¿Neutralidad o inhibición?

 

Foto: El País

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Violentos disturbios acompañan el supuesto triunfo en las urnas de Mahmud Ahmadineyad en Irán. Su rival, el reformista Mir Hosein Musaví, denuncia fraude y demuestra un hecho: los SMS con los que –en línea Obama- convocaba masivamente a sus seguidores fueron bloqueados. El líder supremo de la revolución islámica en el país, el ayatolá Ali Jamenei anuncia el éxito de su correligionario como “una señal divina”. Y analistas internacionales corroboran el inmenso tufo a fraude de estas elecciones.

Omaba, tras su esperanzador discurso en Egipto, “espera” que sea lo mejor para el pueblo iraní, y la UE –que ayer se sumó a la sospecha del pucherazo electoral- “contempla con preocupación” el problema iraní.

Felipe González, ironizaba en la presentación de nuestra Europa en Suma, con los estados emocionales de la Comisión europea. “Muestran su preocupación”, “Se manifiestan inquietos”… pero no mueven un dedo. No ofrecen soluciones, acción.

El “bushismo”, coreado por nuestro Aznar, se propuso “llevar la democracia” a diversos lugares en conflicto. Y lo hizo a bombazos. Ayer mismo hablábamos del resultado de la intervención en Afganistán. Más muertos que en las Torres Gemelas y ni un sólo resultado positivo. O la de Iraq que sangra víctimas a diario y que se ha convertido –que no lo era- en el foco del terrorismo islamista internacional.

La población afgana –medieval en todos sus parámetros- conoce las “ayudas” estadounidense. Como cuando, invadidos por la URSS, apoyaron a los talibanes y luego les dejaron, a ellos, al pueblo, abandonados a su suerte. La democracia no puede ser impuesta, debe convencer a la población para que luche por ella.

Es lo que está pasando en Irán. Por primera vez en mucho tiempo -en esa zona-, una parte de la sociedad se rebela contra la tiranía. Y se apunta a un simulacro de elecciones democráticas. Pero el EEUU de Obama y la UE, vuelven a considerarlo asuntos internos –pese a lo que se juegan-, y, como mucho, “se preocupan”.

Eso es lo que había que apoyar para implantar la democracia en los lugares donde no existe. Enviar observadores internacionales, si acaso aún fuera tiempo, a revisar los votos emitidos. Y, mucho mejor, obligar –incluso con coacciones democráticas- a repetir la convocatoria electoral, vigilando sus resultados.

Los rostros decepcionados, desesperados y ensangrentados de quienes luchan por un Irán democrático son el germen para el cambio. Y no podemos dejarlos solos. Cada vez que se acalla un punto de democracia, se resiente toda ella, toda la Humanidad.

Felipe González: Una mirada de altura sobre la crisis

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Habló sin hacer ninguna alusión ni a partidos ni a ideologías políticas ni, prácticamente, a elecciones europeas. Felipe González dio una lección magistral el miércoles ante el foro de Europa en Suma que nacía ese día. Sus ideas fueron recogidas por algunos medios pero no con la profusión de  las expresadas por otro ex presidente, José María Aznar, quien llena páginas al decir por ejemplo: «Conmigo no se hubiera producido esta crisis». Correligionario y uno de los pocos defensores de George W. Bush – máximo responsable político de la economía del desastre a la que hemos sido abocados-, de la lluvia de sus políticas en España vinieron estos lodos que enfangan nuestros pasos. Y que su sucesor en la Moncloa, Rodriguez Zapatero, no ha sabido remediar, enfrentado a una de las peores crisis económica de la historia.

 Las palabras de González nos permitieron elevarnos sobre la visión local que implanta orejeras distorsionadoras, para comprender algo más de lo que nos sucede. Allí, en primera fila, estaba Eduardo Madina y me produjo una cierta sensación de alivio. Un joven político que no desecha la experiencia altamente fundamentada y detallada.

Felipe Gonzalez insistio en el carácter global de la crisis. «Si se han volatizado 60 trillones de dólares -que así ha sido- ¿la responsabilidad es de Zapatero o de Esperanza Aguirre? Vd. puede hacer propuestas para aprovechar los márgenes disponibles a nivel local para frenar el efecto de esta pandemia, pero la crisis es global». De hecho, por otro lado, «el 80% de los trabajos del Parlamento español son transposiciones de normativas de la UE«, como había apuntado Juan Cuesta de Europa en Suma.

 
Le preocupa a González que el ciudadano sólo ve datos aislados que no tienen sentido ni orientación y piensa que difícilmente en la campaña electoral se abordará qué papel puede hacer el Parlamento Europeo en la crisis global y en el futuro de Europa. Y eso que la eurocámara es «el escenario mínimo para respuestas coordinadas con EEUU, Obama reconoce que solos no pueden, Europa tampoco puede sin EEUU», vino a expresar el hoy Presidente del «Comité de sabios» de la UE. Hay que coordinar el esfuerzo, arrimar el hombro, y el horizonte nacional es insuficiente para una resolución de la crisis y una definición de un horizonte de futuro.

Una crisis global nacida de una falta de gobernanza ante los ciclos del capitalismo, la caída del Muro de Berlín que trajo la desintegración de los bloques, con su antagonismo y competencia, y-atentos- la revolución tecnológica que cambia la realidad mundial. La crisis ha puesto en evidencia carencias arrastradas desde hace mucho tiempo, «Europa lleva 20 años distraída» y hasta ahora las reacciones han sido nacionales, «un puñetero reino de taifas». Quiero destacar, sin embargo, un apartado que me pareció raíz de muchos de nuestros problemas: el anquilosamiento de Europa.

Decía Felipe González que a la Comisión -el órgano ejecutivo- se le quita iniciativa y el Consejo Europeo -el organismo político formado por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros de la UE, más el Presidente de la Comisión, que fija las orientaciones políticas generales-, carece de esas iniciativas. «Hace declaraciones de intenciones y de estados de ánimo, no iniciativas. Leemos: el consejo europeo «muestra su preocupación» por no sé qué cosa. Yo pienso que cuando está gravemente preocupado, el Consejo europeo tiene que relajarse, ir a tomarse una copa y cuando se le quite la preocupación decirnos lo que van a hacer con el problema a, be o ce

 El problema viene de muy atrás y no mejora -¿quizás empeora?-. «Llevo 30 años en temas europeos y les aseguro que hay un 30% de las siglas que utilizan, sin desglosarlas, que no sé lo que son. «Ayer me reuní con el BEPA«… si yo no sé lo que son como lo van a saber los ciudadanos europeos, el tío que lo está pasando mal». Nos contó que las ayudas a proyectos innovadores vienen en un lenguaje tan complicado que se precisa un despacho de abogados de altísimo nivel -carísimo- para traducirlas. ¿Qué sucede? Que sólo tienen acceso a ellas quienes pueden pagarlos y muchas veces ni siquiera se adjudican esas ayudas, quedan en el aire porque no se presentan suficientes peticiones. «¿Fallos de comunicación? Si no somos claros comunicando cómo nos van a entender«, concluía González.

Ganamos con nota a EEUU en el sistema educativo y el sanitario, pero si nos preguntamos cuál ha sido ha sido la movilidad del mundo empresarial en EEUU y en Europa desde 1980, nos encontramos sorpresas. González lo explicó así: «Si me ponen una transparencia con las 30 primeras empresas del año 80 EEUU y las del 2009 -que además están en los primeros puestos mundiales-, observo que al menos la mitad han sido sustituidas por algunos pavos que salieron de un garaje -su concepto de PYME no existe-, y que han sido competitivos, imaginativos y han desplazado a los grandes monstruos perfectamente instalados –como ahora se está viendo-. Veámos ahora el mismo cuadro comparativo en Europa ¿Qué hay? los que eran son y seguirán siendo. Y las iniciativas imaginativas, emprendedoras, valientes, competitivas, si surgen ¡hagamos un esfuerzo corporativo entre todos por aplastarles la cabeza! No vaya a ser que desplacen a las grandes corporaciones. Por tanto: tenemos en Europa una rigidez de trasfondo cultural que nos hace funcionar como una corporación, con un corporativismo de intereses en los que se cruzan las élites politicas, empresariales y sindicales».

 Ése problema de rigidez cultural afecta a nuestro sistema educativo. Tenemos a jóvenes con una formación de una calidad y cantidad de conocimientos que nunca tuvieron, pero o no saben o no les dejen transformar esos conocimientos adquiridas en ofertas que añadan valor a los demás. Salen con una titulación muy buena, pero siguen siendo demandantes del Estado, de la Comunidad de Castilla-La Mancha… o de Botín: un trabajo seguro y para toda la vida. Tenemos escuelas de empresariales donde el 78% de los titulados no quieren hacer una empresa, si tuviéramos escuelas de medicina en el que el 78% de los licenciados no quisieran hacer medicina la cerraríamos ¿verdad?», aclaró el ex presidente socialista.

 ¿Su receta? Hacer un pacto social, económico y político entre todos los agentes, elaborando propuestas para aguantar los márgenes de esta pandemia que es la crisis financiera actual. Un nuevo pacto social del Siglo XXI. Transferido a Europa, habrá que despertarla, dinamizarla, y, dentro de ella a España, quitarle las orejeras, para todos «recuperar (¿adquirir?) nuestro papel como potencia económica-tecnológica» que demanda la realidad de los tiempos. Con una cohesión social que se derivará inexorablemente, para ser sostenible, con la capacidad de añadir valor (que reviertan en los demás) a esa economía competitiva en el mundo globalizado». Nada de cambiar el sistema capitalista, parece decir González: «El Estado del bienestar sólo es posible si la economía funciona».

Esto y mucho más dijo Felipe González. Estoy segura de que muchas de sus ideas irán saliendo en sucesivas entradas. Pero quería resaltar, en este largo post, el carácter global de la crisis, el anquilosamiento de Europa que la agrava en nuestro entorno, y el rumbo equivocado de la España enzarzada en minucias disuasorias, mientras miles de personas cada día se suman al paro en un mundo que nos deja escasa capacidad de maniobra.

Gracias, hoy en especial, por prestarme atención, si has llegado hasta aquí.

¿Qué pasa con la sanidad española?

Está considerado el séptimo mejor sistema sanitario del mundo. Obama, el deseado, ha consultado expresamente a las autoridades españoles sobre él para tomarlo como modelo y aplicarlo en EEUU. Pero el futuro se tiñe de negros nubarrones que ya llueven sobre el presente.

El declive lo marcó la descentralización. Hoy existen 18 sistemas de salud en España, no uno. Pongamos algunos ejemplos: los médicos reciben distintos emolumentos según donde trabajen. Por eso, más de mil se van fuera cada año (donde además los pacientes les tratan mejor que en España). Por eso, llegan facultativos del extranjero: para cubrir las plazas que faltan. En poco tiempo, la carencia de especialistas dará problemas serios de asistencia. Por ejemplo, no hay suficientes cirujanos generales y del aparato digestivo, anestesistas, radiólogos, pediatras y médicos de familia. Volver a unas directrices estatales lo piden hasta los propios profesionales de la medicina.

La Sanidad es la primera empresa de España: 300.000 empleos directos y más de dos millones indirectos. El 6% de la población trabaja en este sector. Genera enormes gastos, pero también ingentes beneficios: es un negocio. Y un negocio seguro. Y, como tal, es tratado en ritmo creciente por algunas comunidades con gobiernos autodenominados liberales.

Madrid es el paradigma de esta polìtica que se basa en la privatización de la sanidad. Su presidenta, Esperanza Aguirre, rechaza la acusación con vehemencia, «sólo privatiza la gestión», que no es poco, además de estipular contratos por décadas.

Se citan casos en Madrid de clínicas emblemáticas -antaño avanzadas- que pasan estar realmente rezagadas, o despersonalizadas, aún permaneciendo allí profesionales de altísimo nivel. Ha cambiado la gestión. Y la orientación: las empresas se rigen por criterios de rentabilidad, pero la salud no es un bien de cambio. El gobierno regional no admite ese empeoramiento del servicio, presume incluso de lo contrario, y, sin embargo, lo corrobora, de alguna manera, al atribuirlo al aumento de usuarios con la llegada de inmigrantes y de enfermos de otras comunidades. Anuncia que primará a los médicos ahorrativos que reduzcan costes a costa por ejemplo de las medicinas o de las pruebas diagnósticas. Incluso los pacientes son llamados ahora «clientes» -juego léxico como síntoma irrefutable de qué es lo que se busca al entregar la salud a manos privadas-. No es una suposición, lo declaró en rueda de prensa el Consejero de Sanidad de Madrid. También dijo que, sólo los que rechacen operarse en una clínica privada, esperarán más de 30 días. El sistema de salud español peligra.

Privado es el sistema sanitario de EEUU -que ahora Obama quiere cambiar-, el peor del mundo civilizado según estudios internacionales. Cincuenta y cinco millones de personas sin salud pública. Compañías aseguradas con departamentos que estudian cómo dejar de hacer una operación, una prueba diagnóstica imprescindible para un diagnóstico -incluso en enfermedades peligrosas-, el tratamiento de un cáncer ofreciendo a cambio suicidio asistido -de dudosa ortodoxia en las normas del país-, con todas las triquiñuelas legales. Gente que pierde un dedo porque no le cubre el seguro, gente que carece de toda cobertura. Nunca he olvidado a un egipcio que pedía, cada día, dinero en la sexta avenida de Nueva York… para poder operar su pierna gangrenada. El mal avanzaba sin conseguir lo suficiente. Perdería el miembro y, probablemente, la vida. En SICKO, el cineasta Michel Moore superpone a los congresistas el dinero que reciben en subvenciones de aseguradas médicas y farmacéuticas. Allí, al menos, las donaciones a políticos son públicas. No en España. Cobrando de ellos ¿quién les quita el negocio?

Lo que está ocurriendo con la sanidad madrileña -y con la educación- excede incluso lo que ocurre en EEUU, un sistema liberal desde la cuna. No es gratis como se nos dice, pagamos impuestos -algunos incluso con carísimas multas-.

La privatización encubierta puede realizarse gracias a la Ley 15/97 sobre «Habilitación de Nuevas Formas de Gestión del Sistema Nacional de Salud», aprobada con los votos de PP y PSOE. La noticia es que se han recogido casi medio millón de firmas -entre ellas la mía hace meses- que se presentarán en el Congreso el día 7 de Mayo para pedir la derogación de esa ley. No es esperable que prospere la propuesta dado el consenso que hubo para aprobar la norma.

El objetivo de desmantelar la sanidad pública -en algunos casos deliberadamente y en otros podría ser que por desidia- se está cumpliendo, sin embargo. Ante un problema medianamente serio, uno busca ya un hospital privado y si es nuevo y con difícil acceso para que no estén colapsadas las urgencias, mejor. Con la salud no se juega.

Confío en las buenas intenciones y el empuje de la nueva ministra Trinidad Jiménez, pero el cambio a realizar sería drástico: volver a centralizar la mayoría de los criterios. ¿Se dejarán quitar el negocio, las prebendas y el clientelismo algunas de las comunidades? No lo creo. Pero en este punto: la privatización de la sanidad, caminamos en sentido inverso al mundo. Y a la Historia que hoy cruje de dolor por los desmanes del capitalismo.

G20, o refunda o se funde

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Hace más de diez años que circundan las cumbres del G8 asegurando que «otro mundo es posible» y avisando de lo que habría de venir. Los medios informativos les califican de antisistema, anarquistas, violentos. Pero, hoy, han inundado por miles las calles de Londres. Cuatro manifestaciones que representan a los cuatro jinetes del Apocalipsis actual: los horrores de las guerras, los destrozos del cambio climático, los delitos financieros, y el paro y el hambre. En su punto de mira, los bancos a quienes llaman «estómago de la bestia». Y los líderes reunidos -ahora G20: el arbitrario G8, con los países emergentes, la UE y España- a los que piden soluciones, sin creer que las logren. ¿Antisistema? ¿Quién cree aún en el sistema? Probablemente sólo los pocos que se benefician de él. Un hombre ha muerto, al parecer por un paro cardiaco, durante los disturbios. Hay numerosos detenidos por entrar en el Bank of Scotland -uno de los más beneficiados por el gobierno británico- a protestar. Por fin hay detenidos en los bancos. Ah, que no eran estos los que provocaron la crisis, pero protestaban.

 Estamos ante la mayor crisis económica de la Historia contemporánea probablemente, y los líderes mundiales disponen de 4 horas para solucionarla. Ignacio Escolar se encuentra en Londres y su web es imprescindible para seguir la cumbre sin condicionantes oficialistas y con el criterio de un -excelente- periodista. «Quienes esperen la refundación del capitalismo pueden esperar sentados», dice. Porque el Financial Times ha colocado en su web lo que otros periodistas allí ya conocen también: el borrador del comunicado del G20, y no trae grandes novedades. Por supuesto que cada país defenderá su postura y puede haber modificaciones, pero no es previsible -por las posturas mantenidas- que nos sorprendan con cambios espectaculares.

 En un cúmulo de rivalidades extremas, algunos presidentes quieren competir con el liderazgo tácito del Obama prometido. Sarkozy ha publicado hoy un artículo en varios periódicos -El País en España-. Como el presidente norteamericano, o el español, el francés pide una respuesta coordinada y resultados reales lejos de las habituales conclusiones huecas: «Lo que el mundo espera de nosotros es que aceleremos la reforma del sistema financiero internacional. Lo que el mundo espera de nosotros es que reconstruyamos juntos un capitalismo renovado, mejor reglamentado, más ético y más solidario. Condición previa para una reactivación y un crecimiento sostenibles».

Pero dentro del capitalismo, de ahí nadie se apea. Lo sucedido se ha debido únicamente a sus excesos. A lo que Zapatero llama «abusos inaceptables». Nuestro presidente habla de una «profunda transformación», sin embargo. Según las previsiones, no se producirá. No es lo que dice el borrador del G20. En él, informa Escolar, «se critica el proteccionismo pero no hay una condena contundente ni medidas demasiado concretas contra los paraísos fiscales. También se da más peso al Fondo de Estabilidad Financiera, que será quien se ocupe de regular los peligrosos hedge funds, y hay algunas medidas de reforma para el Banco Mundial y el FMI pero no se aclara las condiciones para los créditos a países en desarrollo. Lo que sí se contempla es un aumento de estos créditos, y también más dinero público para fomentar la liquidez del sistema financiero. ¿Cuánta pasta? Está por decidir».

La web incluye también un análisis de OXFAM, quien cuenta que el comunicado da un papel marginal Naciones Unidas: monitorizar el impacto de la crisis sobre los paises más pobres y vulnerables. Es decir, no se recupera el liderazgo de la única organización mundial en la que están representados todos los países. Si es porque la ONU no funciona -que no-, también habría que «refundarla».

España presenta, no un cambio de sistema que nadie pide, pero sí algunas de las propuestas más progresistas: además de ofrecer el control del sistema financiero español como modelo, crédito más estable, menos impasibilidad ante el escándalo de las retribuciones millonarias a altos cargos de la banca, un compromiso «firme y radical» contra los «paraísos fiscales» o el establecimiento del «principio de transparencia universal del sistema financiero».

Obama y Brown mandan -el primero porque es el líder del mundo, el segundo como anfitrión-. Sarkozy, con propuestas muy sensatas, lleva de aliada a la canciller alemana Angela Merkel tratando de oponer a EEUU el eterno eje París-Berlín. Lula acude también aupado en su carisma y sus logros. A la UE ni se la ve ni se la espera, liderada por un presidente checo defenestrado en su propio país y sin grandes entusiasmos por Europa.

Juego de rivalidades, como digo, con el mundo en un parchís, o en aquella escalera en la que los errores se pagaban con un descenso en los peldaños, incluso con el castigo de volver a iniciar la subida… las fichas, en todo caso, siempre somos nosotros. Braman en la calle miles de descontentos: éste no es el camino. Desde aquí les apoyo, a riesgo de ser considerada por los ágiles periodistas de los que disponemos, anarquista y violenta -«antisistema» sí soy ¿tú no?-. Quizás apoyo a unos y otros, a ver si ¡por fin! los políticos logran quedarse en mangas de camisa, sudar, y durante esas cuatro mínimas horas  luchar por nuestros intereses. Empiezan a quedarles pocas oportunidades.