Circula por la Red un vídeo de enorme éxito que muestra un prodigio de la naturaleza. Lo rodó la BBC que aún sigue siendo una televisión –pública- generadora de contenidos, a pesar de los mercados. Por el momento, al menos. Y llevo un rato meditando sobre lo que he visto.
El ave del paraíso es un pájaro de Nueva Guinea Papúa. Y tiene un empeño: conquistar a una pajarita. Para ello estima que ha de sorprenderla, alucinarla, y así caerá rendida a sus patas. Y muta.
No sé si la Naturaleza se imita a sí misma, pero vivimos tiempos de grandes transformaciones. Los socialistas se transfiguran en neoliberales y demagogos, y nos decretan estado de alarma, mientras permiten que las eléctricas nos suban el recibo de la luz un 10%, tras el 7% que ya se incrementó el precio este año, y ven cómo pagar menos en pensiones arguyendo no sé qué de la esperanza de vida, mientras no cortan las prejubilaciones y el 40% de los jóvenes están paro. ¡Alehop! prestidigitación. Claro que ellos conservan unos retiros estupendos en nombre de su excelsa labor en beneficio de la sociedad. Y dicen, también, que «quien reta al Estado paga», que «no toleran chantajes«… mientras pierden las plumas por tranquilizar a eso que llaman los mercados. No sabemos cuál es su meta. Conquistar a la sociedad parece que no. Será a los grandes emporios. ¿Para qué? ¿Para lograr su amor o qué?
Los conservadores no mutan, nada, nada, lo suyo no es mutar, sino mantener las esencias, cuanto más rancias mejor. O quizás sí transforman algo: su pasado con el fin de aparecer como tiernas palomas. Pero también agitan el plumaje al sol para cegar el raciocinio, y en este caso sí, lograr su deseo: la cópula perfecta, la que desahogue su instinto urgente. La pajarita puede darse por preñada.
Los mercados, los grandes poderes, no se disfrazan ya: evolucionan. En gavilanes, en cuervos. Ni se molestan en el baile del cortejo, aprietan con sus garras los gaznates, hincan su pico donde les place, y ya tienen a los políticos, a la UE macrosoberana, al FMI y demás retahíla, y a muchos medios de comunicación para danzar en ángulos perfectos y crear ilusiones ópticas.
El ave del paraíso de Nueva Guinea Papúa se embarca en tan poderoso esfuerzo por amor, o por deseo, o por lograr un instante de placentero goce sexual. Aunque no, parece que estos machos van con intenciones serias: a sus malabarismos los califican los expertos de “nupciales”. La hembra Paradisaeidae (su nombre científico) debe ser bastante exigente y selectiva. No es un efecto. Científicos han estudiado y explicado cómo puede darse semejante fenómeno.
Sigo meditando sin embargo: quizás la hembra es bastante más condescendiente de lo que parece, por qué hace falta tener muy atrofiado su único ovario operativo para ceder a las pretensiones de este macho, en lugar de salir corriendo. Está pajarita está muy tonta. Tanto como nosotros. No me lo negaréis.