¿Qué ha podido ocurrir para que ciudadanos burgaleses hayan salido a la calle con esa indignación y firmeza? Nuño Rodrigo, periodista de Cinco Días, decía ahora en twitter: “En Burgos hemos sido pioneros en muchas cosas: Atapuerca, votar a alcaldes procesados, suelo a precio de oro en medio del páramo”… Parece que ahora lo están siendo en protestar contra cacicadas. “Lo de Burgos” nos ha pillado por sorpresa, pero los datos que se van conociendo apuntan en esa dirección.
Por lo que vamos sabiendo, el ayuntamiento -en manos del PP- ha iniciado las obras de un bulevar en la calle Vitoria, barrio del Gamonal. Se trata de un consistorio fuertemente endeudado que está practicando duros recortes a la ciudadanía. Hasta aquí como todos. Los vecinos no ven la necesidad de sacar ahora las taladradoras, palas y hormigoneras y gastar un dinero que podía dedicarse a otra cosa. Pero hay más, el ayuntamiento ha adjudicado la obra a la oferta más cara.: la del constructor Méndez Pozo. ¿Y quién es este señor?
Para abrir boca aquí le tenemos saliendo de la cárcel tras una condena de 7 años por licencias ilegales.
Cumplió su pena -bueno, solo 9 meses antes de salir en tercer grado- , se habrá regenerado, pero basta rastrear al personaje en google para ver que es un figura.
Sospechan los vecinos que el alcalde lleva un 5% de comisión en la obra.
Y parece que el bulevar peatonal suprime aparcamientos que colocará en mucho menor número en un parking subterráneo, y eso sí: pagando.
Por supuesto, la autoridad competente ha mandado fuertes dispositivos antidisturbios, hay detenidos, y los medios hablan de kaleborroka ¡en Burgos!, una ciudad que elige a un alcalde del PP. Dicen también que los violentos han venido “de fuera”. Los vecinos les rebaten: son de Burgos, y del Gamonal, que es el barrio del que hablamos.
El alcalde, Javier Lacalle (PP), por su parte, sigue también los pasos del manual. No recibe a los vecinos, asegura que «las obras no se van a paralizar» y añade que «no se puede permitir que una minoría de violentos doblegue la voluntad democrática». Hay veces que ciertas palabras, en ciertas bocas, rechinan.
El comentario de Nuño Rodrigo apunta a esta constante española de las miserias locales que pasa inadvertida al resto del país. Cada uno conoce la suya pero se ve que proliferan. En distintos grados, claro está. Pero ya apesta la cadena de capos locales que convierten ciudades y provincias en sus cortijos privados. Lo hacen hasta políticos nacionales con todo un país, imaginad con menos testigos.
En Madrid el hoy ministro de Justicia nos taladró la ciudad para soterrar la M30, multiplicando el presupuesto inicial de 1.700 millones de euros a 10.406 que costó en realidad, buena parte de los cuales aún se deben. Leed lo que dice nuestro amigo PacoAlt (Francisco Altemir, ingeniero de caminos, canales y puertos) en los comentarios, en el 10 en particular.
Los estropicios causados por los jerarcas locales (además de por los nacionales) han hundido en la miseria económica y –lo que es aún más grave- moral a este país. En una pocilga no crece nada sano y ahí estamos. ¿Por qué no protestamos cuando vimos todos los despilfarros que hoy permanecen como monumentos a la corrupción e inmundicia de una parte de la política española? Pues ahora lo hacen vecinos de Burgos. A tiempo. Que esta pacifica ciudad salte es todo un síntoma del hartazgo ciudadano. Y cuando los españoles tranquilos se hartan no tienen rival. La mordaza no sirve; perdido el miedo, se la quitan con la punta del meñique.