Un café de más

 Dicen las jóvenes generaciones que la clave está en… un café de más. Todo conocimiento ofrece expectativas, mayores o menores. Un ser nuevo aparece en tu vida con todos sus misterios y su historia por descubrir. En algún caso por la puerta del hallazgo amanecen luces que inicialmente apenas se perciben más que en la ilusión que precede cada cita. La mujer suele rebuscar en su armario, probarse varios atuendos antes de salir. No me consta que lo hagan los hombres en la misma intensidad.

 Si los cafés se suceden, si llegan las cenas que preceden a la humeante taza final, la mujer se apresura a ir a una tienda a adquirir un atuendo más íntimo a estrenar. Aunque tenga dos cajones repletos, lo hace así. Cada vez más –me cuentan chicas de todas las edades-, el conjunto permanece inédito con la consiguiente frustración. Los objetivos se desmayan desde mayor altura, según los medios invertidos en su consecución. Se ha tomado… un café de más.

   Un café de más implica que el hombre se convierte en un amigo, sólido soporte de nuestros días. El atuendo de la mañana está más a mano que nada colgado en el armario, una pinza en el pelo parece la solución menos trabajosa a un pelo desmandado, y da igual llegar al establecimiento con algunos minutos de retraso: el espejismo se ha desvanecido.

   Nunca valoramos suficientemente la amistad en estos casos –al menos en los primeros estadios de la transformación-, cuando la experiencia suele demostrar que los amores pasan dejando más dolores que felicidad, y la amistad, si es verdadera, permanece reconfortante. Sabios aunque desencantados, decimos entonces que nada más satisfactorio que las relaciones independientes que solo dan placer sin cargar con las historias acumuladas. Que el calor y el entendimiento desencadenan la búsqueda de un humano roce, del abrazo de oso que parece proteger de cualquier eventualidad en el breve instante en el que se produce. Casi resulta antinatural en algunos momentos mantener la fría distancia.

Pero -no sé los hombres, puede que también- las mujeres que conozco (por fortuna somos distintos), no podemos evitar pensar en el error de esa elección que en realidad seguramente nunca es voluntaria, ni al azar. Y, vez tras vez, con el café de más, leemos a una Gioconda Belli en todo su esplendor, cuando, antes de compartir la infusión a tiempo, escribió a la ceguera masculina. Lo mejor es que, pasado el tiempo, apenas se recuerdan las tazas heladas.

TODO SEA POR EL AMOR

Tantas cosas he hecho por vos

que tengo que cuidar que su recuento

no te suene a reclamo;

porque todo ha sido hecho en virtud del amor

y los relámpagos y ciclones que solté de la caja de Pandora

que un día me pusiste en las manos

sí es verdad que han dolido,

que muchas veces me han arrancado piel de la raíz

y me han hecho buscarme el corazón

con miedo a no encontrar su pasito de soldado

han sido mi propia, soberana decisión,

mi perdición, mi gozo,

por los que me he conocido más mujer

capaz de escaladas, acrobacias,

tenacidad de burra rentada,

por los que he recorrido sendas ignotas,

mareada por el olor tan cercano de la felicidad

y te he buscado detrás de gestos y puertas

y hasta de la manera de abandonar tu ropa

y cuando te he encontrado me he abierto de par en par

como jaula repleta de ruiseñores

y he sabido también cómo se siente

tener un astro deslumbrante en las entrañas.

No quiero, pues, equivocarme con reclamos;

me hago responsable del sol y de la sombra,

pero, ay amor, cómo me duele

que estando yo en tu espacio

como estrella errabunda

fieramente colgada por vos en tu Universo,

no me hayás descubierto el resplandor;

no me hayás habitado,

tomado posesión de mi luz

y sólo te hayás atrevido

a palparme-como un ciego-en la oscuridad.

Gioconda Belli

(Creo que este post les gustará más a las mujeres que a los hombres,. Yo se lo dedico a Mati, Paula, Carmen, Angels, Vihernes o Pepa… y a quien se quiera apuntar… Y quizás a Victor, Juan, José Antonio y Juanjo… y a quien se quiera apuntar… Y a David, que me informó de la frase, como tantas veces)

La piel

En algunas universidades norteamericanas, en escuelas de teatro también, se realizaba hace años –no sé ahora- un curioso experimento: los miembros de un grupo anotaban las personas con las que sentían afinidad, las que no, y aquellas que les resultaban indiferentes. Los resultados se exponían en una sesión pública. Comprobaron que con más frecuencia de la que se cree la atracción o el rechazo no son mutuos, personas a quienes “caes bien”, no te gustan, o -lo que es mucho peor- viceversa. Imagino que la prueba trataba de ahondar en el conocimiento humano y en el de nosotros mismos.

En la era de Internet, asistimos a lo que se ha llamado “desvirtualización”. Tratas a una persona por escrito y luego la conoces físicamente. Y ahí es donde llega la hora de la verdad. Al margen de armonías intelectuales, la clave está… en la piel. Las pieles emiten en distintas longitudes de onda y no todas sintonizan.

Son dos metros cuadrados ni más ni menos. Su espesor máximo 4 mm. está en el talón, y el mínimo en los párpados 0,5 mm, quizás por eso somos mucho más vulnerables a las miradas, hasta con los ojos cerrados. No es una apreciación personal: la piel está considerada como un sistema de comunicación con el entorno. Tras ella todas las terminaciones nerviosas, el complejo mundo que nos hace sentir.

Me contaron que, en un hospital de Madrid –supongo que antes de su frío y aséptico paso por la privatización- figuraba en la pared un sugestivo cartel: «8 abrazos al día te hacen crecer, 4 te mantienen, y por debajo, menguas«. Pensé que la mayor parte de los días no crezco y demasiados ni me mantengo. Soy una mujer alta, preciso más alimento. No quisiera menguar. Y eso que mi caso no es tan grave como el de otros más bajitos, que sin abrazos pueden llegar a desaparecer.

Más aún, contaban que los nazis, inventores de nuevas torturas, idearon separar a los niños de sus madres o de cualquier ser humano y dejarlos en sus cunas sin que nadie les tocara. Morían. O se detenía su desarrollo. Los ancianos que viven solos y antes tuvieron familia, también se consumen antes. Necesitamos la caricia de otra piel para vivir. Necesitamos abrazos para mantenernos o crecer, para desbordarnos y arrasar el mundo de vida.

Empiezo a distinguir quién al tocarme erizaría mi piel en rechazo, y a quién enervaría mi roce. Con quienes la relación fluye sin barreras. Es decir, ya no precisaría completamente el experimento norteamericano. También he llegado a la conclusión de que en el cuerpo casi todo lo rige el cerebro. La piel responde por tanto en gran medida a consonancias intelectuales, dejando un hueco al misterio de comportamientos inexplicables. Pero sí sé que hay gente que me crispa, incluso oliendo su piel tras una pantalla, y personas en las que la atracción resulta natural y fluida. Lo que dudo aún, en parte, es si sería mutuo, volviendo al estudio que refería.

Años y decepciones suelen calmar el hambre de la piel -quizás por eso se seca y se arruga-, porque sí, la piel es uno de nuestros más voraces componentes. Escuchar por los poros de la epidermis las palabras de los afectos y hablarles con el franco roce de las manos. Sentir abrazos que alimenten. Y darlos para multiplicar la propia fuerza con la del otro. Lo que sí parece seguro es que en primavera y verano la piel se despierta y apenas pregunta razones en su búsqueda de nutrientes para vivir. Ahítos de técnica y progreso, todavía no hemos desvelado por completo -o casi nada- los enigmas de las relaciones humanas. Pero no estaría de más experimentar la utopía de una piel domesticada por la buena voluntad.

De Cospedal, para el amor no hay edades

Pocos dirían al ver a María Dolores De Cospedal, número 2 del PP, defendiendo ante los medios sus conocidos postulados, que en apenas 24 horas se casa. Lo hace –y esto no son “ecos de sociedad”- con Ignacio López del Hierro, un señor de 62 años -18 más que ella- que, según estimaciones de El Mundo -que de capitales sabe-, se embolsa cada año un millón de euros. Es consejero o asesor de importantes empresas, un trabajo de gran responsabilidad que, pese a todo, deja bastante tiempo libre.

Siempre me ha llamado la atención la fascinación que ejercen los sesentones –preferentemente adinerados- sobre mujeres de toda edad, aunque, como en el caso de De Cospedal, tengan su propia carrera. «La dote de la novia tampoco es escasa, pero dista mucho de esos ingresos», aclara El Mundo en relacióna ese millón de euros que obtiene el novio. No sé si tendrá algo que ver.

Son muchos los hombres conocidos que se sienten rejuvenecer en los brazos de una pareja que acudía al parvulario cuando ellos ya descubrían el sublime sentimiento del amor, o los ardores del sexo. Mi amigo, y compañero de RTVE, Luis de Benito, en otro de mis libros, destacaba el fenómeno que se produjo en la famosa transición. “Con la llegada del divorcio progres y no progres, cambiaron a sus mujeres por chicas jóvenes y dejaron a una generación de mujeres que tenían 40 ó 50 años muy perdidas”. El precio de la libertad fue para las mujeres la soledad, no para los hombres.

Les quedaban -y parece que siempre les quedarán- los sesentones. Dos de mis mejores amigos lo son, además de solteros. A los 40 ya me manifestaban su preocupación por cómo se les pasaba el arroz y dispondrían de menos oportunidades, uno de ellos sobre todo que idolatra la juventud femenina. Ahora casi no recuerdan aquel temor. Ni mucho menos en la indigencia, no atesoran tan abultadas carteras como quienes vemos reflejados en los medios, pero igual cosechan éxito entre numerosas mujeres, incluso ubicadas en la veintena. Sus coetáneas, las de mis amigos,  habrán de esperar a la repesca del asilo para volver a experimentar dulces pasiones. Allí sí, los abuelos tienen muy claro que ya no pueden andar con melindres y desperdiciar ni una sola de las oportunidades que se les brinden. Entre apósitos, dolores de espalda, y pastillas para el colesterol, apuran la vida al límite.

Un caballero a quien conocí, de mi edad, tuvo a bien explicarme el gran misterio que no lograba entender. Con gesto de superioridad, como si hablara con alguien que desconoce lo más elemental, me dijo: “es que ellas saben apreciar lo que ofrecemos: inteligencia, experiencia, madurez, seguridad”… “¿Lo mismo que las mujeres en la cincuentena?”, osé replicar. Convino él -fulminándome con su desprecio- que “no es lo mismo”. Y veo que no. El físico deteriorado es en las mujeres un impedimento que no se aprecia en los hombres. Especialmente, si ganan un millón de euros o incluso algo menos. ¿En que lugar nos deja? En el de siempre, eso es inamovible. La mujer ha engordado y adelgazado toda la vida al ritmo que le han impuesto desde afuera, y, siempre, ha tenido que ser joven y bella. El hombre sólo parece precisar -para optar a lo que quiera-  la aportación de… «seguridad».

Cada vez más mujeres están rompiendo las barreras de la edad y de los convencionalismos sociales, pero la mayoría –ésa que sirve para sustentar teorías-, a partir de los 40, corre a embutirse de botox, a tumbarse en un quirófano para que el bisturí levante todo lo que la ley de la gravedad empuja hacia abajo, tratando de mantener una falsa apariencia de juventud –ese sobrevalorado estadio de la vida-. Sólo hasta entonces es competitiva en el mercado de las relaciones. Su inteligencia, experiencia, madurez y seguridad, no son bienes tan valorados como en el hombre. Quizás sí la “seguridad”: apestando a dinero la arruga femenina se disipa un tanto, la masculina se enaltece.

Se trata de compartir la vida, las ideas, las costumbres, los recuerdos, los proyectos, la cama, los fluidos corporales… y ahí los hombres sesentones adinerados no tienen rival. Tanto menos, cuanto más abultado son su paquete de acciones y sus cuentas bancarias. ¿O no?

¿Hay algo reprobable en ello? ¿Por qué parte? ¿Por la del hombre que elige una mujer más joven y la encuentra? ¿Por la de la mujer que se compromete con la vida y la cama de un hombre mucho mayor que ella a cambio de la inteligencia, experiencia, madurez y seguridad que se le suponen? ¿Una transacción e intercambio de intereses? ¿Contribuye por un casual a pertetuar el papel de objeto de la mujer? Nada de eso, es el amor y sus insondables mecanismos que no conocen barreras.

Eufemismos para controlarnos

Leo esta mañana que una periodista, Inmaculada Galván, “se desvincula” de RTVE. Van a sustituirla por otra presentadora y un jefe comenta que “no cuentan con ella para otro proyecto”. Es decir, que la echan a la calle sin contemplaciones. Tampoco es tan grave, RTVE prescindió de 4.150 profesionales para pasar a contratar aquí y allá, con criterios tan arbitrarios como los aplicados ahora. Y en ese juego, se gana y se pierde. Pero me ha hecho gracia el puto eufemismo, con perdón. La misma técnica aplicaron cuando nos “desvincularon” de la cadena pública a los mayores de 50 años –y a otros en multitud de empresas- alegando una “regulación” de empleo.

El mundo actual suaviza los términos para que duelan menos. Y, como cita Alex Grijelmo en su libro “El estilo del periodista”, para ejercer un control: ‘Todo el que pretenda imponer su dominio al hombre ha de apoderarse de su idioma», dijo el alemán Hannes Mäder.

Repasemos algunos de los eufemismos más usados, comenzando por los más tradicionales:

Daño colateral = víctimas civiles de guerra, con su sangre, su ataúd y todo.

Reajustar precios = subir precios.

Flexibilidad en el despido = despido sin costo para el empresario.

Recogida de beneficios = pastón que entra en las arcas de los bancos y grandes empresas.

Falta de Liquidez = Ruina

Suspensión de pagos = No hay más dinero para personal o acreedores, otra son mis cuentas en Suiza.

Regulación de plantilla = reducción de plantilla.

Crecimiento negativo = paradoja imposible que habla de crecer para abajo para ocultar problemas en la economía.

Desaceleración controlada = hundimiento inmobiliario y de otros sectores empresariales.

Técnicas avanzadas de interrogatorio = torturas al estilo de la china medieval –así de modernas-.

Limpieza étnica = genocidio

Liberación = invasión con bombas, léase Irak

Fuego amigo = intento de consuelo para los familiares de las víctimas producto de una chapuza del ejército propio.

Teatro de operaciones = campo de batalla

Ministerio de defensa = de la guerra

Acción armada = atentado

Combatientes enemigos ilegales = Prisioneros de guerra en Guantánamo, a quienes no se les va a aplicar ninguna garantía jurídica.

Privación de libertad = cárcel.

Interno = preso

Servicio de inteligencia = espionaje.

Funcionario de prisiones = carcelero.

Trafico de influencias = soborno

Desaceleración = crisis

Neutralizar/desactivar = dejar fuera de juego, incluso sin vida.

País en vías de desarrollo = país pobre.

De color = negro. Hay más colores de piel, pero se utiliza para el negro.

Pasemos a eufemismos políticos locales:

Rueda de prensa sin preguntas = comunicado unilateral o discurso autocrático

No conozco esas declaraciones = No quiero pronunciarme porque es un marrón

Todo el mundo = pensamiento de Mariano Rajoy y los suyos

España = término polisémico que igual sirve para designar el país de D. Pelayo y el de los castizos ahuyentadores de foráneos, como el dolor de estómago por padecer al de ideas diferentes, como el lugar que no es Cataluña ni el País Vasco dentro del Estado español que incluye sus territorios.

Inquisición = actualmente, acción policial y judicial que persigue delitos.

Cruzada = término conservador para definir campaña o supuesta conspiración.

Mala transmisión de la información = incomunicación, chapuza que no puede ser digerida por la población.

Liberalismo = polisémico también: libertad, iniciativa privada, dominio del libre mercado. Es tan multisentido que es aplicado desde a la señora que se acuesta con quien quiere a los conservadores del más rancio abolengo.

Capitalismo = cosa fea a no mentar pero sí a practicar. Un asesor del partido republicano de EEUU, aconsejó sustituirlo por libre empresa y economía de mercado. En España, acción de la que presumir.

Progreso = políticas conservadoras de antiguo cuño para oponerse a medidas innovadoras.

Fuentes progresistas o conservadoras = afines a uno de los dos partidos mayoritarios.

Jueces progresistas o conservadores = afines a uno de los dos partidos mayoritarios.

Finalizar el periodo de sesiones = irse de vacaciones tres meses.

La vida cotidiana y las relaciones humanas tampoco se libran de eufemismos, muchas veces por tabúes, siempre para suavizar y controlar.

Menor = niño a quien no se piensa respetar su condición.

Provida = defensa de los embriones en el útero materno y jamás de las personas cuando salen de él.

Ideal parejas = piso diminuto.

Faltar a la verdad = mentir.

Residuos sólidos urbanos = basura.

Tercera edad = vejez tradicionalmente, y ahora época de jubilación, viajes del Imserso, repesca de ligues y cuidado de nietos.

Polvo africano = viento del sur, aumento de contaminación, idílica imagen de un jolgorio sexual.

Eres una persona muy buena = eres tonto.

Cese temporal de convivencia = divorcio en personas en las que no queda bien divorciarse.

Pasar a mejor vida = morir (valiente vida mejor)

Persona robusta = gorda.

Persona estilosa = anoréxica con ropas caras.

Acompañante pareja = puta o gigolo.

Para adultos = pornográfico

Miembro viril = pene.

Inodoro = recipiente en el que se depositan los excrementos y que huele que apesta hasta pasado un tiempo tras tirar de la cadena.

Donde la espalda pierde su casto nombre = culo.

Tránsito intestinal = cagar.

Siempre seremos amigos y podrás contar conmigo = adiós para siempre.

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