Noche de ilusos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nadie diría que es el mismo país. En España dos millones de niños, es decir, uno de cada cuatro, se encuentra en riesgo de pobreza. El informe lo elaboró UNICEF en Noviembre, asegurando que tenemos uno de los niveles de riesgo de pobreza infantil más altos de la UE, solo superado por Rumanía, Bulgaria, Letonia e Italia. Ya sabéis, los europeos de tercera a los que echamos a patadas, más la berlusconizada Italia. Y nosotros.

 Estiman en UNICEF que no implica que estos niños pasen literalmente hambre, pero sí les amenaza desnutrición al no tomar esos “caros” alimentos que nutren.

Nadie diría que es el mismo país al que llegan Papa Noel y los Reyes Magos atestados de obsequios como en pocos sucede. Y la despedida del año si se tercia. El que llena plantas enteras de juguetes y desvalija estanterías de los que, con marca, más “de moda” están.

Para uno de cada cuatro niños, el pan y la pasta, a agua seca. Para buena parte de los otros, Papa Noel desafiando las fachadas cargado de regalos el 24 de Diciembre, y los Reyes de Oriente otra vez en la noche del 5 de enero. Sí, nenitos, la vida es jauja.

Bombardean las televisiones, la pública incluso, incitando a comprar sin medida y sin criterio. Las cabalgatas se multiplican en un mundo retransmitido y se cuenta a los niños que «la magia» permite a Sus Majestades estar en todas partes. Si se avecina lluvia, se adelanta un día como en Sevilla, que no pasa nada.

Mientras, los adultos se afanan también en adquirir regalos por doquier, hasta en almacenes aún sin rebajas, de esos en los que venden bisutería cara que cuesta más para que el usuario publicite la marca y se distinga de quien no puede comprarla. Es el mismo país, éste. Con lo cálido que es un detalle simbólico que diga: me acuerdo de ti y te quiero.

 

Al 92% de los lectores de El Mundo le parece bien que los niños crean en los Reyes Magos. A mí aún me duele en el alma haberme enterado de la falacia. Porque era bien preciosa la fábula: alguien que desafía la gravedad para cumplir tus deseos. Por más que se empeñaran en traerme cosas distintas de las que pedía. Aquellas inútiles muñecas por ejemplo, que jamás incluí en mis cartas, y que descabezadas el mismo día 6, demostraban, como me temía, que no tenían nada dentro, ni servían para nada. Saber además que en un hogar con estrecheces se gastaba así el dinero, me produjo un sentimiento ambivalente.

Frente a las malvadas niñas del colegio que me advertían, yo mantuve que una noche llegué a escuchar a los Reyes Magos en el comedor -lo de la ingenuidad es genético-. Y aún pienso que la ilusión no puede basarse en la mentira. Lo que crea es ilusos, tierras movedizas. Y en ello seguimos. Cuéntame mejor fantasías verosímiles que ensanchen mi mente. Media una trascendental diferencia.

 Hoy hace dos años que comencé el blog, fue una magnífica idea. De amigos, a los que nunca agradeceré bastante la recomendación. Goza, en la actualidad, además, de una salud excelente, en vigoroso crecimiento. Y hoy hace también tres años que emití mi último reportaje en Informe Semanal. Un rey de mi sangre, avispado como pocos, me regaló entonces una brújula clásica para que encontrara un nuevo camino. Creo que lo conseguí. Hoy siento que la brújula tintinea inquieta pidiéndome cambios. Es lo que tienen las brújulas vivas, regaladas con criterio y con amor

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Me regalan un repelente eléctrico de roedores

Reviso el correo postal atrasado, esas montañas que crecen en pocos días que no tengas tiempo o ánimo de afrontarlas. Para mi es uno de los más duros e innecesarios trabajos a los que me somete esta organización social “que nos hemos dado”. Y lloro por los árboles que mueren como tributo.

Entre los papeles, una invitación –a mi nombre y apellidos ¿de dónde los han sacado?- para hoy, a un “lujoso” hotel de la zona de Ventas, donde, sólo por asistir, me van a regalar…

¡Un juego de dos bolígrafos y llavero!

Ahora bien, si me acompaña mi cónyuge –un jueves laborable-, entonces recibiré totalmente gratis –subrayan-…

Un elegante juego de pendientes de plata con auténticas perlas cultivadas (en sus talleres, no en el mar a cargo de una sufrida ostra).

                                                      +

                                   (es un más, no una cruz funeraria)

¡¡¡ Un repelente eléctrico de roedores e insectos!!! ¡¡¡Anunciado en televisión!!!

Debemos ir el con el DNI y no sé si con un certificado de matrimonio.

Recuerdo los tiempos en los que proponía a mi amigo Juanjo que me hiciera de marido prestado para repartirnos un viaje de 3 días a un hotel en la playa, un televisor o una cámara de fotos con teleobjetivo, un juego de maletas incluso. Nunca fuimos en realidad, pero nos reíamos mucho. ¿Pedirían el libro de familia que entonces sí existía? creo que ahora lo han quitado.

Me llaman la atención varias cosas. Esa opción por la “familia” como ente de solvencia. La fascinación social por el «gratis«. Y, sin duda, la rebaja de los incentivos para acudir a escuchar un rollo de descomunales dimensiones, con el exclusivo objeto de venderte algo (innecesario) que cueste más que lo que te dan, si te lo dan.

Al parecer presentan “una de las colecciones más emblemáticas de Alta Joyería –con mayúsculas”. Y me pregunto si habrá alguien que elija esa opción para pasar la mañana o la tarde. Y qué marido se animará a asistir al evento, con tan jugosa recompensa.

Pero lo del repelente eléctrico de roedores me ha llegado al alma. A través de un post en el que puse una foto de una preciosa rata –pensando en cierta asociación que fundé-, he descubierto (realmente asombrada, lo confieso) el irresistible atractivo que ejerce este animal –no hay día que no entren 40 ó 50 personas en el periscopio buscando fotos de ratas-. Era una monada, mirad:

Así que igual no es ninguna tontería regalar un repelente para estos bichos. O mejor unas jaulas para conservarlos. ¿Hay ratas en Madrid? ¿Al punto de necesitar repelentes eléctricos para el hogar? Familiar por supuesto.

Pero no, la incitación al consumo se vende ya de saldo, de mercadillo. Por cierto, estuve el martes en el de Majadahonda -que pase por ser el más «chic»-. La “Alta Joyería” se ofertaba a dos o tres euros la pieza. Diez sí era “De marca. “¡Gargantilla de Bulgari!”, susurraban en voz baja -y agarrándote del brazo- vendedores que eludían a la policía.

Hay oferta porque hay demanda. Y hay “mercados” y “mercadillos”, hijos de un mismo tronco.

Pues que no voy a ir a por mi repelente de roedores –dado que carezco de marido-, ni siquiera a por los dos bolígrafos y llavero, reservados a las parias sin pareja. Pero sí voy a salir a respirar la deliciosa contaminación de Madrid. Miraré bien a dónde pongo el pie, a ver si tengo que sortear ratas.

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