El amor a España

  Acabamos de conocer los que dicen ser los resultados de una encuesta en la que –por encargo del IEES dependiente del Ministerio de Defensa- el CIS habría preguntado a los españoles por sus sentimientos patrióticos. Elaborada hace un año, se da a conocer ahora, en fechas cercanas a la Diada de Cataluña, y sumidos en la desolación. Uno de cada tres encuestados se siente orgulloso de ser español pero decidido a hacer algo que lo demuestre bastante menos. Lo cierto es que nadie incluye el enlace directo y ni la página del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), ni el Instituto de Estudios Estratégicos (IEEE) incorpora aún el estudio. Parece una filtración que todavía se está publicando.

 A tenor de las cuestiones planteadas, para amar a España es básico que uno tengapredisposición a arriesgar la vida por algo que no sea su familia. Se han encontrado con que el 47% lo está y les ha parecido un porcentaje muy escaso. La desesperación ha llegado al colmo cuando han comprobado que únicamente el 16.3% participaría voluntariamente en la defensa del país. Muchos más, sin embargo, que las grandes fortunas decididas a pagar impuestos en España.

Se demuestra que para los autores intelectuales de esta encuesta, amar a España exige exhibiciones cruentas: arriesgar la vida y empuñar las armas sin preguntar ni qué agresión se nos ha inferido. En el mundo que vivimos –en una pausa entre el dolor de la precariedad impuesta y ver a Mariló Montero buscando el alma en los riñones de un asesino o a profetas del ultraliberalismo – una serie de personas fueron requeridas por un estadístico que les espetó por orden del gobierno sobre si sentían inclinaciones a jugarse la vida y a tirarse a las barricadas para luchar contra enemigos de España.

La cosa no quedó ahí. Se preguntó, dicen, sobre qué potencia amenazaba más a España. Un 14,8% dijo que Marruecos, el Reino Unido un 11,4% y un 8,4% Siria. Es decir, hay españoles, adultos, como usted y como yo, a quien no les parecería inverosímil que estos tres países nos invadieran o algo parecido.

Lo peor es que el patriotismo –entendido en estos términos- merma de año en año. Y, así, fue llegar al gobierno el PP y bajar notablemente el porcentaje de ciudadanos muy orgullosos de ser españoles (del 48,8 al 41,2%). En cambio subió el de quienes están bastante orgullosos, casi 5 puntos.

El Mundo –que encabezaba la información mentando en tono épico las gestas de los reinos medievales– colocó también en lugares destacados la preocupación que estos datos habían sembrado en algunos militares. Un coronel declaró: «Les han quitado el amor por su patria”, y «todos los gobiernos desde la Transición son responsables”. Es decir, con Franco vivía él mejor. Y no ha tenido consecuencias. Pero llegan tiempos mejores para esta ideología, Marine Le Pen, al frente de la ultraderecha francesa, declara que el ascenso del «movimiento patriótico es irreversible».

Una termina por amar a España porque es aquí donde ha nacido que creo es la definición más precisa de patriotismo. Y gusta de los lugares que le hicieron crecer y no solo en estatura. Y, sí, a veces se siente orgullosa de ser española porque ve a un bombero negándose a desahuciar a una anciana a pesar de que es procesado por alterar el orden público con su gesto pacífico . Y por la inmensa e inigualable creatividad de los españoles que usan la cabeza. Por la viveza en la resolución de imprevistos. Y por ese espíritu nuestro que nos lleva a intentar gozar de la vida por muchas que sean las adversidades. Lo que está en franca, si franca, oposición a arriesgar la vida por su mantenimiento. La vida es una cosa muy seria, y estos valores precisamente se mantienen solos.

 Y es que el amor a España no es únicamente de derechas. No puede implicar -como declaran incluso portavoces de partidos transgénicos- suspensión de competencias, la autonomía toda, y si se da el caso mandar a la Brunete para impedir la consulta que  –por las razones que sean- se quiere plantear a los ciudadanos catalanes sobre si tienen derecho a decidir una hipotética independencia que llevaría en todo caso un largo proceso. La unidad por decreto, el amor por decreto, ¿la democracia? Eso les importa menos, de importarles algo.

 Que baje el aprecio por España cuando manda el PP es hasta lógico. Ejerce acciones de gobierno y de su funcionamiento interno como partido que nos avergüenzan. Muchos nos meteríamos bajo una baldosa para ocultar que somos del mismo país. Más aún, del mismo país que quienes los han elegido para gobernar y que, visto lo visto, los mantiene en el puesto.

 Ahora, tras culminar sus acciones de profunda involución con la reforma del Código Penal o la LeyMordaza, el PP de Rajoy se dispone a dar un pucherazo electoral que les perpetúe en el poder. Y lo dramático es que a muy pocos parece importarles, no al punto que esta peligrosa cacicada exige.  El #pucherazoPP, la Ley  Cerdada es un punto de no retorno y a lo máximo que llegan muchos ciudadanos (no mareados aún por las manipulaciones del PP, sus medios y sus voceros) es a decir que “como tienen mayoría absoluta, lo pueden hacer”. ¿Y si deciden implantar la esterilización de los pelirrojos porque son pocos y diferentes también sería válido? Tienen mayoría absoluta ¿no? Hay normas de convivencia, reglas democráticas, que no se pueden saltar por intereses de partido y  personales. Es bochornoso hacerlo y aceptarlo.

  Ya vale de patriotismo de guerra y sacrificio, cuánto mejor el amor a la vida y la concordia. La sociedad se llena la boca (aunque cada vez menos) de la palabra Democracia pero ya ni parece conocer sus valores. En la permanente confusión de conceptos elementales, llama orden a lo que es autoritarismo, libertad a la codicia y el fomento de las desigualdades, censura a la coherencia. Se atreve a mantener que todas las ideas son respetables, todas, y se muestra dispuesta a aceptar atropellos incompatibles con la Democracia. Con pasos certeros para sus fines, el PP inaugura esta semana la Ley Wert que priva desde ahora a los niños españoles de aprender Educación para la Ciudadanía. En el buen camino. En el patriotismo que marcan Le Pen o Rajoy.

 Y es grave porque, puestos a elegir, la patria que cuenta es allí donde anida el espíritu  democrático que debe sustentar a toda sociedad civilizada.

Cuidando la imagen de España

María Dolores de Cospedal ha dicho que hay que “cuidar la imagen de España en el exterior» y que el país muestre una actitud de unidad. «Por eso es tan increíble la irresponsabilidad de algunos, esos que dicen todo el rato que quieren el consenso, pero cuando llega la hora siempre votan que no”, ha añadido.

Esto fue, el fatídico 10 de Mayo de 2010, cuando Zapatero vino vencido por Bruselas a practicar serios recortes neoliberales a la sociedad.

O el ya famoso «Que caiga España» del actual ministro de Hacienda, por aquellos días.

Por no hablar de cuando Rajoy, en Abril de 2009, aprovechó los 2 minutos de discurso que le concedió el PPE, para conseguir una reprobación de la política que se seguía en España de todos los líderes conservadores, incluidos Merkel, Sarkozy… y Berlusconi. Firmaron esta declaración: “consideran inaceptable la pasividad del Gobierno español ante la alarmante cifra de paro en España (17,5%) y deploran el fracaso de las políticas socialistas”.

O las continuas paridas del gran designador.

Si en el PP no tienen memoria, deberíamos tenerla nosotros. En cualquier caso… aviados vamos.

«Todos los políticos son iguales»

Esta mañana al despertarme he conectado -como suelo hacer-, la radio y, al no encontrarme en la zona habitual, han salido emisoras para mí desconocidas. En una tertulia –y al hablar de los casos de corrupción que salpican al PP- decían: “todos los hacen”. También entre algunos de mis amigos cunde la frase: “todos los políticos son iguales”. Me sorprende porque no solían prodigar esas afirmaciones. Puede ser la edad. El desencanto. La experiencia. La mayor parte de la población piensa exactamente lo mismo e incluso lo expresa en las encuestas del CIS: en torno al 70% dicen siempre que los políticos sólo piensan en sus intereses. Muy desprestigiada está la casta de nuestros representantes y gestores, pidiendo a gritos una regeneración, pero yo mantengo que “unos son menos iguales que iguales que otros”. ¿Son todas las enfermeras iguales? ¿los médicos? ¿los taxistas? ¿los chinos? ¿los españoles? Cuando a mí me dicen que todos los periodistas somos iguales me enervo.

La ciudadanía responde de manual a una estrategia calculada: esparcir mierda, fabricarla y sacudirse el excedente, acusar a otros de los propios errores, para que en el río revuelto se atenuen responsabilidades: «todos lo hacen». Ya.

En mi último libro barajé una exhaustiva documentación recogida durante años. Si nos atenemos al festín de la corrupción urbanística, decidí no incluir los casos porque, dada su abundancia, iban a quedar desfasados, pero conservo un registro de buena parte de ellos. Por eso, escribí: “Los casos del PP casi triplican los del PSOE y son por cantidades mucho más abultadas, y a Izquierda Unida apenas se la ha acusado de un par de asuntos. El suspenso a la ética de todos ellos, del primero al último, es la misma”. Pero hay que reconocer que unos partidos cosechaban en ese punto más suspensos que otros.

Ahora bien, hace falta desfachatez, tras cómo se ha saldado en Valencia el caso Camps, salir con que se ataca al Estado de Derecho por mentar a la Fiscalía, y acusar al gobierno del PSOE de usarla con fines partidistas. Eso, por sí sólo, enciende la sangre. Pero ¿ha olvidado el PP a su ínclito Fungairiño? Entonces no estábamos hablando únicamente de bulos malintencionados: Eduardo Fungairiño fue expedientado -y sería en efecto sancionado, junto a otros fiscales de la Audiencia Nacional-, por faltar al deber de imparcialidad al ocultar al Juez el resultado de una investigación que exculpaba a un sospechoso de haber participado en el atentado sufrido años atrás por el entonces jefe de la oposición José María Aznar.

Una de las tareas más urgentes en España es separar realmente los poderes que tradicionalmente definen la democracia, el Estado de Derecho. No se pueden seguir eligiendo cargos de la carrera judicial según cupos de ideología política. Mal siempre cuando los gobiernos utilizan a jueces y fiscales, mal siempre, incluso en Valencia, pero usemos, por favor, las proporciones al medir.

De Cospedal denuncia escuchas ilegales a dirigentes del PP. ¿Después de lo sucedido con los espías de la Comunidad de Madrid? La Secretaria General del PP lo hace, eso sí, sin pruebas.

Me ha venido una palabra a la mente por todas estas actuaciones:

Cinismo.

(Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός).

1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.

2. m. Impudencia, obscenidad descarada.

3. m. Doctrina de los cínicos (‖ pertenecientes a la escuela de los discípulos de Sócrates).

Y otra me bulle sin cesar: patriotismo.

Os hablé de ello en otra entrada: A finales de Abril, Rajoy se fue a la capital de Polonia para perfilar con otros lideres de la derecha -entre ellos 13 Jefes de Estado y de gobierno y el Presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso-, las estrategias para las elecciones europeas. Le permitieron expresarse únicamente durante 2 minutos, únicamente dos minutos. Y los aprovechó a conciencia: para plantear un panorama desolador de la economía… española.

Rajoy habló del “descontrolado” gasto público, del número de parados. Sin ninguna autocrítica a sus propias responsabilidades en la gestión anterior. Como suele hacer Aznar, salió de España con el único objetivo de criticar al gobierno español. Algo que no suelen practicar otros políticos europeos. Ni de ningún país serio. Obama está desmantelando la política de Bush pero ¿le ha oído alguien decir una palabra en su contra dentro o fuera de EEUU?

La última hazaña del líder conservador ha sido asustar a los españoles en un vídeo en el que, muy campechano, anunciaba que se iba de vacaciones, y que, a su regreso, iba a ver de endereza la política económica porque “éste nos va a meter “en un corralito”, aludiendo a la retención de los ahorros particulares de Argentina y llamando «éste», al presidente del Gobierno de España. ¿Todos los políticos son iguales? “Yo o el caos”, sólo lo dice el modelo Bush.

Pero no nos ha explicado que opone al caos. Lo sabe. Pero no lo ha contado. El PP le debería ser exigido que explícitara qué va a hacer con el despido, los sueldos , el gasto social y las pensiones cuando la desmemoria española le lleve al gobierno. Se deducen muchas cosas de sus actuaciones y declaraciones, pero debería manifestarlo claramente.

El “todos son iguales” y “todos lo hacen” es, como digo, el resultado de una estrategia calculada que beneficia a quien más infringe las normas. Ha calado sin embargo. La política española precisa regeneración, otro nivel. Va en camino opuesto. Pero nosotros deberíamos exigirlo. Yo lo hago. Y ahora, como Rajoy, aplazo los problemas que estoy de vacaciones. Sólo que yo no cobro por representar a la sociedad. Ni dejo a mis validos para que cumplan consignas.

Actualización 7 de agosto

   Gran revuelo por las acusaciones de Dolores de Cospedal, Secretaria General del PP,  quien llegó a decir que España vive hoy bajo «un Estado policial» y responsabilizó de ello al Gobierno por, según dijo, «utilizar» de forma partidista «a la Fiscalía General, a la Policía judicial, a los servicios del Ministerio del Interior y al CNI». (Copio los entrecomillados de El Mundo).  Todos los afectados por estas acusaciones -de las que no ha aportado prueba alguna- han protestado enérgicamante. No usan las hemerotecas. De Cospedal, recién nombrado ya rechazó la sentencia del 11M y toda la investigación policial y judicial.

   Pero alguien le apoya. El portavoz del PP de Baleares, Carlos Simarro, considera  también que el PP está siendo injustamente perseguido y pone como ejemplo «algunas actuaciones de la Policía y de la Fiscalía en las islas, con la detención de miembros de su partido».

Es tremendamente injusto, cometen presuntos delitos -que en Baleares son un clamor por cierto- y van y les detienen. ¡Adónde vamos a llegar!

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