A esta España le revientan las costuras

Nuestro ánimo, el de los ciudadanos decentes, va estos días como un acordeón. Y no porque seamos emocionalmente inestables. De repente,  el sistema que venía avisando de graves desajustes, se ha abierto en canal por varios frentes esenciales. Lo ocurrido va más allá, con ser mucho, del máster de Cifuentes o del ridículo internacional en la persecución del Procés catalán.  La mugre que ha quedado al aire intoxica.

Todo lo aflorado en este par de semanas trepidantes nos ha situado ante una realidad insoportable que sin embargo se ha sedimentado. La cultura de la apariencia, el gusto por la farsa, la trampa y la mentira. El uso particular de lo público. La cadena de favores y temores clientelares. La amenaza como defensa. La existencia de una tupida red. Lo que Cifuentes ha hecho no es otra cosa que aplicar el protocolo habitual en el PP, con Rajoy de máximo oficiante. Negar hasta las más palmarias evidencias y lanzar acusaciones como maniobra de disuasión. Sembrar la duda por ver si todavía quedan votantes que crean en los cuentos de hadas. Que los hay. Y ahí permanecen aunque las letrinas desbordadas les lleguen a la boca. El modus operandi se aplica con eficiencia en toda eventualidad.

El caso Cifuentes es paradigmático. Durante unos días, desde el 21 de Marzo, fuimos leyendo en eldiarioes un cúmulo de informaciones de estrepitoso escándalo que partían de una bomba para las personas decentes, para los miles de ciudadanos que se esfuerzan en cumplir la legalidad: Cristina Cifuentes obtuvo su título de máster en una universidad pública con notas falsificadas.

Sigue una primera comparecencia exculpatoria de la Rey Juan Carlos. Los vínculos y puestos obtenidos por participantes en el caso. El instituto que opera con fondos públicos y lucro privado dentro de la universidad. Los trasiegos de la amiga cambiando notas con una habilidad mágica. Las presiones buscando coartadas. Las firmas falsas en el tribunal. Las continuas mentiras de Cifuentes.

La comparecencia de toda una presidenta de la Comunidad de Madrid en la Asamblea que le pide cuentas helaba la sangre. Empecinada en la negación, con  tono alto y chirriante, plena de arrogancia, esparciendo basura y amenazas, querellas con petición de cárcel a los periodistas Ignacio Escolar y Raquel Ejerique por informar. Sonriendo, despreciando, y dando muestras de la certeza de sus apoyos. Es evidente que no ha actuado sola. Ninguno de ellos lo hace. Y que no está sola aún. Hasta este momento al menos. Ya llegará el «esa persona de la que usted me habla» y, con suerte, una buena colocación en el organigrama.

Argumentan los portavoces de Podemos y el PSOE, regurgita a Cifuentes el del PP, y llega Ignacio Aguado de Ciudadanos y anuncia: “Hablaré con PSOE  y Podemos para que esta misma tarde… Pongamos en marcha una comisión de investigación”. ¡Una comisión de investigación!  La sensación de impotencia, de tristeza, invadió a muchos ciudadanos.  Se convirtió en tema de conversación hasta con desconocidos. Y ahí se mantienen: Ciudadanos no ha cambiado su negativa a secundar la moción de censura que ha presentado el PSOE y apoya Podemos.

No hay acta, no hay constancia de la presentación del trabajo. El director del presunto máster echa la culpa al Rector. Porque reconoce haber “reconstruido una hipotética acta”. De la nada, con firmas falsas, ante las informaciones de eldiario.es. En tres horas para tapar el chanchullo. Se consensuó la fecha a alegar y hasta la ropa que supuestamente usó Cifuentes. Entramos en terreno delictivo. La Universidad ha llevado el caso a la Fiscalía. Es insultante que siga estando en el cargo y que la apoye su partido –todavía-  y Ciudadanos.

El problema es cuántos títulos más están falsificados. El de Javier Maroto, vicesecretario del PP, tampoco era cierto aunque figuraba en la web de su partido.  Lo dijo él. Y lo que implica. Buscar el título y no el conocimiento casi es lo de menos, si pensamos en que esta gente tiene a su cargo desde la sanidad y la educación a todas las cuentas públicas, con ese talante. No debemos olvidarlo. Es origen y consecuencia.

Y siguen los fiascos, ya con gran proyección internacional. La gestión del Procés ha sido una chapuza de dimensiones cósmicas. Y por más que voces sensatas les avisaron, persisten acrecentando el ridículo. De alguna manera, comparte en muchos puntos el esquema habitual de esa red, y añade alguno más de extrema gravedad.

En lugar de buscar cauces a sentimientos que no nacieron ayer, ni mucho menos con Puigdemont, se ha buscado la máxima confrontación por intereses políticos destinados a lograr réditos electorales. Se ha usado la fuerza. Se ha exacerbado al máximo la manipulación de instintos primarios en una parte de la sociedad muy proclive a ello. La bandera del  “a por ellos” cubrió muchos huecos existenciales en atávicas necesidades de pertenencia. Más simbólica que con contenidos, más en la vuelta a una idea ultraconservadora de España. Una estrategia en la que ha participado Ciudadanos con tanto o más ahínco que el PP. Y con mayor beneficio.

Y como colofón y por encima de todo, el papel de la justicia española con arriesgadas atribuciones de delitos que ha tumbado la europea.

La Audiencia de Schleswig -Holstein, el land alemán donde se detuvo a Carles Puigdemont, le ha puesto en libertad y rechaza que exista delito de rebelión en su caso. Por lo que, en una eventual extradición a España, no podría ser juzgado ya por este supuesto. Sí contempla la malversación de fondos públicos, negada por Montoro. “Unos mismos hechos no pueden ser delictivos en un país y no en otro dentro del ámbito de la Unión Europea”, dice su abogado Gonzalo Boye. Pero España está entrando en la tentación de enquistarse en el error. Anuncian que Lamela anda pensando en recurrir al Tribunal de la UE.

Tengamos en cuenta que la justicia belga ha dejado en libertad sin fianza a los exconsejeros Toni Comín, Lluis Puig y Meritxell Serret. Y ha abierto diligencias por el geolocalizador que Interior puso en el coche de Puigdemont.  Y que se decidió actuar en Alemania y no en Finlandia, Suecia o Noruega, a  ver si les iba mejor. Estos atajos españoles tan toscos. Que Escocia ha amparado a Clara Ponsatí. Y que el Ministro de Justicia suizo, según VilaWeb, habría dicho: « Falciani no será moneda de cambio por Rovira«. El Ministerio del Interior, en otra jugada errática, reactivó este jueves una vieja o rden de detención contra Hervé Falciani reclamado por Suiza y sus bancos, que ha venido colaborando con el Gobierno en la persecución del fraude fiscal.

ABC, con una portada en la que osa acusar a la justicia europea de “dar aire al golpismo”,  incluye declaraciones de asociaciones de magistrados. Muy ofendidos, reivindican el derecho a tener una justicia «a la española», diferente a la universal. Uno de ellos dice que «No cumplir una euroorden implica no reconocer la soberanía de un Estado». La soberanía ha de ajustarse a derecho.  En los medios, la gradación de insultos, ha llegado a su cenit con el inefable Losantos que incluso ha sugerido atentados. La policía alemana ha dicho haber tomado nota.

La tesitura es seria. Queda fuera de toda lógica juzgar por rebelión a cargos de inferior rango al President  pero el entramado que rige en España ha demostrado que es capaz de esas cabriolas. Esperemos que no le caiga toda la culpa al ex Mayor Trapero de los Mossos al que acusan hasta de organización criminal.  La cordura que ahora sería necesaria no parece que esté ni se la espere.

No pueden disimular las felonías hasta ese punto. Pero reflexionemos si no será éste nuestro único consuelo porque el desastre que se ha adueñado de nuestro país suele saldarse con cierta impunidad. La red teje su tela como las arañas. Habría que emplearse a fondo para seguir la estela del impulso de justicia que sí se ha producido.

Lo cierto es que nos hallamos en una lucha abismalmente desigual.

 
 

La Santa Semana de los santos valores

Cómo será de santa España que hasta los días de una determinada época del año -ésta en la que nos encontramos- son santos.  La santidad no existe en el diccionario de la Real Academia con su definición propia, es la «cualidad de santo». El sujeto se antepone a la acción. Santo cuenta entre sus acepciones la de definir a alguien o algo como “de especial virtud y ejemplo”. En la iglesia católica se le da culto, especifica la RAE.

En fervor de santidad, se está marcando una vuelta a las viejas tradiciones de una España muy determinada. No  se apuesta por los Premios Nobel que ya no nos otorgan, sino por la sociedad que nos incrustó el nacionalcatolicismo. La Ministra Cospedal ordena por segundo año consecutivo que ondee la bandera a media asta en los centros militares, cuarteles y el propio ministerio, como señal de luto por lamuerte de Cristo, supuestamente hace 21 siglos. En un país cuya Constitución determina el carácter aconfesional del Estado. Es la misma política que practicó los más duros recortes sociales cuando presidía Castilla-La Mancha sin apiadarse ni de los enfermos, ni siquiera de niños en esa penosa situación.

Redondeando la faena, el alcalde de Santa Cruz de La Palma (PSOE)  firma la suspensión de actividades lúdicas en los bares de la ciudad el jueves y viernes de Semana Santa. Recogimiento por decreto.  Como en el franquismo y su peculiar moral. Twitter bendice  hashtag sagrados y las pantallas de TVE sin ir más lejos se llenan de procesiones de imágenes dolientes. Criaturas, enlutadas ellas, de blanco ellos, recorren las calles comiendo chicle si es el caso, en procesión organizada por un colegio público de Rincón de la Victoria, Málaga.

PabloMM@PabloMM

Un colegio público del Rincón de la Victoria (Málaga) organiza una procesión con los alumnos. Mantillas y costaleros. ¿Esto no es adoctrinamiento?

Pasando a mayores, el gobierno español del siglo XXI vuelve a otorgar la gracia del indulto a presos como cualquier monarca medieval.  Los afortunados se encuentran ya consagrados en el BOE, según nos cuenta la Fundación Civio.  Han sido perdonados por delitos de salud pública, tráfico de drogas, robo y falso testimonio, y entre ellos hay cinco cofradías de Semana Santa que gozan de ese privilegio.

TVE, de Martes Santo
TVE, de Martes Santo

Una parte de España gusta de  la escenografía de la Semana Santa aunque no preste atención a la nada especial  virtud o ejemplo de sus gobernantes y mandos varios que estimulan este formato. No deja de ser paradójico que la exaltación de las formas externas de la tradición católica se produzca en un país impregnado de odio y sed de venganza. De mentiras, corrupción, abusos de autoridad u oportunismos despiadados. Por ahí sí sangrarían las heridas de un Cristo como Dios manda.

En la Semana Santa de los santos próceres, millones de españoles se sienten reconfortados y compensados de todas sus carencias porque han detenido a Puigdemont. Los insultos y la furia se palpan en el aire ante cualquier disidencia. Se prima el aplastamiento sin fisuras. Asciende el discurso del odio al punto de llevar a la agenda pública  a la extrema derecha neta. El veneno de la infracaverna mediática alcanza cotas superiores. Mientras, rojos de antaño que aún se creen progresistas esparcen bromas para iniciados en sus códigos whatsapperos hacia Pugdemont, sin que se haya oído en años una queja similar hacia los desmanes de la derecha nacional. Media población se ha descubierto un corazoncito españolista que poner a disposición de la causa.

En esta Semana Santa, la Cristina Cifuentes del falso Máster usa la amenaza de querella contra el periodismo de eldiario.es para tapar sus vergüenzas. ¿Con dinero público? Ella siempre tiene la cuenta a cero, dice. No hemos reparado suficiente en la doble mordaza que busca segar  la información y utilizar los tribunales como coacción con el consiguiente desembolso económico en defensa. Esta semana tan santa se cumplen 3 años, por cierto, de la que eufemísticamente llamaron Ley de Seguridad Ciudadana y que cuenta ya con múltiples victimas de ese ataque a la libertad de expresión. Los partidos que secundan al gobierno del PP la mantienen en vigor. En olor de santidad, en pestazo de desfachatez.

Como todas las semanas menos santas que esta, nos enteramos que el Ministerio de Sanidad de la ministra Dolors Monserrat ha fichado a una alto cargo de Feijóo imputada por homicidio al retrasar fármacos contra la hepatitis. En la ejemplaridad de los santos días no falta ni atentar contra la salud de las personas. Por ahorrar, despiadadamente, en cubrir necesidades vitales.

Esta Semana Santa culmina con Carmen Martínez Bordiú, nieta del General Franco, solicitando, tras la muerte de su madre, el título que la Corona otorgó a la familia del dictador. Con su petición y con el procedimiento iniciado a tal fin por el Ministerio de Catalá: Justicia publicó este lunes -santo- en el BOE la renovación del Ducado de Franco. Con Grandeza de España. La Grandeza de España cuenta desde hace décadas con los Franco entre sus filas, por ser familiares de quienes son.

Y como cada semana, santa o no, los mismos que imponen los ritos religiosos vulnerarán todos los mandamientos del catolicismo, salvo el de santificar las fiestas.  Se saltan esa parte de los evangelios donde se cuenta cómo Jesús de Nazaret corrió a latigazos a los fariseos y mercaderes del templo. Les importa a muchos de ellos tanto como el resto de las normas de la moral.  Una buenas procesiones, unos buenos ritos, golpes en el pecho, una subasta de torrijas, y a seguir fastidiando al prójimo, pisando y usando al débil.

 

*Publicado en eldiarioes 27/03/2018 – 

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