Pedro Sánchez, candidato a la investidura

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Rajoy volvió a rechazar someterse a la investidura para la presidencia del gobierno mientras no tuviera apoyos suficientes (de PSOE y Ciudadanos) y el Rey Felipe VI se lo encargó a Pedro Sánchez. El candidato del PSOE salió a contarlo, sonriente y muy suelto, con un discurso casi programático que sonaba a socialista, empleo, desigualdad, corrupción, entre las principales prioridades. Hablará con todos, dice. La mayoría apunta que principalmente con Ciudadanos. Suman 130 diputados, muy lejos de la mayoría necesaria. Por si las tentaciones (de izquierdas), la prensa de la mañana toma posturas: es el fin del mundo. Solo por eso, la apuesta por Sánchez sería una buena opción. ¿Lo conseguirá? No se lo van a poner fácil. Nada.

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El que fuera candidato a las primarias, José Antonio Pérez Tapias, alerta sobre qué es lo que se dilucida, en este artículo: O poderes que someten o Podemos con PSOE. Destaco éstas ideas:

…y entonces, ya sin rodeos, la pregunta que cabe formular es: los que se oponen al pacto de izquierda, ¿quieren un PSOE destinado a permanecer sometido a las directrices de unos poderes que han conllevado el sometimiento de la política a la economía, del Estado al mercado, de la democracia al capitalismo?

Esa es la cuestión de fondo que se deja ver entre los dimes y diretes del Partido Socialista, con los llamados barones y baronesas en señalados casos obstruyendo los esfuerzos del secretario general por conseguir una alianza por la izquierda. Por lo que toca a todos, la cuestión crucial, la que se vislumbra entre los marrulleros juegos de salón en los que los partidos parecen enfrascarse para desespero de una ciudadanía que tiene sus expectativas tan lejos de la teoría de juegos como de los Juegos de Tronos, es: ¿dejamos que nos aprisionen en un orden donde la desigualdad campee a sus anchas o apostamos en serio por una sociedad justa?

A Pablo Iglesias y a Podemos la prensa no le quiere nada, ni pesos pesados del PSOE.  Este lunes seguían viendo insolencias sin fin y destacaban la afirmación de Iglesias de que Podemos y Ciudadanos no pueden ir en el mismo gobierno. Rivera también lo dice, pero es el niño de sus ojos.

De momento la camarilla privilegiada -PP, PSOE y Ciudadanos- les mantienen en el altillo del Congreso. El hacedor de consensos del gusto de los que mandan, Albert Rivera, dice que no es cuestión de sillas. Él no ha rechazado estar en primera fila, cuando con 40 escaños no le corresponde. Para mí tiene una simbología enorme. Es, además, empezar en sucio.

Escribe Ignacio Escolar:

El candidato socialista tiene tres posibles opciones vencedoras. Tres balas, nada más, y ninguna de ellas tiene garantizada la diana.

La primera: un Gobierno en solitario con el voto de Podemos y la abstención de Ciudadanos. Es la opción preferida por Pedro Sánchez porque no tendría que lograr la abstención de los independentistas y le dejaría las manos libres para, más adelante, poder romper con Podemos sin perder el Gobierno, si las condiciones de Pablo Iglesias se vuelven demasiado exigentes. Por eso dejará para el final las conversaciones con Iglesias, hablará antes “con todos”, y pondrá el “programa, programa, programa” por delante de los sillones; para forzar a Podemos a pasar por ese aro, y que tenga que elegir entre papá o mamá, entre Rajoy y Sánchez. Y si no sale, y se repiten las elecciones, decir que la culpa ha sido de Podemos.

Por parecidas razones, esta es la opción que menos gusta a Pablo Iglesias, que no se fía nada ni del PSOE ni del líder socialista y teme que, si le da la investidura sin entrar en Gobierno a cambio de un pacto programático, luego le deje arrinconado.

(..)

La segunda: un Gobierno de coalición con Podemos e IU, con la abstención de los independentistas y el voto a favor del PNV y Coalición Canaria. Es la oferta que ha puesto Pablo Iglesias sobre la mesa precisamente para no entregar un cheque en blanco al PSOE. La principal dificultad para el líder socialista, sin embargo, no es tanto el acuerdo de gobierno con Podemos, que no es imposible, sino el papel de los independentistas: una línea roja que su partido, y especialmente Susana Díaz, exige que no se pise.

(…)

La tercera: ganar tiempo, hacer un bonito discurso de investidura y al menos volver a presentarse como candidato cuando se repitan las elecciones.

Aquí el artículo completo.

Los «editorialistas» gráficos también nos cuentan cómo andan las cosas.

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2 comentarios

  1. Rosa, excelente el análisis de la situación de Pedro Sánchez ante la tarea de formar gobierno.

    Desde un principio no encontré en este ‘líder’ psocialista la grandeza que la militancia le otorgaba, la femenina sobre todo. Lo consideré fachada hueca y repetitiva de lo que le daban por escrito. Poca formación política, en pocas palabras.
    Pero quienes le empujaron desde Ferraz a abanderar sus filas lo sabían. Era el sujeto que podían manejar a su gusto. Vinieron con la excusa de que había sido ¡por primera vez! elegido por las bases. La verdad es que las bases ‘eligen’ a aquél que se les dice. Se va al Congreso Federal con el voto comprometido con el jefe local-provincial-comunitario, que para eso te pagan viaje y hotel en la capital del Reino. Y después las ‘bases’, todos, acaban convencidos de ser ellos la voluntad decisoria.
    Solo José Antonio Pérez Tapias presentaba la candidatura de un posible cambio dentro del PSOE. Madina era aparato, pero de una facción menos poderosa en el momento.
    El tiempo transcurrido nos muestra a un Madina rencoroso con Sánchez y todo lo que pueda beneficiarlo, de ahí su inquina contra Podemos. Pérez Tapias se mantiene como es, con un perfil de socialista auténtico, y así lo manifiesta en sus sensatas reflexiones.

    ¿Es, en los momentos actuales, Pedro Sánchez psocialista o socialista? ¿Ha evolucionado hacia la izquierda preocupado por los problemas de los ciudadanos de este país? Sigo pensando que no. El todavía Secretario general del PSOE, para evitar ser fagocitado por los dinosaurios que pueblan el Partido, ha huido hacia adelante, haciendo una llamada, otra, a las bases. Sin embargo sus ascos a Podemos y a aquellos a quienes él mismo acaba de regalar senadores para que puedan conformar grupo propio – y que le deban el favor a cambio, lo sitúan donde siempre ha estado. Y es que el PSOE es un partido, al igual que el PP, con un fuerte aparato que lo domina todo, y además ha acostumbrado a sus miembros, aquellos que han logrado trepar a algún puesto de su larga escala, a vivir de él. Esta ‘culturilla’ se halla totalmente extendida entre buena parte de las bases, y aquellos que ambicionan mejores emolumentos que los conseguidos con su empleo habitual y trabajar menos, se pegan como una lapa al de arriba y cocean, si es preciso, al de al lado para evitar que le quite lo ‘suyo’. Y se ve como normal…

    Si de verdad Pedro Sánchez es el hombre que se ha enfrentado a las ‘baronías’ de Ferraz para construir un PSOE virado a la izquierda progresista -donde siempre debió estar- dialogaría concienzudamente con Podemos y con IU, dejando, unos y otros, los cargos/sillones apartados de momento, para abordar muy en serio las políticas que necesita este país tan angustiado por un austericidio inmerecido y solo favorable a los dioses-mercados. Un primer paso de compromiso sería forzar al Presidente del Congreso a la modificación de la ubicación miserable de Podemos en el hemiciclo.

    Tras los acuerdos de Estado a aplicar de inmediato en beneficio de los ciudadanos y la conformación justa de los componentes de un Gobierno de izquierdas, Pedro Sánchez podría ser investido como Presidente del Gobierno, y sería, además, el adalid que ha logrado encabezar un Partido Socialista merecedor de su nombre que, como tal, pasaría a la Historia.

    Ahora bien, si su interés se decanta por pactar con Ciudadanos, la cara B del Partido Popular, nada de lo dicho, ansiado y soñado, ha merecido la pena.

  1. Pedro Sánchez, candidato a la investidura
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