En Madrid miramos al cielo a ver si llueve porque nos dice la alcaldesa Ana Botella que ésa es la causa -que no llueva- de que se acumule la contaminación. La solución está allí: en el cielo. Es aquella vieja tradición que llevó a Felipe II a confiar en que Dios dotaría a la Armada Invencible de un poderoso aliado: el buen tiempo en este caso, situando la ayuda del divino en la meteorología como eje de la estrategia naval. Resulta que llovió a cántaros y aquella derrota se sitúa como la mayor chapuza de la Historia de España.
Cada vez más estudios señalan al cambio climático provocado por el ser humano (que por supuesto la eminente científica Botella no comparte) como causa de la disminución de precipitaciones o de graves alteraciones en el clima con fuerte contrastes: sequías e inundaciones. Añadamos también investigaciones que relacionan la influencia de la contaminación en el descenso de las lluvias. La boina de mierda que padecemos a diario en Madrid actuaría como una tapadera que impide la llegada del agua.
Científicamente el colmo es esperar que llueva para que se vaya la contaminación, un postulado muy extendido –la alcaldesa lo cita a menudo y es una “creencia” popular-. Y no, el agua aplasta la contaminación y luego resurge. O se traslada a ríos y lagos, a la cadena alimentaria. En todo caso, si las causas no se remedian, si las “chimeneas” siguen fluyendo puede caer sobre nosotros el océano atlántico en forma de lluvia que no se resolverá el problema. Pero siempre ha sido una dura tarea en España «desfacer» entuertos supersticiosos nacidos de la ignorancia.
¿Qué lluvias y vientos podrían borrar estas fábricas diarias de humo contaminante?
Ecologistas en Acción asegura que el 80% de la contaminación de Madrid es debida al tráfico. Y cifra en 16.000 las personas que mueren –en toda España en este caso- a causa de ese envenenamiento ambiental. Muchas más que por los accidente de tráfico, infinitamente más que por el terrorismo en toda su desgraciada trayectoria en España. Los vehículos todoterreno y los que usan gasoil son los principales causantes. Ésos que aparcan así:
Los regidores de Madrid cambian las estaciones de medición para enmascarar la auténtica dimensión del problema. Y la alcaldesa va a subir el impuesto por aparcar. Algo que los coches de sus votantes privilegiados podrán pagar y no se les incomoda con otras medidas menos «populares». Madrid, precisamente, boicoteó un impuesto a la contaminación del gobierno socialista (que tampoco se ha matado en resolver el problema por cierto). Así lo contaba El País:
“Si Vd. se compra un Porsche Cayenne (unos 50.000 euros sin IVA, importado y310 gramosde emisión de dióxido de carbono por cada kilómetro recorrido), esta comunidad autónoma le devolverá casi 1.500 euros. Si se compra un Seat Ibiza (fabricado en España y un tercio de las emisiones del anterior) la devolución será de sólo 114 euros. Así es la ayuda para estimular la venta de vehículos que el Ejecutivo de Esperanza Aguirre anunció hace unos días, que devuelven el 20% del impuesto de matriculación. Como este tributo se paga en función de la contaminación y están exentos los coches más ecológicos (generalmente los más baratos), la ayuda es mayor para los coches más caros y contaminantes”. A veces pienso si, abducidos, narcotizados, ya ni sentimos que no respiramos como debiéramos.
Están esperando a que llueva para que el agua se lleve los agentes contaminantes. Cierto que el movimiento de la atmósfera ayuda, pero el NO2 con agua, H20, forma ácido nítrico. Esto dice de él la wikipedia:
“El compuesto químico ácido nítrico es un líquido corrosivo, tóxico, que puede ocasionar graves quemaduras. Es utilizado comúnmente como un reactivo de laboratorio, se utiliza para fabricar explosivos como la nitroglicerina y trinitrotolueno (TNT), así como fertilizantes como el nitrato de amonio. Tiene usos adicionales en metalurgia y en refinado, ya que reacciona con la mayoría de los metales y en la síntesis química. Cuando se mezcla con el ácido clorhídrico forma el agua regia, un raro reactivo capaz de disolver el oro y el platino. El ácido nítrico también es un componente de la lluvia ácida”.
Lógicamente, todavía las concentraciones no llegan a ese extremo y se precisan otros elementos, aunque está claro que la lluvia no resuelve el problema. La solución no vendrá del cielo. Y si algo me fastidia sobre todo es que me mientan insultando mi inteligencia. Ahora bien los catarros eternos, los problemas respiratorios diarios, empiezan a hacer insoportable –para mí- vivir en esta ciudad, aunque bien mirado nos están fabricando un mundo imposible a todos los niveles. En España los remdios de los políticos conservadores pasan por mirar al cielo, a todos los niveles. Pero hasta el cielo «divino» que ellos ven está más limpo.