
El jueves 21 tenía una cita con Pablo Iglesias para grabar una entrevista en su programa Otra vuelta de Tuerka. A la vista de las que hizo a Rosa María Calaf e Iñaki Gabilondo, acudí encantada. Cuando él llegó, comentó lo ocurrido en la Universidad. Se mostraba un tanto sorprendido de la repercusión de sus palabras. Instantánea. Porque apenas en el camino de vuelta al centro de Madrid ya había saltado en Twitter el hashtag #IglesiasContraLaPrensa que no dejó de crecer hasta llegar al paroxismo habitual. Fue como si se hubiera desencadenado la Tercera Guerra Mundial, el problema más grave de este país llamado España. Entrevistas a Rosa María Calaf, a Iñaki Gabilondo, a otros periodistas, a mí… Para odiar a la prensa, disimula bien su inquina.
El contexto es esencial, como dice en su lema este medio, ctxt.es. Veamos. Se presentaba en la Universidad Complutense un libro de Carlos Fernández Liria editado por La Catarata. Rara vez esta modesta y esforzada editorial habrá contado con tal afluencia y tal presencia de medios. Sería por Pablo Iglesias. Sería. Fernández Liria es profesor de Filosofía. Asistir a una charla suya es una inyección de ideas. Brillante y provocador, sus palabras son un estímulo constante a la reflexión, al espíritu crítico, a ir más allá. Escucharle invita a huir de la mediocridad. Palabras mayores para momentos de acusada literalidad del pensamiento. Es el contexto. En la Universidad, no en una rueda de prensa. Por lo demás, lo que Iglesias dijo -–y hay que oír la intervención– es la verdad. Corren tiempos muy duros para el periodismo y ése es el auténtico problema a resolver. De enorme gravedad.
La prensa oficial mantiene una campaña contra Podemos, innegable, que opera, sin embargo, como gota malaya que ya surte efectos. A veces llega a resultar hasta jocosa, en su empecinamiento y desmesura. Portadas encabezadas por dos o tres noticias contra la formación, a diario, editoriales que ruborizan… .
«Tras ejecutar a Nikolái Yezhov, jefe de su policía secreta, Stalin ordenó que fuera borrado de las fotografías en las que aparecían juntos. Mao hizo lo mismo con Bo Gu, con el que había compartido la Larga Marcha y que desapareció de una vieja imagen en la que se les veía posando sonrientes. Kim Jong-un aprendió de su padre que no hay nada como un pelotón de fusilamiento para afianzarse en el poder: ejecutó a su tío Jang Song-thaek y después lo eliminó del álbum familiar. La consigna en los regímenes comunistas, a la hora de purgar al camarada descarriado, es que no quede nada de él. Ni su recuerdo».
Así comenzaba, para asimilarlo a Pablo Iglesias, una columna escrita hace un mes por David Jiménez, director de El Mundo, el diario en el que trabaja el periodista aludido por el secretario general de Podemos. El mismo que esta semana anunciaba un ERE para 185 de sus trabajadores y otros 39 más de otros medios de la empresa Unidad Editorial.
Una campaña cierta. Nos consta. «Me consta cómoalgunos comités editoriales de algunos medios pusieron una línea roja por la que solo valía que apareciera Podemos para informar negativamente sobre la formación política y sus líderes», escribe José Sanclemente en eldiario.es. Añadiré, en inciso, que consta también que “a Ciudadanos hay que tratarlo bien”. Ayer, todos volvieron a la carga rasgándose las vestiduras:
«Debería saber Iglesias que la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas como la suya», tronaba el editorial de El País. Paradójicas sentencias, cuando no han publicado ni media palabra de la relación de Blesa o la actual mujer de Felipe González en los #PapelesdePanamá, por poner solo un ejemplo. Ni El Paísni sus colegas de la mañana. Hurtar noticias es grave. Es como si en una carretera en obras no se advirtiera al conductor de un socavón profundo.
Cada palabra de lo dicho o escrito por Caño, Herrera, Jiménez, Prego… se les vuelve en contra por sus hechos. Lo más grave es, sin embargo, que la verdad la conocen hasta quienes critican “el ataque al periodista y al periodismo en sí”. Entre el aluvión de artículos publicados en apenas 48 horas, hemos sabido que la dirección de El País se plantó en la redacción para decir «que confía en que Ciudadanos entre en el Gobierno y juegue un papel fundamental en la política española, y no sólo eso, sino que espera que el periódico contribuya a eso», según contó Íñigo Sáenz de Ugarte. Y esto va mucho más allá de lo que suele denominarse “de tendencia” (progresista, conservadora…). Esto es participar en política sin avisar a los lectores. Es hacer política más que información. Otros medios no precisan ni advertir de sus intenciones.
Leímos todos que la nueva Comisión de Interior del Congreso constató la existencia de una policía política al servicio del PP. Que así se elaboró un delirante informe contra Pablo Iglesias (PISA, por Pablo Iglesias. S.A) que la justicia ha rechazado casi con rubor, como otros que les antecedieron y que han sido desestimados también. Pero que no por eso dejaron de difundir y amplificar los medios y hasta toda una vicepresidenta del Gobierno. Al margen de la identidad de la víctima –Iglesias, Podemos– esto hubiera tenido consecuencias en un país serio. Eso sí, los afectados casi siempre son los mismos, y los ejecutores siempre, siempre los mismos. Da la sensación de que, aquí, a quien le toca ha de aguantarse.
Es cierto que otros políticos en todas las épocas han sufrido los rigores de una prensa política que sale de su función de informar para ejecutar a quien le molesta. Adolfo Suárez, por ejemplo, Felipe González, Julio Anguita y, ahora, todo el que asome la cabeza en Podemos. Lo del concejal Guillermo Zapata es para crear un trauma. Ahora arrecian contra Ada Colau; levantada la veda, no se para en medios para atacarla. Actualmente la Caverna ha ampliado sus instalaciones, apenas se ve la luz salvo en los digitales, en algunos digitales. Y saberlo no es excusa para callarse y admitirlo como irremediable. Aunque, ¡ay del que caiga en las fauces de esta jauría!
La crisis de la prensa termina siendo un secreto a voces del que está prohibido hablar. Demasiadas cartas marcadas para que el juego sea limpio, o medianamente decente y al servicio de los intereses de la sociedad. Está muy claro cuáles son los suyos, y quién los obstaculiza.
Imprescindible hablar de los pobres periodistas que sufren las políticas de sus empresas. Las que, en bancarrota por su mala cabeza, han tenido que sentar en su accionariado a los principales bancos acreedores. O las que subsisten con la eufemísticamente llamada publicidad institucional, esa medida de gracia del gobierno. No suelen “Morder la mano que les da de comer”. O las que, en TVE, por ejemplo, han de plegarse a las redacciones paralelas al servicio del PP. O, en otras televisiones públicas, para quien sea que ostente el gobierno. O, en televisiones privadas, a intereses comerciales y empresariales que son su razón de ser.
“Con Pablo Iglesias sí nos atrevemos”, firma Antonio Maestre en La Marea. Y así es. Periodistas que se comieron varias veces el Plasma con Rajoy en una de las imágenes más patéticas para la profesión que se hayan dado se ponen ahora estupendos, porque el periodismo es, al parecer, la única profesión exenta de esa práctica.
Los que se han comido también los soliloquios de políticos en lo que llamaron “ruedas de prensa sin preguntas”. Los que admiten como inevitable la manipulación, exclusión de noticias, y desmesuras de sus medios. Los que llegan a suscribirlos con su trabajo. Los que contemplan expulsiones y purgas, mirando para otro lado, mientras sus jefes mantienen impresionantes sueldos y bonus. Los que solo hacen piña corporativa cuando el presunto infractor es contrario a los intereses de su empresa. La comprensión confirma que las cosas no se hacen como debieran. Son tiempos difíciles, sí, pero si algo se puede aprender de la trayectoria seguida es que ceder nunca es una solución, ceder es siempre la antesala para ceder más. O tragar.
Está sucediendo aquella desproporción de la que hablaba Thomas de Quincey en el siglo XIX y que cita el científicoJavier López Facal en un artículo que casualmente habla de mandamientos, sexo y pornografía: “Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes”.
Pablo Iglesias volvió a centrar la atención mediática de forma desmedida en un país que empieza a descubrir el lodazal en el que vive. Estamos conociendo, menos mal, las tácticas mafiosas de Ausbanc y Manos Limpias, a las que durante años sucumbieron o en las que participaron estamentos esenciales del Estado. Bancos, jueces… ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué no dijeron nada los afectados por los chantajes y extorsiones? ¿Los medios lo ignoraron durante décadas? ¿Es todo o la punta de otro iceberg? El PP ha sido judicialmente acusado de ser una organización criminal, aunque los medios tengan mala memoria para recordarlo. Y hasta de homicidio, recientemente en Galicia.
La ley del embudo rige en el pago de impuestos, mientras lideramos las desigualdades en Europa. Nos están envenenando con las emisiones tóxicas de los automóviles trucados, y la decisión que adopta la UE (con España dentro y en cabeza) es aumentar el nivel permitido de gases nocivos. Todo por el lucro. O la codicia. La prensa española parece haber habilitado una corresponsalía en Caracas. No en Panamá. Tampoco enArabia Saudí, por poner un caso, que es cliente principal en armas, con su querencia por el islamismo radical.
Y, así, El Mundo precisamente nos cuenta, este sábado 23 de abril, que “en Venezuela el 12% de la población no come tres veces al día”. Ellos mismos publicaron que 2,2 millones de personas sobreviven en España alimentándose en comedores sociales. Y no dan tres comidas al día. O sin encender la calefacción. O sin cocinar, comiendo latas o prefabricados. La pobreza energética ha aumentado en esta legislatura un 69%, en datos oficiales, como negó a Jordi Évole José Manuel Soria, el exministro hoy aclamado por los suyos como víctima caída de los Paraísos Fiscales. Afrontando, pese a los duros recortes de servicios, el pago de una Deuda Pública que Rajoy ha llevado a niveles históricos e impagables. Más de un billón de euros. El 100% del PIB, cuando la cogió en el 70%.
Callar es secundar todo esto, sin más eufemismos. Éste es el sistema que se quiere preservar. El que torpedea los cambios por el método que sea. Y hay pocas cosas que paguen esa adormidera para la conciencia.
¿Y el problema es Pablo Iglesias ironizando sobre el periodismo actual?
Escribiré en unos días algo sobre las reacciones que ha suscitado este artículo en concreto. En mi opinión aumentan la gravedad de lo que está ocurriendo. Anticipo que se está admitiendo que se manipula y se miente por miedo, y eso implica que, por conservar puestos de trabajo -transitoriamente en muchos casos- se está adulterando la realidad y haciendo daño a todo el conjunto de la ciudadanía. Si el problema siguen siendo los malos modos de Iglesias es que han hecho un trabajo perfecto para quienes dirigen el cotarro. Repito: Hay pocas cosas que paguen esa adormidera para la conciencia.
pedrovalen
/ 25 abril 2016Reblogueó esto en Las cosas de Pedro o el Principio de Petery comentado:
Muchas hipocresía hay con respecto a las palabras de Pablo respecto a un periodista de El Mundo.
josemalopezfernandez
/ 25 abril 2016Es muy cierto, las empresas periodísticas están corrompidas,medio arruinadas y sirven los intereses de los amos que las mantienen. Pero, no son una excepción, casi todos los estamentos de la nación están igualmente corrompidos. Por eso, para comenzar un mínimo saneamiento, habría que haber mandado al PP a la oposición paraprovocar su detonación,y haber pactado una corta legislatura de digamos dos años y luego elecciones. Espero no tengamos que arrepentirnos en junio de la oportunidad perdida, y caigamos en el precipicio per saecula saeculorum.
Jerónimo
/ 25 abril 2016Brillante tu artículo Rosa, como de costumbre. Esto sí es periodismo. Lo otro, y cada vez más, es simple (o complicada) mafia.
«Estamos conociendo, menos mal, las tácticas mafiosas de Ausbanc y Manos Limpias, a las que durante años sucumbieron o en las que participaron estamentos esenciales del Estado. Bancos, jueces… ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué no dijeron nada los afectados por los chantajes y extorsiones? ¿Los medios lo ignoraron durante décadas? ¿Es todo o la punta de otro iceberg?…»
Pues eso. Esas mismas preguntas nos las estamos haciendo todos aquellos ciudadanos que todavía nos hacemos preguntas. Lo malo es que hay una inmensa mayoría que siguen comprando y bebiendo cada día de esa prensa escrita que -con mínimas y honrosas excepciones- se dedica a ocultar noticias que son claves para entender lo que está ocurriendo en este país y a sacar a la luz otras que solo favorecen a los intereses particulares de los auténticos dueños de esa prensa, cierto poder político y los grandes bancos.
Saludos
Sebastián Lora
/ 25 abril 2016Una buena reflexión para hacer una buena relación de agravios de los malos modales profesionales de algunos periodistas con los poderosos.
Pero si me lo permites, olvidas una par de asuntos esenciales en esta polémica que me gustaría compartir.
La primera es que no puede ir un «invitado» a presentar un libro y sustraer todo el protagonismo al profesor Fernández Liria. Hay que reconocer la maestría del Sr, Iglesias para ser el centro de cualquier acto en el que asiste.
La segunda es que no se puede obviar que atacar o intentar ridiculizar a un profesional en un foro académico sin que exista equivalencia para la respuesta de la persona aludida,( el periodista presente fue nombrado siete veces) es un acto despreciable y descalifica a quien lo hace..
La tercera es que hablar de la «crisis de los medios de comunicación o del control económico de los medios …» ha sido un intento de encubrir la metedura de pata, y un intento (parece que con éxito) de que algunos profesionales que se han avergonzado de los viejos vicios que muestra el comportamiento del nuevo líder de la formación nueva.
Cuando quérais hablar de los vicios y estafas periodísticas de las empresas editoras, por favor, hacedlo fuera de la metedura de pata, de la arrogancia o de las justificaciones de cualquier líder político.
narbona
/ 25 abril 2016Ante todo, felicitar a Rosa María por la repercusión que este artículo suyo ha tenido. Y al que habría que aplicarsele aquel dicho de «¿Ladran? Luego, cabalgamos…»
Andamos descubriendo -y de paso, cayéndonos del guindo- toda la tramoya y las bambalinas de lo que ha sido la política de este país en los últimos treinta y pico años. Y de cómo (no tengo duda de ello) el papel de los «medios» ha contribuido con su relato tramposo a que la ciudadanía percibiera una realidad cuando menos hurtada de datos, distorsionada.
Ahora, que la prensa auténtica, escasa, digital y sin pelos en la lengua muestra la realidad sin trampantojos -y lo que es mejor: que cada vez llega a más gente-, sale toda la armada mediática a dar la batalla y defender todo su entramado; el mismo que nos ha traído hasta aquí con tanto desconocimiento por encubrimiento.
Una sociedad democrática ha de estar informada. Luego, si no lo hemos estado… ¿qué clase de democracia es o ha sido ésta?
Chapó, Rosa.
Carlos César Alvarez (@CCAvz)
/ 25 abril 2016¿Cuándo os vais a reunir los muchos periodistas honrados e independientes que hay para crear una Asociación de la Prensa Alternativa? La que hay ahora solo representa los intereses de algunos.
namanga
/ 25 abril 2016Actualmente los llamados «medios de comunicación de masas» no son más que departamentos de publicidad y propaganda de los oligopolios que nos gobiernan. Por eso no importa que no tengan beneficios, son un departamento más en la contabilidad de las empresas, lo importante es el beneficio final de todo el conglomerado financiero-empresarial. (Otro departamento sería el gobierno, pero esa es otra historia).
7
/ 26 abril 2016Reblogueó esto en Raciozinando.
Jose V. Navarro
/ 26 abril 2016Yo, lo único que le he criticado a PABLO, es que lo personifico en un individuo, pero ¿acaso no es verdad que le dijo lo que pensaba sin silogismos, directo, salido de la rabia que da ver a ciertos juntaletras enfrente de ti, para ponerte a caldo en la primera oportunidad que tengan? además sin ningún miramiento, sin pararse a pensar si hay algo de verdad en las acusaciones que sueltan, si ya sabemos que los panfletos y las octavillas que algunos hemos repartido en otros tiempos resaltaban los males que se avecinaban, no teníamos otras formas, pero ahora están los medios muy modernizados y ya los periódicos ( escritos ) cuasi han pasado a otro limbo, prestos a desaparecer, y mucho mas si sus noticias son comparables a aquellos panfletos y octavillas.
Muy bueno tu análisis, siempre quedan los que prefieren morir de pie, que los que pretenden vivir de rodillas
erre2de2
/ 27 abril 2016Bajo el paraguas de la libertad de prensa y la libertad de expresión pretenden refugiarse aquellos que, lejos de informar, se han convertido en sabuesos.
No les dedicare ni una línea mas. Enhorabuena otra vez, Rosa.