El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, ha estrenado el curso político con nuevo look. Muy favorecido, el popular ha viajado a San Petesburgo donde participa en la reunión del G20. Para ser sinceros, no ha aparecido demasiado bronceado tras pasar unos días de descanso en Galicia y correr en compañía de personas de su confianza. El frescor de su tierra y su mucha concentración para las tareas de enorme responsabilidad que le toca abordar le han impedido lucir el moreno que si portan otros miembros de su gobierno y de su partido. Siempre discreto, ha preferido dejar todo el sol –ahora semiprivatizado- a compañeros como Ana Mato o Arenas, causándoles por cierto algunos estragos. Su esposa Viri y sus hijos que le acompañaban en el descanso no aparecen en las fotos corriendo, pero estar estaban.
Además de –tan prudente y comedido- no presumir de bronceado, el presidente ha mantenido sus trajes oscuros, prácticamente negros como le vemos al descender del avión y eso que todavía no había sesiones de trabajo. Ha optado por el negro porque estiliza su figura –después de haber degustado los buenos platos de la gastronomía gallega-. Un traje con camisa blanca a la que cruzaba una corbata oscura, jovialmente anudada sin apretar -muy casual– y animada por tenues rayas claras formando cuadros a juego con camisa y terno. Como nuevo look trae que es precisamente su look que crea tendencia entre sus seguidores sobre todo.
Rajoy parece adornar sus manos con su alianza de casado y probablemente un reloj de correa metálica marrón con esfera y cierre dorados como el de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, dado que está muy en boga este verano. O cualquier otro digno de su alcurnia y que se oculta bajo la manga de su camisa. De sus uñas no sabemos nada pero se presume que su clase quedará demostrada en la manera de limárselas. Redondeadas y no demasiado largas. Junta el pulgar y el índice de su mano derecha como si quisiera deshacerse de un molesto e imperceptible obstáculo. Genio y figura.
El presidente no ha querido modificar su peinado, ni su máscara de tintado. La gente con clase no hace las cosas directamente, “quiere” hacerlas, por eso Soraya quiere modificar su peinado y su tinte, y Mariano no. Cabello oscuro, Rajoy, la misma barba semicana, e idéntica expresión entre susto, dolor, superioridad y densa mala uva. Eso sí, plena de energía y brillante lucidez. Un presidente, sino más joven, fiable cien por cien.
*He usado para escribir este artículo el que ABC ha dedicado a Soraya Sáenz de Santamaría y que podéis ver aquí, prácticamente textual con las modificaciones precisas. Solo era por ver cómo sonaba con el presidente.