Imagino la cura de humildad de José Blanco, ministro de Fomento español, -aunque, hombre práctico, no parece necesitarla- en su visita a la capital del imperio. “Va a ser inevitable imponer los escáneres en los aeropuertos”. A eso se le llama posibilismo y aceptar la realidad: el consenso de los poderosos así lo quiere. Y a ver si le va a amargar el mandato al Premio Nobel de la Paz un atentado. Hay que asustar a la ciudadanía, y favorecer el negocio de los fabricantes de escáneres, como objetivos añadidos.
Pero el explosivo del nigeriano –utilizado como excusa- no hubiera sido detectado, nos dicen los expertos, por estos aparatos. Subiremos a los aviones humillados tras sentirnos en pelotas ante extraños –y ¡dios mío! ¿Qué haremos con los niños? ¿Les taparemos los ojos en la placa para que no sean reconocidos?-, y no se resolverá el problema. Hay quien apunta al tracto rectal como siguiente paso. En el caso de las mujeres, habrá que hacerlo también vaginal. Y no será suficiente. Pronto, instalarán ecógrafos en los aeropuertos, dando negocio a los médicos que lo practican. Mira, en el caso del Dr.Aguado de Madrid, sería buena cosa, lo merece por buen profesional. Pero no creo yo que acabemos aquí. Alguien puede llevar explosivos ocultos en los pliegues de la columna vertebral, o en los huesos del pie o de las manos. ¿Solución? Resonancias magnéticas. De cuerpo entero. Claro que habrá que ir con 6 horas de anticipación a la terminal aérea.
Llegará un momento, sin embargo, en que las autoridades caerán en la cuenta del ingente número de víctimas que han ocasionado los atentados en metros y ferrocarriles. Así que pondrán en todas las estaciones la correspondiente unidad móvil, con escáner, ecógrafo y resonancia. De paso, pueden detectar dolencias de salud de los ciudadanos.
Pero ¿Quién nos libra de bombazos en El Corte Inglés, en todos los centros comerciales, en todas las tiendas, paseando por la calle? La policía establecerá controles en las vías urbanas y carreteras, similares a las detecciones de alcoholemia, para ver si evitan atentados.
Nosotros seremos muy felices, porque nos sentiremos extraordinariamente seguros. Hasta el día y los días en que veamos, que algo o alguien sigue saltando por los aires por la violencia fanática.
(La actualidad hoy tan intensa que he escrito 6 post, más cortos. Así que siguen 5 más. Ruego atención para ellos, tras el experimento realizado. Lo peor es que me han quedado unas cuantas cosas por comentar. Ah, y probablemente se haya deslizado algún desliz ortográfico, escribir en plan máquina es lo que tiene).