Nueva «exclusiva» sobre Zapata de la jauría mediática

La jauría mediática ha vuelto a pillar entre los dientes al concejal del Ayuntamiento de Madrid Guillermo Zapata. Es ahora un asunto nimio: que usa coche oficial hasta la puerta de su casa. Y eso, con fotos de gran tamaño, sirve para llenar la portada de La Razón. El concejal ha explicado en Twitter que ha tenido un accidente, se ha dañado la rodilla y por eso usa el coche. A la jauría le da igual.

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Tuvieron a Ana Botella, la anterior alcaldesa, yendo en coche oficial hasta a la peluquería, actividad a la que era muy aficionada desde su cargo público, pero es Zapata el objeto de su crítica.

Quizás guarde alguna relación la generosidad de la edil del PP con los medios afines a su ideología, a través de ese gran eufemismo llamado publicidad institucional. Una lluvia de millones a medios que no parecen hacer precisamente periodismo. En concreto La Razón recibía 2.000 euros por cada mil lectores. En El País, aunque supera a La Razón en más de un millón de lectores, se invirtió 250 euros por cada millar de lectores.

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La putrefacta reseña sobre Zapata la firma P.Gómez, nombre que puede responder a la subdirectora del libelo Pilar Gómez que es llamada a exponer su criterio en las tertulias televisivas. Ni por un momento se duda en apartar a esta individua, a su jefe Francisco Marhuenda o a otra fiera de la cuadra como Eduardo Inda de espectáculos que proporcionan audiencia.

La portada de La Razón, con un asunto menor esta vez, se inscribe en las virulentas campañas que emprende la jauría mediática contra quien obstaculiza sus intereses. Para personas con criterio formado es evidente, pero tienen un público capaz de seguirles hacia el precipicio digan lo que digan, escriban lo que escriban.

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Spotlight es el equipo de investigación del Boston Globe, aquí en una escena de la película

En Spotlight, película con Oscar que relata la peripecia periodística del Boston Globe para informar sobre brutales casos de pederastia en la iglesia católica, consentidos durante décadas, hubo una frase que me conmocionó vivamente. Un preboste de la ciudad le dice al periodista: ¿Y tú dónde vas a ir? Ésa es la clave por la que tantas cosas se callan mirando para otro lado. Y ésa pregunta se ha incrustado en mi cabeza porque de alguna forma ha verbalizado mis reflexiones.

¿Merece la pena enfrentarse al matonismo? ¿Qué resultado se logra? El Boston Globe sí consiguió parar ese intolerable abuso de sacerdotes sobre niños, con periodismo. Pero la mayor parte de las veces se sale trasquilado, o no sirve para nada. Lo peor de esta realidad es la gente que espera que la denuncia tenga consecuencias. Casos concretos que aún confían en el periodismo y que a él fían la información de los atropellos que sufren y por tanto su solución. Produce impotencia. Pero tampoco se les puede dejar solos, no se puede obviar la verdad.

Lectores, radioyentes y televidentes deberían tomar conciencia de su propia responsabilidad sobre lo que atienden y creen. En esta guerra hay menos inocentes de lo que parece.

 

 

 

 

 

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