
Toni Martínez (“Todo por la radio”, Cadena SER) está convencido de ello y así lo apunta en su lúcido espacio. Mariano Rajoy declaró la semana pasada que con él iba a haber “una política económica como Dios manda”, pero resulta que en Marzo también le encargó ya a Dios la cartera de industria y medio ambiente:
(Vídeo original en: Antena 3)
Por lo que su intérprete en este mundo, Rajoy, nos avanza, Dios es partidario de potenciar la energía nuclear haciendo oídos sordos al desastre de Fukushima. También se niega a reducir las emisiones de gases contaminantes, dado que, para un futuro de ciudadanos ahogados –en Madrid casi lo estamos ya en el presente-, “Dios proveerá”. Por tanto, la política económica del hombre fuerte de Rajoy estará destinada a proteger los intereses empresariales de potentes industrias. Es un Dios calvinista, anglosajón, que ve con mejores ojos a quienes se hacen ricos sin preguntarles cómo. Que además preconiza la autoridad de Dios sobre todas las cosas. Lo peor es que este Dios es muy poco español (suponía alguna leve reforma y, como es lógico, en España no le dejaron entrar), pero -salvando tan molesto inconveniente- esto ayudará a “recuperar nuestro prestigio internacional”, ése que alcanzamos con la firma de Las Azores, aunque los medios internacionales quitaran a Aznar de tan histórica foto. Con un Dios “como Dios manda”, no habrá más ninguneos, por tanto la tercera persona divina, el espíritu santo, podría encargarse también de la cartera de Exteriores. Y, sin duda, de una vicepresidencia.
Por si fallan los planes, Rajoy sitúa en el número dos de su lista por Madrid a ese gran valor emergente, Soraya Sáenz de Santamaría, que se ha ganado el prestigio y la confianza de propios y extraños, como nos cuenta hoy la prensa para que nos enteremos. Ella podría ocupar las carteras que le sobren a Dios. Aguirre la de educación en línea con los intereses calvinistas de Dios, y Cospedal y Duran i Lleida el resto. Para Fomento nadie como Gallardón. Camps o Trillo son perfectos para Justicia. Pero eso siempre que Dios lo estime oportuno.
Huyo de chistes fáciles, pero, por si acaso, ¿no hay nadie más por ahí? Que la situación económica y el porvenir están muy feos para tan elaborados planes económicos y energéticos. Claro que esto viene de antiguo. Un reciente libro sobre nuestra primera y gran chapuza internacional, “La armada invencible” cuenta cómo Felipe II encargó toda la estrategia de combate a Dios, quien incluso le aseguró un tiempo estable en la contienda y… casi llega el diluvio universal.
No tenemos inconveniente, si así lo decide «la gran fiesta de la democracia» que se celebra cada cuatro años, en que Dios dicte los planes del Gobierno de Rajoy, el problema es que sus representantes en la tierra son muy parcos en comunicarnos sus designios (al menos directamente y claro para que todos los votantes se enteren) y a un mes de las elecciones, los humildes mortales seguimos sin saber cuál será la política de Rajoy.






