Argumentos contra el robo (maquillado) de nuestras pensiones

La CEOE pide ahora que se endurezcan los requisitos para cobrar la pensión y que se extienda a los 70 años el cobro del 100% de su importe. Es de lo que se trata, de no pagar. Se une así a las últimas decisiones del gobierno que ha mermado el poder adquisitivo de las pensiones.

Juan Torres López y María Pazos charlaron conmigo hace unos días sobre las pensiones en un acto organizado por ATTAC Madrid y la Mesa Pro Referendum sobre las pensiones (pretende que se blinden por ley). No es una grabación de calidad pero he pensado que a algunos os puede interesar.

Joan Rosell ha declarado a media mañana que «Nos guste o no» se rebajarán las pensiones y que «negar la revisión del sistema es ir contra él».  Hay que oírlo para degustarlo. Esto pasa por tener al mando del país a quien tenemos. «Nos guste o no» dice el muy arrogante. Y no es así, esto se puede cambiar «le guste o no» al presidente de los empresarios.

Alemania contra Europa

«Alemania contra Europa» era el título de un artículo del catedrático de economía Juan Torres López, publicado este domingo en la sección de Opinión de la edición andaluza de El País que el diario decidió suprimir. Aquí y aquí la historia de esta drástica medida. Quizás fue este párrafo el que la motivó:

“Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico. Nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últimos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional”.

Lo cierto es que Juan Torres desgrana con una claridad poco frecuente los porqués de su afirmación:

«Dicen a sus compatriotas que tienen que castigar nuestra irresponsabilidad para que nuestro despilfarro y nuestras deudas no los paguen ahora los alemanes. Pero el razonamiento es falso pues los irresponsables no han sido los pueblos a los que Merkel se empeña en castigar sino los bancos alemanes a quienes protege y los de otros países a los que prestaron, ellos sí con irresponsabilidad, para obtener ganancias multimillonarias.

Los grandes grupos económicos europeos consiguieron establecer un modelo de unión monetaria muy imperfecto y asimétrico que enseguida reprodujo y agrandó las desigualdades originales entre las economías que la integraban. Además, gracias a su enorme capacidad inversora y al gran poder de sus gobiernos las grandes compañías del norte lograron quedarse con gran cantidad de empresas e incluso sectores enteros de los países de la periferia, como España. Eso provocó grandes déficit comerciales en éstos últimos y superávit sobre todo en Alemania y en menor medida en otros países.

Paralelamente, las políticas de los sucesivos gobiernos alemanes concentraron aún más la renta en la cima de la pirámide social, lo que aumentó su ya alto nivel de ahorro. De 1998 a 2008 la riqueza del 10% más rico de Alemania pasó del 45% al 53% del total, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50% más pobre del 4% al 1%.

Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron (unos 704.000 millones de euros hasta 2009, según el Banco Internacional de Pagos) para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de activos tóxicos (900.000 millones de euros en 2009).

Al estallar la crisis se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran imprudencia e irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes y para ayudarles puso en marcha dos estrategias. Una, los rescates, que vendieron como si estuvieran dirigidos a salvar a los países, pero que en realidad consisten en darle a los gobiernos dinero en préstamos que pagan los pueblos para traspasarlo a los bancos nacionales para que éstos se recuperen cuanto antes y paguen enseguida a los alemanes. Otra, impedir que el BCE cortase de raíz los ataques especulativos contra la deuda de la periferia para que al subir las primas de riesgo de los demás bajara el coste con que se financia Alemania”.

Espero que Juan publique todo el artículo para enlazarlo.

Una de las primeras reacciones fue, en Twitter, la de Mathieu von Rohr @mathieuvonrohr, editor de Der Spiegel para Europa:

«Angela Merkel, like Hitler, has declared war on the rest of Europe»: El País goes loco – and I’m getting scared. Es decir, “El País se ha vuelto loco y yo me estoy sintiendo aterrado”. Por la publicación, entiéndase. Luego no dijo nada de la supresión.

Lo curioso es que hoy un diario alemán, Die Welt –que me cuentan viene a ser conservador y sensacionalista, una cosa así como El Mundo-, se muestra harto de tantos ataques a Alemania y carga contra “Las protestas en el Sur de Europa”, a las que califica de “indecentes”.  No pueden tolerar la comparación de Merkel con Hitler, ni las protestas de los ciudadanos del Sur contra Alemania.  Ocurre en Grecia, Italia, España, Chipre (se olvidan de Portugal). Todos tenemos la culpa. Así “el mecanismo funciona como el libro de texto de la agitación política. Instruye como regañar a los alemanes”, dice. Cuando todo viene a partir de “las mismas élites que tienen que responder por la quiebra económica y política de su país”. Pero, según Die Welt, hasta los medios de comunicación contribuyen a esa “corriente principal «anti-colonial» para ocultar la verdadera causa de las relaciones de su miseria”. ¿Cuál es?

Pues bien, es la falta de cultura política de su sociedad y la “propagación endémica de la corrupción en el gobierno, en los órganos de la Administración y en buena parte del arco parlamentario, que permite clasificar a estos países en el área de las dictaduras del Tercer Mundo.  Son todos y cada uno de los estados donde el «buen gobierno» parece ser una palabra extranjera”.

Tiene razón. La gran excusa de nuestros males estriba en el bochornoso espectáculo que da la «mayoría silenciosa» de la sociedad y la corrupción rampante. Pero eso no obvia el fondo del problema. Cabría preguntarse -en especial hoy que otro país, Chipre, ha caído en las garras del «austericidio»- si no es corrupción las tácticas que denuncia Juan Torres, que figuran en todos sus libros y artículos, pero que, en esta ocasión, han sido suprimidas. Lo que está claro es que si Alemania no está contra Europa, el ambiente de «guerra» se está caldeando seriamente. Menos para las amebas, claro está.

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