Pascual Serrano, periodista y escritor, escribe hoy un artículo imprescindible para periodistas, y para la sociedad receptora:
«Los teóricos neoliberales centran su análisis sobre la información en la necesidad de elementos como la imparcialidad, la objetividad, la independencia, la neutralidad… El ejemplo más claro de que, en términos absolutos, no existe la neutralidad informativa se evidencia desde el momento en que se elige lo que es noticia1. Cuando un periódico selecciona como noticia principal de portada la concesión de un oscar en Hollywood o un informe de Amnistía Internacional, está tomando una posición editorial determinada. Ya dijo Ryszard Zapuściński que no puede ser corresponsal quien “cree en la objetividad de la información, cuando el único informe posible siempre resulta personal y provisional”.
Algo similar podríamos decir del concepto de equilibrio informativo. El veterano periodista experto en Oriente Medio Robert Fisk criticó ese falso discurso del equilibrio y afirmó que “los periodistas deberíamos estar del lado de quienes sufren. Si habláramos del comercio de esclavos en el siglo XVIII, no le daríamos igualdad de tiempo al capitán del navío de esclavos en nuestros reportes. Si cubriéramos la liberación de un campo de concentración nazi, no le daríamos igualdad de tiempo al vocero de las SS”3. José Ignacio López Vigil ha dedicado toda su vida al periodismo comunitario en América Latina, al lado de la gente pobre y sencilla. Él también reivindica el compromiso frente a las injusticias:
Frente a un panorama tan cruel, ninguna persona sensible, con entrañas, puede permanecer indiferente. Es hora de poner todos nuestros esfuerzos personales, toda nuestra creatividad, para mejorar esta situación. No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla.
López Vigil va todavía más lejos:
Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aún sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos.
No faltan periodistas jóvenes de última generación que también reniegan del mito de la equidistancia, como Olga Rodríguez, curtida en los conflictos de Oriente Medio: “huyo de la equidistancia porque creo que es una trampa: no se puede tratar igual al que bombardea que al que es bombardeado, al invasor que al invadido, al opresor que al oprimido… Vivimos en un mundo plagado de desigualdades, injusticias y desequilibrios y creo que una de las misiones de los periodistas es buscar que la balanza se equilibre”6. Decía el poeta español Gabriel Celaya, “maldigo al poeta que no toma partido”, y hoy el recién fallecido ensayista estadounidense Howard Zinn afirma que “no se puede ser neutral viajando en un tren en marcha que se dirige a un despeñadero”.
(…)
«El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El Imparcial, Informaciones, ABC, La Nación, El Mundo, El País, La Razón. Todos son asépticos y neutrales, como desean que creamos que son sus contenidos. Su celo por aparentar ausencia de ideología les lleva incluso a prohibir a sus periodistas que tengan ideas hasta fuera de la redacción, en su vida privada.
La ciudadanía se indigna ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Sabedores de eso, la estrategia actual de los medios es disimular a toda costa la intencionalidad para que pase inadvertida a las audiencias y pueda ser efectiva. El objetivo es proporcionar (u ocultar) al lector, oyente o espectador determinados elementos de contexto, antecedentes, silenciamientos o métodos discursivos (en el caso de los medios audiovisuales las posibilidades son infinitas) para que llegue a una conclusión y posición ideológica determinadas, pero con la percepción que es el resultado de su capacidad deductiva y no del dirigismo del medio de comunicación. De ahí la importancia de denunciar las falsas objetividades y neutralidades para dignificar un periodismo de principios y valores.
Los grandes medios comerciales hablan de neutralidad periodística mientras tienen periodistas empotrados entre las filas del ejército estadounidense en Iraq, de pluralidad informativa cuando sus redactores no salen de la sala de prensa de la Casa Blanca y nunca han visitado un suburbio de Washington o Nueva York, de imparcialidad mientras siguen estigmatizando en sus informaciones a los gobiernos que cometen el delito de recuperar sus recursos naturales de las manos de transnacionales. Alardean de objetividad, pero sus páginas y espacios informativos se reservan al oropel, el lujo y el glamour de famosos y grandes fortunas que identifican de esta forma como modelos a admirar. No es verdad que los medios de comunicación comerciales sean soportes neutrales de información. Ellos militan y hacen apología de un modelo económico concreto en el que se desenvuelven y del que obtienen beneficios, bien para su propia empresa o para la casa matriz accionista. Frente a ello, no se trata de que desde el compromiso del periodista el periodismo se convierta en panfleto, la ciudadanía rechaza los intentos de un periodismo militante que no aporta rigor ni información contrastada y sólo incluye ideología. Lo que reivindicamos es la recuperación de la dignidad y el servicio a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y a las libertades. No será periodismo si no se hace así, como no es medicina curar sólo a quienes tienen dinero para pagarla. No se debe confundir periodismo comprometido con servir incondicionalmente a un partido político o a un gobierno con el que se simpatiza. El compromiso es con unos principios y unos valores no con unas siglas o un determinado órgano de poder. Y, sobre todo, dar la voz a quienes tantas veces tiene vetado el acceso a los medios de comunicación«.
El artículo completo aquí. Lo recomiendo encarecidamente.






neo
/ 20 abril 2010Uuuufffff … brutaaaalllll … no se puede decir más claro.
apajerabierta
/ 20 abril 2010¡¡¡ Magnífico!!!
En este mundo la «realidad» la crean los medios. Es más importante un partido de liga (al menos se le dedica tiempo) que cada día mueran miles de personas por hambre (que en cierto modo o de cualquier modo mejor dicho generamos nosotros, los líderes de la civilización). Por tanto esas muertes no se «computan» en la mente del ciudadano medio.
Pero el receptor de noticias también es muy culpable. Cuando se le exponen de forma clara y documentada las noticias o los hechos que no coinciden con su particular versión del mundo, dicen que son falsas, están amañadas o son un panfleto. Al propietarios de un Cayenne, por poner un ejemplo la noticia de la escasez de petróleo, del cambio climático y de los problemas que genera le parecerán falsedades, porque si creyera que son ciertas y viera hasta que punto su actitud (sumadas con las de todos nosotros), están esquilmando al planeta debería deshacerse de su capricho.
Si nos cuentan lo estúpidamente improductivo (desde el punto de vista de fabricación de proteínas) es la cría industrial del ganado, no deberíamos comer carne, pero ¿quien se niega a hacerlo aunque suponga un gasto desorbitado de agua, cereales y combustible?.
Hay un libro muy interesante y además muy ameno: «lo que hay que tragar» que cuenta al lector lo que los medios y la propaganda no quiere contar. Lo recomiendo encarecidamente.
Soy pesimista. Vivimos en una sociedad poseída por un loco frenesí de consumo de inutilidades caras que generan mucho sufrimiento en esas poblaciones que sólo vemos en algún documental y mucho daño ambiental, (que también se volverá contra nosostros). Unos más, otros menos, pero todos estamos de alguna forma poseídos por él y de hecho el sistema económico, se basa precisamente en que exista un desmedido frenesí.Un ambición sin limetes. UN sistema que con movimiento uniformemente acelerado precipita a esto que llamamos civilización humanidad o mundo a la m… Solo nos parará el fondo del pozo.
apajerabierta
/ 20 abril 2010Aunque pertenece más bien al post anterior, te dejo este enlace
http://www.vegamediapress.es/noticias/index.php?option=com_content&task=view&id=11944&Itemid=71
Galgo de Casalarreina
/ 20 abril 2010Pues mirar la que hemos organizado en mi pueblo y que precisamente tiene que ver con la entrada de Rosa ver el blog de su alcalde, un tío que se lo curra.
Y eso que no llegamos a los 2000 habitantes.
http://www.caperos.blogspot.com/
Galgo de Casalarreina
/ 20 abril 2010Como paradigma, más allá de la ideología concreta, me quedo con John Reed
Pati Difusa
/ 20 abril 2010Muy oportuno el artículo.
La equidistancia es un mal de nuestros días. No es lo mismo víctima que asesino, no el violador que el violado. No da igual, no es ético, ni válido comparar a los oprimidos con los opresores, a los que sufren con los que hacen sufrir, a los que roban con los que son robados.
Si hay una esperanza (¿¿??) sólo puede estar del lado de comportamientos, gestos, actitudes (grandes y pequeñas) que nos hagan estar con los pies encima del suelo de manera responsable y solidaria.
Mi admirado Richard Dawkins, en el único libro que leí de él, «El gen egoísta»*, expone que es más interesante (biológica y económicamente hablando) la cooperación que la insolidaridad. Nuestros cuerpos, organismos vivos compuestos de células están, también, colonizados por bacterias (sólo la flora intestinal puede albergar unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las que sólo 100 podrían llegar a ser perjudiciales). Sin la mayor parte de las bacterias buenas que, también, nos componen, han hecho simbiosis con nosotros, moriríamos. Sólo mirando la realidad de frente, de verdad, desde el deseo de la justicia, desde la implicación, puede haber esperanza.
*Para los ignorantes de la biología, como yo, este libro es apasionante como una novela de aventuras
Pati Difusa
/ 20 abril 2010apajerabierta: 1/2 kg de soja tiene más proteínas que 2 kg de carne y cuesta muchísimo menos producirla. Se puede cocinar como las lentejas aunque poniéndola en remojo la víspera. Y además está muy rica.
Víctor
/ 20 abril 2010Magnífico y necesario (muy necesario) este artículo.
Siempre pienso en la gran responsabilidad que tiene el periodista. Tan importante como la de un médico o un juez. La mirada del periodista es nuestra mirada, la de la sociedad. Donde él enfoque será la forma en que nosotros percibamos los hechos. Por eso es tan lamentable que los ojos de tantos “periodistas” se centren en lo que indica el poder (sea éste el que sea). El periodismo jamás debe ser complaciente con los poderosos. Eso nunca será periodismo.
apajerabierta
/ 20 abril 2010Efectivamente Patidifusa. Pero es que hay otra cosa. Las proteinas que ingerimos deben ser descompuestas primero en aminoacidos para poder ser absorbidas en el tracto gastrointestinal y luego en organismo vuelve a unor los aminoacidos para formar nuevas proteinas. ¿Mucho trabajo no?.
Producir un kilo de vacuno necesita 16 kg de cereales y entre 2000 y 16000 litros de agua (1.200.000 de personas carecen de acceso a agua potable). La forma más inmediata de ahorrar agua, es no comer carne.
Para producir una caloria de proteina de vacuno se precisan 78 calorias de combustible fósil, (con su correspondiente producción de CO2).
Si estos números los aplicásemos a un negocio consideraríamos que era un despilfarro, pero no ocrre así cuando se trata de comer.
apajerabierta
/ 21 abril 2010Realmente son mil dosciento millones las personas que no tienen acceso al agua corriente. Me comí tres ceros!!
Carmen
/ 21 abril 2010No convencen a todos. Por eso hay cada vez mas personas que acudimos a tu blog y a otros. Pero es la realidad de la sociedad en que vivimos. Se nos dan unas premisas de vida como que eso es lo «feten», se nos enseñan las miserias de algunos en los programas de corazón cómo si eso interesase (¿O sí?) y en la «prensa seria» mas de lo mismo.
Gracias Rosa por ser como eres, por tener dignidad profesional, por compartir este blog.
S2 desde Zaragoza 🙂
Trancos
/ 21 abril 2010¿Objetividad y compromiso? ¡Uf! ¡Eso es mucho pedir! Como utopía, no está mal; pero, en plan realista, yo me conformo con pluralismo y veracidad. Cada uno sabe de quién se puede fiar y de quién no. Qué medios quiere leer o escuchar y a qué medios no les dará nunca a ganar un duro ni para poner papel en el suelo cuando está recienfregado (me entero de lo que ha dicho tal o cula periódico o cadena de tv sólo cuando lo comentáis los blogureros y blogueras).
Por otro lado, gracias a las nuevas tecnologías, así como las editoriales están perdiendo la intermediación entre escritor y lector, las discográficas la de entre músico y melómano, las iglesias la de entre la divinidad y el fiel… los periodistas también están perdiendo la intermediación entre el acontecimiento (y su interpretación) y la opinión pública. Y eso está bien: los intermediarios encarecen el producto, dan salida a lo que quieren y a veces lo cortan y adulteran como a la cocaína y otras drogas.