Medio mundo ha estado pendiente de un niño de 6 años de Colorado, EEUU, que -nos dijeron- se había subido a un globo seguido por las cámaras y retransmitido en directo durante horas. Cadenas españolas cortaron el telediario para conectar con el espectáculo. La criatura ha aparecida sana y salva en casa, ni siquiera llegó a estar en el globo.
6 millones de niños mueren de hambre cada año. Podíamos subirlos en 6 millones de globos, en muchos más millones de globos a los desnutridos, como nubes sobre nuestras conciencias… y las de los medios informativos.
La gran mascarada, la gran paradoja, llega cuando sabemos que fue el padre quien soltó el globo, sin niño norteamericano dentro. La familia había participado ya un reallity show de intercambio de madres: quieren ser famosos. Lo han conseguido. ¿Quién pagará el gasto ocasionado en el rescate del falso accidente? helicópteros, múltiples efectivos de seguridad. ¿Quién el timo que nos sirvieron los medios informativos occidentales que engulleron el anzuelo? No importa, la rueda del sistema gira y gira sin fin. ¿Quién salvará al niño no perdido y a los otros dos que ha engendrado esta pareja? ¿Quién los librará de sus padres?… Pero sigue estando claro, 6.000.000 de globos con niños a punto de expirar porque no tienen qué comer, que alguno escupa sangre antes de expirar, un vómito, una diarrea de esas que matan a millón y medio de niños anualmente, dado que no disponen de medios para una elemental medicina que la corte. Que los patrocine -los globos- alguna firma comercial.
En el vídeo de msnbc.com, las pruebas, el padre suelta el globo y no el niño. El niño se esconde en la casa, por orden de su progenitor. Es un juego. Caro. Grave. Delante, claro está, un anuncio: