Monago y la campaña «Yo quiero Tenerife»

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Cuarta versión de José Antonio Monago, presidente de Extremadura, en relación a la acusación de que realizó 32 viajes a Canarias con dinero público. Se habrían producido durante su etapa de senador del Partido Popular, para visitar a Olga María Henao, una colombiana, empresaria y militante del PP en Tenerife, quien ha afirmado haber sido pareja de Monago entre 2009 y 2011.

Monago lo atribuyó primero a una campaña orquestada contra él por sus radicales reformas. Dijo que había molestado a muchos y que ya le habían avisado que esto pasaría. Luego aseguró que eran viajes de trabajo. Más adelante, con gran dramatismo, que “iba a devolver hasta el último céntimo”, dado que “no estaba aquí por dinero”. Este jueves envió un SMS en su nombre y en el de su esposa convocando a una rueda de prensa.

La versión ahora es que ha recibido una certificación oficial del Senado en el que se acreditan 16 viajes, no 32. Es decir, 16 de ida y 16 de vuelta. Está claro que regresó de las islas, cada una de las veces. Asegura que además hizo 22 viajes privados. Ha mostrado -un momento- un extracto de su cuenta bancaria, pero no los de sus viajes con dinero público. Esos que ha acreditado un Senado que, como el Congreso, decía no tener constancia de los viajes de sus señorías. Se limitan a pagar. Dice que los precisa para su defensa legal.

La comparecencia ha sido de una teatralidad que rayaba el patetismo. Ha dedicado un largo trecho a contar su trayectoria de la que se siente realmente satisfecho. Un hombre hecho a sí mismo y sin abuela. Ramón Lobo nos dio hace unos días detalles. Muy jugosos. Un retrato del personaje muy definitorioNo me escondí, permití todo tipo de preguntas, siendo muy honrado, decía Monago. Ha hablado de su austeridad (no tiene “ni parabólica”). Se ha presentado como una víctima de una campaña infame que ha dañado el honor de su familia. Un hombre impotente que luchaba contra una tormenta de arena. Todo se ha disipado ahora, con esos certificados que vinieron a apuntalar su frágil memoria, y ya anuncia que volverá a presentarse y ganará porque «A veces entre tanta sombra vuelven a brillar las luces y comienza un nuevo día».  Dice que él no ha cambiado de versión. Ha anunciado querellas.  La prensa conservadora –casi toda- le ha comprado ya el discurso. Ay, esas afirmaciones sin estudiar pruebas. Ay, la diferencia entre anunciar y acreditar.

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Los papeles de Monago reflejan, según sus palabras, una febril actividad en Tenerife que se había borrado de su  mente y, lo que es peor, de sus compañeros senadores del PP canario. Pero ha citado una que me ha llamado especialmente la atención: “Yo quiero Tenerife”. Desde Extremadura, se organiza algo que se llama “Yo quiero Tenerife”. No Canarias, no, por ejemplo, La Palma o El Hierro… ¡Tenerife!, la morada de su amada. He encontrado esta referencia en google: el protagonista era Soria y se hacía fotos.  Actos de partido, claramente, que tampoco tendríamos que pagar nosotros. Ya reciben cuantiosas subvenciones de dinero público. Lo que parece claro es que Monago no fue a otra isla que a Tenerife. El amor era muy concreto: a Tenerife.

Vale, igual Monago miente. Igual su agresiva actividad para «regenerar la democracia» no ha sido la causa de que se supiera de sus viajes, sino el despecho de la amante abandonada que lo habría contado a quien le quisiera oír. Igual sigue habiendo, a pesar de los certificados, alguna confusión entre lo que pagó de su bolsillo y de dinero público. Igual se está reescribiendo la historia de su actividad isleña. Igual produce vergüenza ajena su autobombo, su signatura de cantamañanas de manual. Pero ¿y eso qué es al lado de la personalidad de este ser único?

Un hombre emotivo, apasionado, lloroso si se tercia, fuerte sin embargo. Un enamorado perfecto. Lo que cuesta creer es que este elemento llegara a ser presidente de una comunidad autónoma y que siga en el puesto.

*Os recomiento el excelente análisis de Gonzalo Cortizo en Eldiario.es: Los diez trucos de la comparecencia de Monago.

El gobierno da por buenas las explicaciones de Monago y la vicepresidenta dice: «ha dado la cara y ha ido de frente».

 

El agujero de las subvenciones públicas

Público da cuenta hoy de cómo la CEOE mantiene una red de asociaciones para captar ayudas públicas. Miles de abogados, técnicos, secretarias y profesores viven del entramado de más de 5.000 agrupaciones que dependen de la patronal, dice. Las ayudas van desde 20.000 euros a 20 millones según el tamaño. Por cada autonomía existe otra patronal que reúne a tantas subpatronales como provincias. No hay duplicidades, aseguran todas las consultadas. Está plenamente justificado que Confemetal, por ejemplo, una de las agrupaciones más fuertes de la CEOE, esté formada a su vez por 15 asociaciones nacionales y 68 regionales. Y que dentro de estas, la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Galicia (Asime), por ejemplo, esté formada por otras nueve agrupaciones más.

Hace más de un año que dediqué a esa hemorragia de nuestro dinero un post. Desde entonces he ido recopilando más datos. Además de todas estas instituciones de las que habla Público, de Fundaciones al amparo en buena parte de poderosas empresas, calculo que en España puede haber como mínimo medio millón de asociaciones «sin ánimo de lucro«. Solo entre Andalucía, Cataluña y Madrid se contabilizan cerca de 150.000. Todas son susceptibles de obtener una buena provisión de fondos para sus actividades.

Hace poco reseñé el millón de euros que se lleva FAES por difundir su ideología, en tiempos en los que la “crisis” obliga a duros ajustes a los trabajadores y pensionistas. La fundación Ideas para el progreso del PSOE, saca también más de 900.000 euros. Y cantidades menores otros partidos. Digo yo que, con la que está cayendo, podían esperar un año al menos a «estudiar» lo que sea, o pagárselo ellos. Y no hablemos ya de las mil y una asociaciones pro-vida por ejemplo que, a manera de racimo como el entremado de la patronal, se diseminan por España. Ni sabemos si esas emisoras de TDT que tanto pontifican de la mañana a la noche reciben alguna ayudita, y así hasta el infinito.

Mi propia experiencia me remite a que propongo a un grupo de compañeros que salieron conmigo de RTVE por el ERE crear una asociación europea que piense en los ciudadanos lejos de los cauces oficiales. Que plantee los problemas que nos atañen y no los que manda “Bruselas”. Tras un brillante acto de presentación con Felipe González, me echaron de forma aparentemente ortodoxa. La principal discrepancia con un grupo de compañeros era la obtención de ayudas públicas que yo rechazaba. Y el lucro personal en nombre de la asociación. El resto apoyó a los disidentes. Ya tienen esas ayudas del Estado. Para reunirse una docena de personas, una vez al mes, en una sala que nos les cobra nada.  Para mantener una página web en la que siempre escriben dos o tres incluso con pseudónimos para que no se note. Para hacer, con alguna excepción, seguidismo de la UE oficial.

Al calor de esta experiencia, descubrí el entramado de los que viven de la idea europea, recibiendo subvenciones públicas que les dan para despacho y secretaria,  y cobrando personalmente por sus conferencias. Hay un profesor universitario que está en al menos cinco asociaciones en diferentes cargos. Dios me libre de afirmar que no es legal, pero algo raro sí suena. Y si esto existe para Europa, multiplicad por intereses varios de los españoles.

Lo peor en este caso es que, al mismo tiempo, grupos que realizan una labor encomiable no reciben ayudas, o no las suficientes. Eso es lo terrible.

En el post de hace un año, hubo un primer comentario extraordinariamente interesante porque provenía de alguien con profundo conocimiento de causa. Extraigo algunas ideas.

«Bajo el epígrafe de asociaciones o Fundaciones, lo que llamamos ONG se compone de forma masiva por instituciones que toman a su cargo responsabilidades que el Estado no quiere atender, y que se convierten al hacerlo en formas amables de privatización. A veces inconscientemente… hasta que llegan otras “fundaciones” (algunas enlazadas en este post) a ofrecerles servicios “profesionales”. Y hablan de “profesionalización”, de responsabilidad… pero nunca hablarán de comités de empresa, y cuando lo hacen es -caso de la Cruz Roja en 2003- cuando la situación de sus trabajadores es insostenible.

En algunos casos, empresas privadas, farmacéuticas, bancos, cadenas de comida rápida y ETT patrocinan o promueven auténticas OPAs sobre asociaciones o Fundaciones con el propósito de desgravar, cuando no de blanquear dinero. O imagen.

En otros, Universidades envían a sus estudiantes a trabajar gratis como becarios en estas instituciones: ya ocurre en el ámbito privado, pero se da el caso de que organizaciones que hacen campañas para respetar los derechos de los cafetaleros de Nicaragua, por ejemplo, tienen becarios haciendo el trabajo de profesionales, o contratan via ETT a recaudadores o captadores de socios en plena calle.

Y todo esto, de forma legal.»

   Toda esta falta de clarificación y control crea un profundo descrédito en asociaciones y movimientos que sí pretenden y que sí logran hacer algo por los demás. Como en tantas otras cosas el «todos son iguales» es una peligrosa arma.  Y, con ser muchas las irresponsabilidades generalizadas, ésta es una de sus consecuencias más perversas. Se carga labores efectivas y generosas que nadie más realiza. Vean las administraciones también qué hacen dando dinero a patronales destinadas a lograr beneficios privados. Ponga orden el Estado en esta maraña. Orden y rigor en el uso de nuestro dinero.

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