La foto la encontró mi amigo Gonzalo Semprún, y la veo a diario encabezando su twitter. El niño que, viviendo entre violencia y los escombros que provoca, rescata el marco hueco de un televisor para sonreír a la cámara.
Podría pensarse que es un inconsciente, el chistoso del barrio, o un empecinado ser que apuesta por la felicidad. La variable fundamental es que él no puede resolver el conflicto del que es víctima. Su actitud desafía la barbarie, y la denuncia.
Ya sabemos que tendrá momentos de tristeza o miedo cuando se apague el botón inservible del receptor roto, pero éste es cierto. El niño feliz, el niño valiente; la esperanza.
Múltiples focos nos llevan a la actualidad en este comienzo de año, pero he querido iniciarlo con este crío que aprovecha los escasos resquicios que le deja la vida para plantarle cara y luchar por ella. Con una rotundidad sin fisuras.
No lo tiene nada fácil. El balance de UNICEF sobre la nueva ofensiva israelí sobre Gaza -«Margen Protector» llaman a ésta de la que ni se habla apenas ya en los medios- cifra en 400 los niños muertos y 2.500 los heridos. 370.000 precisan ayuda psicológica.
Que la suerte te acompañe, muchacho. O la cordura de alguien que pueda parar los desatinos.
laperritamarilin
/ 7 enero 2016Se necesitan cinco formulaciones positivas para contrarrestar una formulación negativa. Por suerte, en el campo vibratorio de un niño, la cercanía de los pensamientos positivos le viene por instinto; un instinto que va perdiendo transparencia a medida que se vuelve permeable a las indicaciones de los adultos. De los niños hay que aprender siempre. Todos nacemos con la percepción natural de bienestar y felicidad. Un estado en el que las guerras carecen de sentido
rafaelfiglesias
/ 7 enero 2016Reblogueó esto en Cómo hemos llegado hasta aquí.
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/ 7 enero 2016Reblogueó esto en Raciozinando.