Españistán, de la Burbuja Inmobiliaria a la Crisis (por Aleix Saló)

Es el vídeo de moda. Magnífico. Aleix Saló ha resumido lo que tantos venimos diciendo hace tiempo, pero de forma tan accesible y brillante que hay que darle una ovación. Todavía, además, hay quien lo niega.

6 comentarios

  1. Cuna del Cea

     /  30 mayo 2011

    El vídeo es una pasada, pero quizás peca un poquito cargando las tintas sobre la gente de a pie. Que es verdad que tiene culpa, pero la diferencia es esta: el ciudadano medio que la cagó endeudándose por encima de sus posibilidades lo va a pagar carísimo, quizá teniendo que vivir debajo de un puente; sin embargo a la banca la rescataron. ¡Devolvednos el planeta, ya!
    We love you Rosa.

  2. Ya lo había visto, lo deberían enseñar en pantallas gigantes por la calle.

  3. Trancos

     /  30 mayo 2011

    Pues el prólogo que escribió José A. Pérez (al que, por cierto has denostado en alguna ocasión, no sin motivo 🙂 ) para el comic del Aleix Saló («Españistán: este país se va a la mierda») tampoco tiene desperdicio. Destaco:

    «Bienvenidos al país con el mejor sistema educativo de toda África. El país de las hipotecas crecientes y los sueldos menguantes, una democracia joven que lo mismo te patenta la fregona que te planta un adosado sobre una fosa común por aquello de cerrar viejas heridas.

    Bienvenidos al país con los directivos mejor pagados de Europa y la tasa de paro más alta del mundo libre. El país donde el 65% del dinero circula en billetes de 500, la nación de naciones con más idiomas, bailes regionales y cocaína por habitante del planeta. La capital mundial del currículum vitae, el neón en los bajos y el inglés nivel medio, orgullosos inventores de la hipoteca a cincuenta años y el minipiso cuco pero asfixiante.

    Bienvenidos a este fantástico país donde los ingenieros son parias y las chonis líderes de opinión, ¿me entiendes? Donde la innovación es un anglicismo y la prensa un conglomerado de propagandas con sudoku adjunto. El país donde los políticos inauguran descampados no vaya ser que alguien, algún día, monte ahí un hospital».

    Íntegro aquí: http://www.mimesacojea.com/2011/04/espanistan-este-pais-se-va-la-mierda.html

  4. Resumiré mi experiencia con la burbuja inmobiliaria, desde dentro. Veamos. Durante el trienio 2006-9 trabajé en un estudio de 3 arquitectos, de los cuáles 4 1/2 eran del Opus. Uno de ellos trabajaba, además, para las sociedades de valoraciones y tasaciones de un par de bancos nacionales, de los más poderosos. Cuando alguien se acercaba a alguna de las oficinas regionales de aquellas entidades a pedir un préstamo hipotecario, había que hacer un informe: descripción de la zona, plano del inmueble, memoria de calidades y fotografías del estado del mismo que, las más de las veces recaían, en un hombre sin más estudios que los de la vida o en un servidor (alguna vez se dignaba a viajar el arquitecto que firmaba todos los informes -todo legal, por tanto-, documentos que solían ser redactados por una secretaria que sabía hacer la «O» con un cigarrillo y poseedora de un par de buenas razones, amén de un mal genio -todo muy clásico-).
    Cuando al regreso de una de aquellas visitas me interesé por la hipoteca que habían solicitado el interesado -se trataba de un joven albañil, casado con una chica muy habladora y rumana, padres de un hijo, que habían de partir la herencia, una casa con bodega y poco más en un pueblo del Aragón más seco-, cuando quise saber la cuantía del dinero, me asusté: era el doble de lo que yo pagaría por una propiedad así. Entonces, el arquitecto tasador me dijo que había que darlo todo, porque si no lo darían otros, que contra el vicio de pedir… y que si no pagaba, se lo quedaría el banco, que ya subiría. Anonadado, supe entonces donde nacía el esplendor de aquellos días: en la codicia. La del pedigüeno, cierto, pero sobre todo la del virtuoso que daba.
    Cuando vinieron mal dadas y me dijeron de ajustarme el sueldo pactado dije que adiós muy buenas: el ambiente era hediondo, a pesar de que el polvo de ladrillo ya no flotaba por los despachos. Sabían que se había construido en diez años lo que, a un ritmo normal, costaría más de veinte.
    Y colorín, colorado… mucho me temo, que esta no es más que una de las más insustanciales páginas de la historia del milagro español. Pero no por ser menor deja de ser menos cierta y esclarecedora.
    Gracias por tu espacio y un saludo desde tu Ebro, RM.

  5. rosa maría artal

     /  30 mayo 2011

    Denosto solo su machismo, salvo eso es muy brillante, Trancos.

  6. Trancos

     /  31 mayo 2011

    Lo sé, Rosa. Por eso he añadido «no sin motivo». También es cierto que a este chico le encanta provocar.

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