Ha llegado la hora de hacer las maletas para volver a casa, lo sé. A la rutina, las aglomeraciones, a todo lo odioso que os hizo huir y afrontar –en algunos casos- incluso gastos que no podíais pagar en tiempos de crisis. Ha habido quien ha pedido créditos hasta con un 43% de interés para ir de vacaciones. Tenemos que reflexionar juntos. Vosotros estáis divinamente en vuestro lugar de asueto. Nosotros, en las ciudades, también. Quedaos allí, por favor. ¡No volváis!
Con la mano en el corazón, os voy a detallar mi punto de vista. En Madrid siguen gobernando Aguirre y Gallardón –lo que tiene su decisiva influencia-, aunque atenuados por la distancia, sin aparecer en los medios que ya es un descanso, pero ahora Madrid se ha convertido en una ciudad, una comunidad, habitables. Ni un atasco ¿lo imagináis? Uno se cruza la capital en un voleo, de arriba abajo y al bies. Abundan los aparcamientos, no hay saturación en el transporte público, ni en parte alguna. En las tiendas, encontramos a las dependientas de cháchara. Tanto es así, que agradecen poder atender a alguien para no aburrirse. Uno encuentra sitio, ticket o asiento para todo aquello que le apetezca. Restaurantes, terrazas, hasta en el médico. Un paseo por el centro permite incluso ver bien los edificios, sin pisotones, choques, con espacio para uno ¿Os lo podéis creer? Esto es Baden-Baden, Berlín… Hace mucho calor, es cierto, pero –si vosotros no regresáis- llegarán otoño e invierno y Madrid (cualquier ciudad superpoblada) será el paraíso. Vivimos demasiada gente aquí de continuo, la ciudad está saturada, ahíta, colapsada.

Igual con menos habitantes nos cuidan algo más la ciudad porque...
El remedio –lo veo claro- es que vosotros permanezcáis de vacaciones o asimilados. Que busquéis un medio de vida allí donde fuisteis. Crear –o restablecer- servicios, todo el entramado para la vida, colegios, servicios de salud, todo. Para trabajar a tiempo parcial, como sucede en los núcleos pequeños. En las horas libres, os espera esa playa, esa montaña, que os sedujo.
A principios del siglo XIX, España contaba con 10 millones de habitantes -menos de la media europea-. 18 millones en 1900. Hoy somos 46. La población fue rural hasta el éxodo que impuso el desarrollismo de los sesenta. Hoy, es urbana. Más aún, el 80% de la población se concentra en sólo 1.200 municipios. Más de mil pueblos se han perdido en este camino… ¿hacia el progreso? Muchos países andan buscando un urbanismo equilibrado, el español se desbordó en la anarquía como en tantos otros aspectos. Ha llegado la hora de volver a nivelarlo. Sé que a este post debía haberlo titulado “Propuestas para un ordenación urbanística equilibrada”, pero el problema ataca a las propias vísceras y se materializa en un grito poco elaborado: ¡Dejad quietas las maletas! ¡Quedaos en la playa o donde quiera que estéis!
Además –y esto sin duda es un argumento definitivo- os libraréis de esa enfermedad nueva tan horrible –a quienes nunca la padecimos nos aterra su virulencia- a la que llaman síndrome postvacacional. Y de los consejos de los medios para afrontarla. Con suerte, hasta del tópico del “nuevo curso”. Ya no más cursos, la vida fluyendo armónica a través de los meses. Pero eso sí, vosotros fuera, nosotros aquí.





