como normal. Mucho tienen que cambiar, mucho.

 

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