“¡Que vienen, que vienen!” era el grito en las manifestaciones del tardío franquismo –el que yo conocí-, y la Transición –también en la mitificada Transición-. El aviso para evitar persecucciones y palos. Cuando, por ejemplo, un militar íntegro y vicepresidente del gobierno con Adolfo Suárez era insultado y agredido por la ultraderecha. Se trataba del General Gutiérrez Mellado. No vienen, están aquí y nunca se fueron. Ahora han vuelto a envalentonarse ¿Sabemos por qué?
Las crónicas del desfile en la Fiesta Nacional del 12 de octubre, hablan de que nunca se había visto un clima de tanta tensión. De banderas preconstitucionales. De niños de 15 años, vestidos con polos de marca, ideando como insultaban mejor al presidente del gobierno de su país. Estos festejos patrióticos nos dicen muy poco a muchos de nosotros, quizás por que a ellos acuden como mosca a la miel tanto impune fascista.
Hay muchas formas de criticar a Zapatero y seguramente lo merece. Pero qué curiosa casualidad, que año tras año e in crescendo, la tierra ruja cuando el presidente se encuentra en tan grata compañía: los amantes del desfile.
El PP en pleno, por lo que se ve, entiende que esos gritos son “libertad de expresión”. Y van mucho más allá. Cospedal ha dicho que a «unos les reciben con aplausos y a otros con abucheos«. Sí, depende en el que campo en el que se juegue. Jamás la abuchearía a ella la ultraderecha, no le abuchean en sus mítines de adeptos, y, en cambio, soy la primera en censurar su aplastante desfachatez. Es la razón, su desfachatez continuada, de que la abuchee por escrito. No sé si queda en el PP alguien que juegue en campo contrario al de la ultraderecha. O en el demagogia más sucia. Si lo hay, debería decir algo.
Vienen. Están aquí. Y algunos guardamos muy amargo recuerdo de cuando sentaron sus reales soberanos durante parte de nuestros años y 40 seguidos de nuestros padres y abuelos.
Pero, claro. Se ha resucitado también el discurso racista y xenófobo contra la inmigración. Lo ha hecho el PP que espera sacar réditos de la demagogia de un pueblo mal informado, poco educado y sin un gramo de memoria, a lo que se aprecia.
Lo hace Durán i Lleida el admirado y sensato demócrata… hasta que un día salió del armario. Ya dijo hace poco que había que llevar al médico a los homosexuales para corregir su desviación. Hoy reivindicaba para CiU la paternidad de la idea de hacer un censo de inmigrantes. La coalición electoral con una masa electoral que gana 100.000 euros al año, y no quiere más impuestos. El de esos votantes, como los del PP, que temen que unas personas, casi con el culo al aire de pobreza, venidas de fuera de esa tierra que –al parecer compraron en propiedad para ellos solos por ser paridos en ella, en mala hora- les quiten algunas prebendas.
Nada, nosotros a seguir, fascinados, viendo salir mineros del pozo por la gracia de Dios y de la tecnología. Los dichosos mercados nos aprietan el cuello mientras tanto. Y si mucho ha cedido Zapatero, el PP y sus socios catalanes –de charlas en la intimidad- les pondrán alfombra roja.