En el norte, lo primero que uno hace al despertarse es mirar al cielo, al paisaje, que no es mala forma de comenzar el día. Ocurre que, en el norte, el sol y las nubes mantienen más que en otros puntos cardinales, sus propias reglas de convivencia. Algo más igualitarias, de poder a poder. En el mismo día, en la misma mañana incluso, sale el sol, las nubes y la lluvia, si se tercia.
Al norte venimos, siquiera dos o tres días, los turistas que huimos de «los mosquitos y los 40º» que… achicharran en este momento a buena parte de España, sin que el ministro del ramo (turismo) se entere. Los que, quizás, preferimos que la sangre atempere sus hervores. Basta con girar la cabeza para que el verde (árboles, plantas) siga inundando de paz.
Por su forma de comportarse se ve quién saborea del norte cuando quiere y quién corre ávido a por él. Por lo demás, la misma España. Los gregarios que plantan la toalla y todo un campamento al lado de donde tú estás, a pesar de que no sean playas tan abigarradas como las del mediterráneo más cálido. Múltiples paseantes en la orilla. Viejos que acuden tambaleantes al agua, apoyados… por familiares y no como veía estos días n Madrid por esas emigrantes que el gobierno quiere echar. Por las que abandonaron sus propios viejos y jóvenes en su tierra para cuidarnos. Y grupos de jóvenes cuya conversación constante es su futuro, si se van o no se van de España. Ni siquiera el mar les calma.
Sigues (menos de lo habitual) las noticias. Se preparan más recortes. Más aún, en la carrera desenfrenada del PP por culminar la caída en el abismo en la que nos encontramos hasta el sonoro crack contra el suelo. El pequeño hotel de gente sabia tiene rincones con libros de todo tiempo.
Las olas del mar suenan de día y de noche. Mar bravo. Que sube y baja y a veces sorprende a la toalla. Buena comida, natural, mejor compañía. La calidez y la inteligencia como mejor cóctel. Sin prisas, ni programas. El norte de España es el sueño de otro norte que hace siglos barrió la caspa. El norte siempre es una buena opción.
Los pies en el suelo. Inminente el fin de la brevísima estancia, del respiro. La tentación infantil de plasmar ideas en la arena impoluta del amanecer. Y saber con certeza que las olas se la habrán llevado. Pero que seguiremos escribiendo cada día de nuestra vida para tratar de enderezar el rumbo. El norte parece ser hoy una de las direcciones más difíciles de encontrar.
Rebelión
/ 20 agosto 2012Rosa,qué suerte! Otros nos quedamos por los madriles y disfrutando de Verónica Forqué o Moncho Borrajo antes que el 1 de septiembre Rajoy nos suba el IVA en cultura…al 21%!
Al parecer en este 21% de IVA no entra ni los toros ni el fútbol…¿No da que pensar?
Un beso Rosa.
Antonio
/ 20 agosto 2012Disfruta del norte, paz, tranquilidad infinita en playas, a la vez suaves y agrestes, tenues recuerdos de vivencias lejanas y mientras buscas entre la arena, otros quizás, puedan o deban encontrar el norte.
narbona
/ 21 agosto 2012Delicioso texto. Invita al sosiego… a parar por un momento. A sabiendas que después habrá que retomar la lucha con la palabra… «We can» Claro que sí. Depende de nosotros.
Un beso, Rosa.
Celemín
/ 21 agosto 2012El norte rosa es la guarida de los inconformistas, los rebeldes y los que osan desviarse del rebaño. El norte es el desprestigiado siempre por los hombres del tiempo, el que echan de menos los conformistas cuando no soportan el calor del sur. El norte siempre es sinónimo de buena comida, buena gente y buen descanso. Por eso, el norte siempre es paz y tranquilidad.
Salud