Obama reinventa EEUU

Un discurso histórico de Barack Hussein Obama en la Universidad de El Cairo que no tiene la repercusión debida en el país que –como empiezan a hacer casi todos- sólo sabe mirar adentro sin entender, ni apreciar, los hilos que mueven el mundo y le afectan. Hussein, Obama, está construyendo un nuevo EEUU, con otra dialéctica, lo que Nacho Escolar llama el uso de la palabra. Aún en la hegemonía del planeta, resulta esperanzador.

Un experto, que ya dio todas las claves hace unos días, nos subraya qué ha dicho Obama y qué representa, relatando la experiencia de escuchar el discurso con muchos de quienes crean opinión en España. Os dejo con Javier Valenzuela.

“En cualquier caso, Obama empleó el tono y las palabras exactas para comenzar a poner fin a una relación entre Estados Unidos y ese mundo que él mismo calificó como de «tensión», «miedo» y «desconfianza» mutuas. Obama también abordó todos y cada uno de los temas conflictivos, sin escabullirse ni al hablar de por qué EE UU sigue en Afganistán, ni de la desastrosa e injustificada invasión de Irak, ni del mucho dolor de los palestinos, ni de la ausencia de democracia y derechos humanos en buena parte del mundo árabe y musulmán, ni de la necesaria igualdad de la mujer”.

“En la posterior ronda de comentarios, sólo un conocido radiopredicador muy de derechas le puso un pero a la totalidad del discurso. En su opinión, Obama había hecho todo una exhibición de «debilidad» ante el, para él, peligrosísimo universo islámico. Al radiopredicador le había dolido en particular el que hubiera hecho una referencia a Al Andalus como modelo de convivencia, para lo que era la Edad Media, de culturas y religiones. Al Andalus, vino a decir, era una espantosa dictadura musulmana”.

“El 11-S y los días que siguieron todos nos sentimos neoyorquinos. Luego Estados Unidos se extravió, se hizo irreconocible, se convirtió en una potencia que recortaba derechos y libertades en el interior y se comportaba agresiva y autoritariamente en el exterior. Pues bien, Obama siguió este jueves intentando recuperar el gran capital de simpatía que su país recibió el 11-S. Y lo hizo ante el público más difícil: un mundo árabe y musulmán receloso no sólo por las políticas de Bush sino por décadas de doble rasero norteamericano. Y tal vez, como observaron tres de los participantes en el encuentro en la embajada de Estados Unidos en Madrid, consiguió su mayor punto de credibilidad cuando dijo: «La situación del pueblo palestino es intolerable».

El resto del artículo aquí. Y en el blog de Javier.

  La ultraderecha, según un sondeo, se coloca como segunda fuerza política de los Países Bajos (Holanda). Era peligrosamete previsible. Veremos qué sucede en el Reino Unido, en el resto de la UE. No son descartables otras «sorpresas» similares. No sigamos de espaldas a lo que acontece. La información puede seguir teniedo opciones a cambiar los desastres del sistema. Trivializada, controlada, aún es posible encontrarla. Nosotros tenemos una pequeña llave en las urnas.  No importa lo que digan algunos impresentables políticos españoles: hay que votar. Europa a la deriva, mientras EEUU resurge de la mano de Obama -si le dejan-.

El negro y el blanco

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El blanco y el negro. Lo claro y lo oscuro. La luz y las tinieblas. Pensando en estos conceptos casi filosóficos me he levantado hoy, tras escuchar en la cama las noticias y hacer un repaso a la información por Internet.

 El negro peyorativo se viste hoy de resplandor luminoso al cumplirse 100 días de Obama en el Gobierno de EEUU y en el liderazgo mundial. Una actividad firme y una actitud cercana. Desmontar el nefasto legado de Bush. Volver al multilateralismo. Hablar con amigos y enemigos. Permitir la investigación con células madre. Quitar restricciones al aborto. Restaurar los derechos de los sindicatos. Impulsar la igualdad entre hombres y mujeres, aprobando una ley de equidad. Inyectar dinero en el sistema, pero cuestionándolo. Admitir la mano del hombre en el cambio climático y adoptar medidas para luchar contra él. Ordenar el cierre de Guántanamo y la supresión de las torturas y cárceles secretas -aunque no investigando a los culpables de haberlas practicado-. Algunas cosas se le resisten aún a este Presidente cuya popularidad roza el 70%.

Despiertos del ilusionante sueño real, volvemos al agujero, a España, a Madrid, a sus políticas blancas pero tiznadas de algo más que sospechas. El vídeo difundido hoy por la SER demuestra que Ignacio González, el vicepresidente de la Comunidad, fue espiado, pese a que una bochornosa comisión de la Asamblea dominada por su partido, el PP, «limpiara» oficialmente el asunto. A las imágenes no las entierran las mayorías políticas. Pero no es lo peor. Le vemos entrar con bolsas en un domicilio particular y salir sin ellas, alojarse a cuerpo de rey en una suite, relacionarse con muy malas compañías, no pasar controles aduaneros y de pasaportes -¿por qué?-.

El 49% por ciento de los norteamericanos justifican la tortura para extraer información sobre el terrorismo -¿a terroristas confesos, juzgados?-.

El 65% de los franceses -no inmersos ahora en demasiados líos políticos salvo el autodesmantelamiento de la izquierda- aprueba las listas étnicas auspiciadas por Sarkozy.

El PP goza en Madrid de mayoría absoluta -bien es cierto que la calidad de la oposición socialista le ayuda poderosamente a ello-. En el conjunto del Estado, el PP cosecha más de 10 millones de votos.  Tampoco el resto de los partidos se libran de corruptelas, aunque, aparentemente, no de similar calibre.

El pozo negro, lúgubre, es la ciudadanía a quien debiera serle exigido un carné de ética, junto con el DNI, al ir a votar.

Jueves, santo para los católicos

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Contaba Javier Pérez de Albéniz, en soitu, que en Uruguay -donde se encuentra- un informativo comentó: «hoy empieza para los católicos la semana santa». Para los católicos. En Uruguay, uno de esos países a quienes consideramos más atrasados que el nuestro. España asiste a un recrudecimiento de esas sendas de iconografía del dolor, autoflagelaciones, sangre, potajes de bacalao y torrijas, velas, inciensos y naftalina mental. Lazos blancos como añadido para mandar a la cárcel a las mujeres que abortan, porque no dejarán de hacerlo y sólo se pide vuelva para ellas el castigo penal. Con inmigrantes por costaleros, que el paso tiene demasiados kilos y para eso sí los queremos. Con famosos de postín impregnados de contradicciones. Con millones de personas atrapadas en su coche parado en las carreteras porque huyen ni saben de qué, a tumbarse cerca del mar, a pesar de la lluvia y el destemple que siempre acude a las celebraciones de estos días. Con el 44% de la población que ya se quedaba en casa antes de la crisis. Y las teles martilleando con procesiones. ¿No emiten también más películas religiosas -y «de romanos» ¿¡¡¡?- que nunca? ¿Por qué?

 Jueves… Santo. 25 mil personas -o más según diversas fuentes- morirán hoy por hambre y desnutrición, la mayoría niños. Millones de personas lo pasarán con un exiguo plato de maíz, o de arroz, o de caldo sin sustancia. Muchos caerán en guerras olvidadas. No hay lazos de color alguno para ellos. En el centro de Italia temblarán de miedo porque tiembla la tierra y su jefe de gobierno vive en otro planeta. El mismo donde habitan los adictos a la Semana de Pasión (dolorosa e hipocritamente masoquista), que no es otra cosa.

Obama va a legalizar a 12 millones de inmigrantes ilegales. Rajoy le acusará de «efecto llamada». Nada es perfecto (salvo la santidad). Pero el presidente de EEUU me ha dado una luz en este día. Santo: Perfecto y libre de toda culpa; en el mundo cristiano, se dice de la persona a quien la Iglesia declara tal, y manda que se le dé culto universalmente, persona de especial virtud y ejemplo. Dicho de una cosa, que trae al hombre especial provecho… Eso dice el diccionario oficial de la RAE.

 ¿Qué más tiene de «santo» este día?

Necesitamos un millón de Obamas

El mundo vive un inusitado momento de euforia con la llegada de Obama. Anoche estuve en la fiesta que los demócratas españoles dieron para celebrar su llegada y no se puede contemplar algo más cercano a la felicidad. La misma que se veía en los rostros de los presentes en la ceremonia de Washington. Algo parecido sucede en medio mundo -no creo que en Gaza, aunque cabría pensar que también allí se respira un atisbo de esperanza-.
Algunos empiezan a advertir, sin embargo, silencios y medidos excesos. No sin razón. Hay que dar cien días de margen, pero algo se vio en el propio discurso de aceptación. Coincido plenamente con el análisis de Nacho Escolar en su blog. O los demasiados patria y dios que agobian a Javier Pérez de Albeniz, y que, sin embargo, saluda con alborozo la COPE. ¿Cómo desconfiar de alguien que habla de Constitución, patriotismo, y lucha contra el terrorismo… como -dice- en tiempos de Áznar?
Para mí, lo más relevante hoy -en aras del pragmatismo- es pensar con que vehemencia precisa la gente una ilusión. Y, sobre todo, porqué. La política nos ha fallado. Ha hecho, claramente, dejación de sus derechos a favor del Mercado, y es -sino la causante- la responsable de la crisis que padecemos. Les encomendamos que cuidaran nuestros intereses, y miraron para otro lado.
Hay miles de ejemplos. En mi último libro, «España, ombligo del mundo», recojo las palabras de Jean Ziegler, relator especial de la ONU, en un reportaje imprescindible de Vicente Romero y Mariano Rodrigo para Informe Semanal: «8 empresas controlan el 80% de los alimentos en el mundo. Es muy fácil lograr un acuerdo entre ellas sobre los precios». Esas empresas no estuvieron presentes -ni en las palabras- en la cumbre de la FAO, que se celebró en aquellos días en los -sin saber porqué- los productos esenciales subieron hasta resultar prohibitivos. Fue flagrante que los gobiernos callaran y ni mentaran este dato que conocen, ni le pusieran remedio. Así ha sido todo. La batalla la ganó el liberalismo. Y aún lo sigue naciendo. Ni una sola estructura ha cambiado ni cambiará de momento, con Obama y sin Obama.
Necesitamos de tal manera que algo sea diferente a como es -hoy también, a pesar de todo-, que nos aferramos al histórico relevo en la Presidencia de los EEUU que no deja de ser la Presidencia… de EEUU.
Pero nuestros políticos deberían aprender la lección. Queremos dirigentes -y opositores- cercanos, que no se peleen, que vivan en el Siglo XXI tecnológico, que nos hagan creer -si quiera por unos días- que algo va a cambiar. Necesitamos un millón de Obamas.

Obamicémonos

omama Veinte de Enero. El gran día. Aunque es difícil decidir si porque se va Bush o porque llega Obama. ¿Demasiadas expectativas? Las suficientes para estar esperanzado. Creo que lo que más me gusta del mito es que es un proyecto colectivo. Ha llegado a lo más alto porque muchos creyeron en él y se arremangaron camisas, jerseys, batas, hasta chaquetas, para trabajar por su triunfo. La gente es quien podrá cambiar el mundo, si llega a convencerse de su fuerza. Por primera vez seguramente un político que utiliza los medios -internet, todas las tecnologías, el siglo XXI sin más- que usan sus conciudadanos. Uno de los nuestros. O al menos, lo parece.

 Entretengamos la espera con este juego. Pincha aquí.

Aznar y el exotismo histórico

Habló Aznar y nuevamente dio la nota. Le sucede como al italiano Berlusconi, proclive también a los excrementos verbales. El ex presidente español ha calificado el triunfo de Obama de “exotismo histórico”, el italiano habría destacado el color de la piel del próximo ocupante de la Casa Blanca para mofarse de él. Probablemente, Aznar también alude a la calificación de exótico porque la raza negra del presidente electo estadounidense no es la de la mayoría blanca del mundo occidental. Por mucho que viaje e imparta clases, Aznar no ha debido entender que no somos el patrón oro: el amarillo domina en la poderosa China, y el negro en África, el mundo es multicolor y poliédrico, incluso polimorfo. Pero el racista, el poco ilustrado, separa y elige lo mejor identificándolo con él mismo.

Ahora bien, Aznar se refiere a un “exotismo histórico”. Es decir, algo extraño, chocante, extravagante, algo excepcional en definitiva. Ése es el problema. “De toda la vida” han mandado unos y no lo han hecho otros. La mayoría se alzan con el poder por pertenecer a un grupo o casta, el caso de George W. Bush, que se situó en el punto de mira de quienes iban a usarle para sus fines por ser rico e hijo de ex presidente y, seguramente, por sus escasas luces intelectuales y sus pocos escrúpulos éticos. Otros llegan a la cúspide luchando, Atila, por ejemplo. En los partidos políticos españoles, suele darse una mezcla de ambas habilidades –aunque no siempre-. La pelea en esta ocasión es contra los propios compañeros que pugnan por la misma silla. Aquí nos encontramos a Aznar.

Obama es un proyecto colectivo. Enamoró a los norteamericanos hartos de élites y de lobbys, y muchos se dejaron el dinero y la piel porque triunfara. Seguramente sentían que triunfaban con él. Se propone hacer una política diferente a Bush –sólo por eso sería bien recibido-. Y Aznar espera que en lugar de facilitar el dinero a los ricos, preferiblemente amigos, como hizo Bush y él mismo, reparta un poco las oportunidades. Por eso, el sagaz analista cree que EEUU “irá al desastre económico”. ¿Se puede hundir más un país de lo que ha hecho éste con Bush?

¿Esta situación va a ser exótica, extraña, y por tanto caduca? No lo creo, o no lo debemos consentir. Una vez conocidos por sus palabras y por sus hechos, se demuestra su incapacidad para el cargo que ocuparon. Pensar que nuestros destinos estuvieron en manos de esta clase de sujetos, produce escalofríos. Estos presidentes envueltos en vanidad y naftalina no han debido leer la Constitución de sus países: el poder emana del pueblo. Ha llegado un nuevo tiempo, un cambio, un giro radical: más ciudadanos y menos poltronas.