El gobierno da el golpe de gracia a TVE

No, no habéis leído mal, en realidad éste es el titular correcto. El desmantelamiento paulatino de la televisión pública en España, llega a su meta hoy cuando el Consejo de Ministros ha decidido que la cadena estatal no emita publicidad a partir del año próximo. Bien estructurada, sería una medida acertada, ninguna televisión debería inundarnos de publicidad, ya lo expliqué un día aquí: la publicidad es spam. Pero resulta que es la que paga y todo se hace en función de ella, consagrando el modelo: la sociedad de consumo. El mecanismo adoptado para la teórica supervivencia de TVE es que contribuyan a su mantenimiento las cadenas privadas –que también parece lógico dado que, aunque lo olviden, están definidas como servicio público y son las que buscan el beneficio como objetivo prioritario-. También los teleoperadores que se han apresurado a decir que nos lo repercutirán en la factura.

En consecuencia, la medida suscita un profundo rechazo. En las privadas porque, a pesar de lograr su reiterada petición de que TVE redujera su publicidad -para ganar aún más-, van a tener que aflojar el bolsillo. En las compañías de telecomunicaciones –Telefónica, Vodafone y demás-, que braman aunque anuncian que lo pagarán los ciudadanos… y algo más: amenazan con despidos en sus plantillas, la obscena forma de presión de los empresarios. Y en los españoles porque tampoco quieren costear un servicio que no les gusta, o no les ofrece una oferta demasiado diferenciada. Todos descontentos ¿qué queda?… El autor de este modelo es Nicolás Sarkozy, que tiene poco de socialista.

D. Quijote de la Mancha, los Gozos y las sombras, Fortuna y Jacinta, Historias para no dormir, Doce Hombres sin piedad, el Rinoceronte, Eloisa está debajo de un almendro, La cabina, El asfalto, Historias de la frivolidad, Un dos tres, Escala en hifi, Mariona Rebull, la Sra. García se confiesa, la bola de cristal, la mandrágora, metrópolis, la edad de oro, Érase una vez el hombre, El hombre y la tierra, La clave, Informe Semanal, En portada… retransmisiones, todos los eventos deportivos importantes, todos los hechos noticiables ocurridos en el mundo vistos en directo, desde la llegada del hombre a la luna al 11-S norteamericano… Para hacer esto hace falta dinero. Y las privadas no lo invierten porque es caro.

Cada uno compondrá la propia historia de sus recuerdos de TVE hasta hacerla exhaustiva. Algo hizo bien la televisión pública a pesar de las muchas agresiones sufridas. Entre ellas, la mala gestión en muchas épocas –incluso corrupta- y la manipulación política. Había que cambiar el rumbo pero ¿mermando su influencia a favor de las privadas?

UN POCO DE HISTORIA.

Tras la puesta en marcha de canales autonómicos en 1983, el monopolio estatal de televisión se rompe definitivamente con la ley de 3 de Marzo de 1988 que liberaliza el mercado televisivo. A principios de los noventa empiezan a emitir Antena 3 y Telecinco, antes de acabar el año lo hará Canal Plus, de pago por visión, salvo los informativos y algún programa. Más adelante entran en el juego Cuatro y La sexta.

El primer día de Antena 3 ofrece, desde las 8 de la tarde, la presentación de su director general Manuel Martín Ferrand, luego noticias con José María Carrascal, la picota, la ruleta de la fortuna con Mayra Gomez Kempt, Y con el bebé son cinco, la tarántula de Antonio Herrero, un show de Juanjo Menéndez y videoclips hasta la despedida y cierre.

Telecinco se estrena el 3 de Marzo, media hora más tarde, a las 20,30. Con una gala inaugural, la película En busca del arca perdida, y boxeo.

No creo que nadie con espíritu democrático quiera el monopolio en televisión. Sólo lo conservan países como China, Cuba,Corea del Norte o Libia. La mayor parte de los de nuestro entorno tienen un régimen mixto de televisiones privadas y públicas. Y suele ser el Estado quien hace concesiones a las empresas privadas. La BBC británica –siempre el modelo- se financia por subvención estatal y por un canon que pagan los ciudadanos. Las privadas se agrupan en la ITA, que también es un organismo estatal y quien contrata a las empresas que gestionan la privada. Estas se nutren exclusivamente de la publicidad. Ambas variedades tienen una gran independencia financiera.

España va a tener entonces un régimen diferente. Desde que en 1983 se retira la subvención estatal para RTVE, se vino financiando sólo con publicidad. Se trabaja en realidad como soporte de los anuncios, como van a hacer las televisiones privadas. Pero ahora la archiconocida tarta se reparte y hay que atraer a las audiencias que… ven anuncios. Ésa es su prioridad. Como dice Ramón Colom, ex director de TVE, “no se programa para los espectadores, se programa para las agencias de publicidad”. Y eso necesariamente ha de cambiar los mensajes.

Hay seis potentes grupos mediáticos en España y todos están o han pasado por las televisiones privadas, en las que también participan todos los que mueven la economía, incluidos los bancos, por supuesto. En Junio de 1997 el Partido Popular privatiza, también, Retevisión, la red de difusión de la señal, que era una empresa pública -de todos los españoles por tanto- actuando en régimen de monopolio. La base que creó RTVE para que todos emitieran. No conozco a quien haya seguido la pista de esta empresa y sus beneficios. Las autonómicas están controladas por los poderes políticos locales.

Muchos de quienes se sientan ante el televisor a ver un partido de fútbol, un telediario, una película, ignoran el entramado de intereses que se esconde tras la pantalla. Poderosísimos grupos financieros, entrecruzados, participados unos por otros. Su forma de hacer va a ser distinta. El catedrático Ramón Gubert, lo definió con claridad: “Habían empujado mucho sus peticiones invocando la libertad de información, luego hemos visto que lo que invocaban de verdad era el derecho a la libertad de negocio”.

La televisión ha cambiado desde comienzos de la década de los 90. Es un fenómeno mundial que también sobreviene por los cambios tecnológicos. Los sociólogos no se ponen de acuerdo en si ha sido la televisión la que ha transformado a la sociedad o al revés: si ha sido la audiencia la que ha pedido otros contenidos. Cada cual puede sacar sus conclusiones. Yo creo que la televisión es «la madre del cordero», una de las principales causantes de la degradada sociedad actual. La televisión es ahora exclusivamente un negocio y por tanto exige costes baratos y más audiencia para vender lo que anuncia la publicidad. Proliferan los programas de entretenimiento sobre la información o la formación, nace y se expande la telebasura.

¿Qué fue primero la tele o la sociedad? El hombre y la mujer modernos quieren ahora, según los expertos, imágenes fácilmente digeribles y situaciones que les hagan vibrar y reaccionar, como la violencia, la sangre y el sexo. Y rechazan casi todo lo que les haga pensar. Es una sociedad hedonista, hija del aparente bienestar económico, pero en realidad cada vez más desequilibrada en la diferencia entre ricos y pobres, que ha olvidado el revulsivo de la Segunda Guerra Mundial y no parece conmoverse con los conflictos bélicos aislados que no les tocan de cerca, ni con el hambre y las injusticias que otros soportan. Ni casi con los suyos propios. Han logrado desactivarla por completo. No recibe información de calidad, no tiene opinión madura, se deja manejar y no reacciona.

4.150 trabajadores, algunos altamente cualificados, nos vimos obligados a marcharnos de RTVE -¡menos mal con lo que habría de venir!-, como les ha pasado a muchos otros compañeros de ya casi todos los medios informativos. El periodismo está en crisis pero ése es otro debate, o quizás el mismo. La consecuencia, insisto, es que la sociedad no está bien informada. Y no le importa.

   Los jóvenes ya no ven televisión, ha quedado para un reducto envejecido y escasamente formado, que son los únicos que la ven con asiduidad. Aunque para ellos es su principal fuente de información y de entretenimiento. Masa amoldable para ser aún más manipulada.

Era necesaria una televisión pública fuerte, de calidad, porque sería la única cuyo fin principal no fuera el lucro, sino el viejo axioma: informar, formar y entretener. Con un presupuesto de subsistencia y con todo el entorno en contra, imbuida de la moda -nada ingenua- de la trivialización  ¿qué futuro le espera? Y ¿qué necesidad había de anularla? La respuesta es ya un clamor y, en mi opinión, costituye uno de los más graves errores de Zapatero. Él sí se ha atrevido a realizar la tarea exigida que, sin duda, hubieran acometido los populares, aunque beneficiando a otros grupos distintos.

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