
Zapeé ayer por los informativos. Antena 3 y Telecinco nos ofrecían como titulares una ristra de sucesos sobredimensionados. Mucho crítico los telediarios de mi antigua casa, RTVE, pero hay una sensible diferencia. Tampoco informan a fondo, pero ofrecen interesantes destellos, y bastante más decencia. Veremos lo que dura la televisión pública en este mundo privatizado.
Twitter impelía anoche a mirar aquella cosa de Gran Hermano. Trending Topic del día, es decir, lo más comentado. Lo más. 12 temporadas lleva ya. Y, sí, aún existe. Con Mercedes Milá vestida de capullo en flor y en patética caricatura deforme de la periodista que un día fue. Y con despojos humanos prestos a seguir la trama guionizada.
Brilla el entretenimiento en los periódicos también. Estamos muy malitos y precisamos sopa caliente con mucho jerez –más jerez que caldo- para olvidarnos. Todos necesitamos diversión -no se nos malinterprete- y casi nada como la risa para desentumecer alma y cuerpo, pero ¿tanto entretenimiento? ¿sólo entretenimiento?
Los 33 mineros chilenos fueron tocados con el halo de la suerte mediática. Para el inhóspito desierto viajaron las cámaras y los micrófonos. Y se salvaron. Aunque nada haya cambiado allí, como bien nos contó TVE. Vicente Romero, una de mis almas afines en periodismo, lo cuenta muy bien en este artículo imprescindible. Y en este meollo:
“Porque, para garantizar el éxito mundial, los distribuidores de esta superproducción de infoespectáculo se han esforzado –siguiendo los usos de Hollywood– en depurar sus elementos políticamente más inquietantes. Desde el principio tuvieron claro que la tragedia sería más universal, conmovería a un público consumidor más amplio, si se silenciaban o eliminaban algunos datos polémicos. Tres de ellos resultan fundamentales para una valoración correcta de la situación vivida por los mineros chilenos. Pero la regla básica del «infortainment» establece que los espectadores no tienen que entender sino limitarse a sentir. Y sus sentimientos deben de ser elementales, sin turbiedades políticas”.
Mayor Zaragoza, como intelectual completo –y no periodista-, profundiza en otro sentido:
“Estamos distraídos con el ciberespacio, con la telefonía móvil, con la TV, con las “play station”, con los omnipresentes espectáculos deportivos. El fútbol a todas horas: liga, copa, supercopa, champions, Europa, mundial…! La industria del “entretenimiento» adquiere colosales proporciones y puede ser la próxima “burbuja”… Llega a ser casi una adicción… ¿Y cuándo se piensa?, ¿cuándo se imagina?, ¿cuándo se inventa?
Distraídos, olvidando lo que debería recordarse a cada paso. Deber de memoria. Deber de voz: la voz debida. Para cambiar las actuales tendencias hay que empezar por cambiarnos a nosotros, a nuestro entorno.Para movilizar a los ciudadanos, para dejar de ser súbditos, sumisos, silenciosos, obedientes, es necesario inventar otro mañana…»
En la manifestación contra la pobreza, el público vibró y aplaudió cuando pedimos suprimir los paraísos fiscales. Cuando se mentó la especulación. Cuando se convocó a rebelarse contra la pobreza. Y clamó al ver que gran parte de los problemas actuales se paliarían si unos pocos robaran menos.
Como dice Eduardo Galeano: «Estoy comprometido con la pasión humana y con la certeza de que somos mucho más que lo que nos han dicho que somos«.
Un proverbio de la olvidada África se convirtió en lema y esperanza para mí desde que lo leí hace años:
»Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo«.
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