Los Oscar «se han hecho un Price Watherhouse» ¿me siguen?

“Javier Bardem ganó en el 2008 el Oscar al mejor actor de reparto por No Country for Old Men No es país para viejos de los hermanos Coen. Fue el primer actor español en conseguir el galardón y lo certificó Price Watherhouse, una de las cuatro mayores empresas auditoras y consultoras del mundo. Desde hace décadas las celebrities que pisan la alfombra roja saben que gracias a PwC nadie manipula los votos de los miembros de la Academia. Cuando en el 2014 se cumplieron los ochenta años de su notariado, la publicidad no pudo ser mejor. Recorrió el mundo la fotografía de Bob Moritz, socio senior de PwC, entregando a Michelle Obama el sobre con el nombre de la ganadora al Oscar a la Mejor Película.

A los presidentes de la PwC les encanta aparecer sonrientes, en público, con la primera dama del mundo o las estrellas de Hollywood, pero utilizan mucho más sigilo a la hora de asesorar a los gobiernos sobre cómo cumplir los requisitos del FMI e implementar la gobernanza de la mano y a gusto de las grandes firmas multinacionales. De forma mucho más discreta, frecuentan ministerios y consejerías impartiendo la doctrina neoliberal de la globalización que va minando, con los Derechos Humanos, los servicios públicos”.

Así comenzaba su capítulo en ReaccionaDos, Aguilar, 2015, la economista Ángels Martínez Castells, para hablar de “El lado oscuro de la globalización”. Porque “Lamentablemente -decía Ángels-, no todos los encargos a quienes trafican con la confianza del mundo son tan glamurosos e inocuos como actuar de fedatario en la ceremonia de los Oscar”. Y es cierto, contaba  varios ejemplos penosos.

Y mira por dónde Price Watherhouse ha organizado hoy lo que han convertido casi en un cataclismo mundial. Han sido, según las pesquisas, estos dos empleados tan sonrientes, que ya ni la Auditora en jefe es  lo que era.  Le han dado un sobre equivocado a Warren Beatty que debía leer el Oscar a la Mejor película, se ha parado un momento al ver algo raro, ha mirado dentro del sobre por si había algo más, y se lo ha pasado a su colega en Bonie and Clide, Faye Dunaway que ha dicho » La La Land», lo que ponía en el papel, y no Moonlight que era el film ganador.  No debe haber nadie en el mundo occidental que desconozca la peripecia.

Y cómo el productor de La la Land, un tipejo que responde al nombre de Jordan Horowitz, le ha arrancado la cartulina correcta a Beatty, con absoluto desprecio a toda su trayectoria que incluye un Oscar al mejor director por Reds, película que también interpretó. En su vida hará algo similar el productor. Faye se ha evaporado del escenario y millones de twitts y páginas de información han culpado a Warren Beatty del error. Y así seguirá probablemente lo que le resta de vida y más allá. La verdad es hoy un valor relativo. Es de imaginar cómo estará ahora.

Yo he comentado que hubiera sido mucho mejor un error similar con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, pero eso no era valioso como despellejable. Por supuesto, han aparecido enseguida cretinos y cretinas con derecho a micrófono y el ingenioso hallazgo del tópico inmediato: “se ha hecho un Warren Beatty”. A ver cómo se apañan con un “se ha hecho un Price Watherhouse”, que tampoco saben lo que es. Aún menos. Y deberían, porque así nos va.

 

 

 

 

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