Mi queridísimo amigo José Antonio Rodríguez lleva ya casi 5 años dando su vuelta al mundo (os he hablado a veces de ello). Menos mal que llama y viene a España de vez en cuando. En algunos tramos le acompaña otra buena amiga: Rosa María Calaf. Ambos saben que el mundo es ancho, largo y profundo.
Impresionado está aún JA de la visita a Las Vegas, ese complejo artificial que nuestros próceres en Madrid y Barcelona nos quieren trasplantar. La capital del Estado norteamericano de Nevada es Carson City, pero solo cuenta con 60.000 habitantes. Lo que de verdad atrae de allí es Las Vegas (1.800.000 h.). A partir de aquí, copio y entresaco de la crónica de José Antonio.
En el 2010 recibió cerca de 37 millones y medio de visitantes. La ciudad ha experimentado grandes transformaciones desde que se construyó el primer hotel casino. (…) Lo primero fue el juego, prohibido en muchos estados y permitido en Nevada a partir de 1931. Luego se añadieron atracciones musicales. Cantantes, magia, humoristas. Elvis Presley, Frank Sinatra, Tom Jones, Paul Anka, Bobby Darin… Pero había que crecer, se necesitaba algo más. Tenía que ser un lugar a donde pudiera venir todo el mundo, niños inclusive. A partir de los noventa se desarrolló otra zona, los mega complejos del entretenimiento, que es el corazón actual de la nueva Las Vegas. Los neones fueron sustituidos por otros medios de iluminación, focos, LEDs, pantallas… Cuando anochece todo cobra una nueva dimensión. Allí en la lejanía una pirámide de cristal de 110 metros de altura de la que se proyecta el haz de luz más potente del mundo, visible por los astronautas. Delante la Esfinge, mayor que la de Gizeh, más cerca la Estatua de la Libertad, una réplica de la Fontana de Trevi, un barco pirata, en el París-Las Vegas una recreación de la capital francesa con la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y el Louvre. Otra de las últimas incorporaciones es el Venetian con réplicas del Palacio Ducal, el Puente de los Suspiros, la Torre del Campanario y la Plaza de San Marcos. No quiero convertirme en un folleto turístico de Las Vegas, simplemente intento reflejar lo que he visto. También están las fotos que ayudarán a comprender lo que explico.
El juego sigue atrayendo a gran número de visitantes. Miles de máquinas tragaperras que no logro comprender cómo funcionan. He perdido 1 dólar. Ha desaparecido el atractivo sonido que producían las monedas al caer en la bandeja cuando se ganaba un premio. Ahora es todo digital. Números que cambian cuando pulsas un botón. Siempre has de pasar por las inmensas salas de juego, con todas las opciones. En el momento que entras en uno de esos centros desparece la luz natural. Recorres las amplias galerías comerciales donde encuentras las mismas tiendas que en Singapur, Hong Kong, París, Londres… Llegas a la zona de teatros donde se ofrecen normalmente dos representaciones diarias de los diferentes espectáculos. Aclaro. No es que haya una zona de teatros en Las Vegas. En cada hotel-casino-galería comercial se ofrecen varios shows. Una pasada. Más datos, perdonad. Sin ellos es imposible comprender por qué es la capital del ocio. 33 espectáculos, de los que siete son del Circo del Sol. En uno de ellos, “O”, intervienen 85 acróbatas. Además se ofrecen 9 actuaciones de magos, 16 obras para adultos, 11 actuaciones de cantantes, entre ellos Celine Dion, Cher, Elton John y Rod Stewart, 16 comedias o monólogos de humoristas, 11 homenajes a grandes interpretes de la canción a cargo de imitadores, 3 hipnotizadores y siete obras a las cuatro de la tarde. Brutal. ¿Cuánto tiempo aguantaría uno solo de esos espectáculos en Barcelona, por ejemplo? 106 opciones con unos precios que oscilan entre 30 y 180 $. Nosotros hemos encontrado entradas para “Love”, del Circo del Sol. Canciones de los Beatles con una puesta en escena impactante. El público se entrega desde el principio con “Get Back”. Ocurren simultáneamente tantas acciones sobre el escenario que es difícil seguirlas todas. 2.000 localidades en un gran anfiteatro. Dos representaciones diarias, cinco días a la semana.
En el Paris-Las Vegas y en el Venetian han alcanzado un nivel superior. Han recreado barrios de Paris o Venecia con una iluminación igual a un anochecer. Es perfecto. Como en el “Show de Truman”, si miras hacia arriba ves un cielo azul, con algunas nubes, en el momento en que el sol se retira. Es igual que sean las diez de la mañana que de la noche. La misma luz, la misma temperatura. Una plaza, faroles encendidos, árboles, terrazas de bares, tiendas, restaurantes… En el Venetian aún más. En el segundo piso, bajo el mismo cielo azul con nubes, han reproducido canales venecianos con góndolas en las que se puede navegar, pasando por debajo de un puente, mientras el gondolero canta canciones napolitanas. Ese hotel es el segundo mayor del mundo con 7.117 habitaciones. ¿Para qué viajar a esos países decadentes y peligrosos de ultramar? Los diferentes centros temáticos suplen esa tentación. Se han representado Europa, Venecia, El Carnaval, Asia, Finales del siglo XIX en San Francisco, Paris, Hollywood, El Trópico, Antiguo Egipto, Camelot y el Medioevo, Nueva York, Montecarlo, Italia, Imperio Romano, Polinesia, Caribe y piratas…
En determinadas horas hay espectáculos gratuitos. Gran desplazamiento de gente por las aceras y pasos superiores para llegar a tiempo de ver la erupción de un volcán con explosiones que se repite cada hora o esperar frente al gran lago del Bellagio para presenciar el juego de agua, luces y música que cambia cada media hora o buscar un buen sitio para contemplar el sensual baile de las sirenas sobre el barco de los piratas. Todo gratis. Comida barata. Venden unos cupones con los que se puede comer sin límite en determinados bufés de los hoteles. Una locura. Colas interminables. En las aceras, hombres anuncio y extraños personajes, algunos mimos y otros disfrazados en busca de una propina. También es posible alquilar por horas coches exclusivos: Ferrari, Corvette, Porsche…
Hemos caminado arriba y abajo, a derecha e izquierda por ese tramo de Las Vegas Boulevard que es de tres kilómetros y medio, como de la plaza Francesc Macià a la de las Glorias, en Barcelona. ¿Podéis imaginarlo?
Cuenta más cosas, claro, enlazo la página. Hay más fotos también. La sensación de irrealidad es difícilmente comunicable si no se vive. La misma temperatura y luz todo el día. Decorados en lugar de realidad. Un símbolo de esta sociedad enferma.
José Antonio Rodríguez y a veces Rosa María Calaf, como muchos otros viajeros por el mundo, nos abren ventanas sin embargo, las derriban quizás para que entre el aire todo. Las Vegas es un punto encorsetado en el largo camino que pasa por los cinco continentes. Hay otra forma de vivir. De huir, quizás. A ratos o permanentemente. Solo sé que cuando hablo con JA, las miserias cotidianas se desvanecen y parece un proyecto posible desatar las raíces que nos atan al terruño y, en efecto, ¿dilapidar? una parte para viajar hasta el Gran Canal de la Venecia real, sentarse en una terraza, y meditar cuál va a ser el futuro personal a partir de ese momento. Sin prisas. Las sábanas de los fantasmas caen así al suelo mostrando su vacío.