Esta mañana he decidido enviar a uno de mis hermanos que vive en otra ciudad un pequeño regalo en metálico. Y he pensado en la comodidad y la rapidez que de toda la vida tiene el giro postal. Así que me he ido a la oficina de Conde Peñalver, en Madrid. Mucha gente había tenido la misma idea, así que había más de 30 números de demora, en torno a 45 minutos de espera.
Llegado mi turno, me han informado de las nuevas normas que ha promulgado el gobierno del PP para evitar la fuga de capitales y el blanqueo de dinero. Así que los pocos euros que mandaba a una persona con idénticos apellidos a los míos y en estas fechas podían levantar sospechas y precisaban multitud de datos para poder tramitarse. Fotocopia del DNI, la profesión que ya no figura en esa identificación, domicilio… ¡causa del envío!
-Pues un regalo de Navidad claro, respondo.
-¿Quiere incluir un mensaje? Pregunta la funcionaria.
Mi mente ha trabajado ágil y he pensado que lo mejor, en efecto, era poner una dedicatoria y, dados los tiempos que corren, de lo más explícita, blanca, sin que cupiera la menor doble interpretación: “Feliz Navidad con todo mi cariño”. Probablemente hubiera funcionado mejor añadir: “y prospero año nuevo”, o “feliz 2014, año de la recuperación”, pero a tanto no he llegado, a una hay ciertas cosas que todavía le dan pudor.
He recordado entonces la generosa amnistía fiscal de Montoro o los miles de millones de dinero público entregados a los bancos. Hasta los correos de Blesa me han venido a la cabeza. Esos que son privados según la fiscalía y que está muy feo –nivel delito- difundir, solo difundir, no escribir, ni ejecutar. Esas ternuritas de tres al cuarto:tú mira, me colocas al chico. Dadle el crédito a la chica. O más dinero público para vender desde una empresa pública otra empresa pública y que hagan negocio algunos amiguetes.
Y, claro, he hecho algún comentario, seguido con la aquiescencia de algunos de los concurrentes al acto de envío del giro postal a mi hermano. Pero uno de los empleados –atentos, que merece ascenso- ha comentado: ¿es que hay algún político bueno? De nada ha servido hablar de niveles de latrocinio y podredumbre, como “no hay político bueno”, yo vuelvo a votar al PP “por ideología” o a no hacer nada que es parecido. Hasta hemos comentado lo de la privatización de Correos que se avecina. Yo por chincharle, lo confieso. Igual les pasa que les dejan el sueldo en la mitad como a los de la limpieza o los de la lavandería, pero de momento, ese aún funcionario pensaba seguir tolerando todo.
Y ya he salido con mi recibo y mi clave secreta para que mi hermano recogiera su regalo.
Él también ha pasado lo suyo:
“En la de la oficina de Correos me han preguntado, para qué quería el dinero, palabrita. Le he dicho, que para irme de juerga y que me aclarara unas dudas, ¿qué pasa si alguien está de paso, no tiene, móvil, ni casa, ni correo electrónico? Puede ir a un albergue y allí se lo envían, me ha contestado. ¿No lee usted los periódicos? ¿no ve la televisión? ¿no sabe que no hay tampoco sitio en los albergues? Este país tiene una enfermedad neurodegenerativa. Este país tiene esclerosis múltiple”, me dice.
Pero, nada, nos hemos quedado muy tranquilos pese a todo porque este gobierno está tomando medidas serias para evitar esa lacra que ha vaciado las arcas del Estado y subsiguientemente ha hundido la economía, el consumo, el empleo. Ah, calla, que no, que fue el cheque bebé de Zapatero con aquél boom de miles de millones -también- de nasciturus. Era un euro futuro para un banco, un nascituru cobrando. Sea como sea, esto está encauzado. Férreo control de los regalos navideños de poca monta y a la familia carnal. Ah, ¡claro! les da miedo¡¡¡lafamiglia!!!