Veamos. A José Antonio Zarzalejos, ex director de ABC, devenido en voz autorizada por contraste, porque siempre vendrá quien más carca será, le indigna “¡Indignáos!”, en ingenioso juego de palabras. “Un opúsculo prologado en la versión española por el escritor José Luis Sampedro que consiste en “un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica”, dice entre otras cosas. Nada, que, definitivamente, no le gusta. Y, desde la altura moral y cultural patria, desprecia a ese millón (casi dos millones son en realidad) de incautos franceses que se han bebido el libro de uno de sus más apreciados próceres. ¡Qué sabrán estos gabachos!, venga, desempolvemos a los castizos y volverán a saborear lo que vale un peine español.
La derecha más casposa se organiza divinamente para cargarse cualquier iniciativa. Y no digamos ya la que lleva la pátina del prestigio. Los “100 economistas” atacan de nuevo. Sus primeras valoraciones fueron muy aplaudidas. Eran muchos. 100 economistas de golpe dictan enseñanza. “Oh, 100 economistas”. Tienen 200 más detrás. En la Fundación Fedea: “Talento, esfuerzo y movilidad social” es su lema. Aún estamos emocionados por cómo previeron la crisis y nos contaron cómo afrontarla. Vaya, que va a ser que no lo hicieron.
Ahora son mucho más resolutos, que es bueno pescar en tiempos revueltos y el patrón del barco está cautivo y en la inopia. El martes presentan un manifiesto que será conveniente aireado por los medios. Son tantos. Cien. Y economistas. Proponen desligar los salarios de la evolución real de los precios y, en su lugar, vincularlos a la productividad. Es la última moda neoliberal. También son partidarios del arbitraje en los convenios colectivos, una puñalada más a los desmantelados, y autoderrotados, sindicatos. Algún día tendremos que saber por qué.
Los 100 expertos fueron autores en su nacimiento del contrato único para frenar la temporalidad. Sus resultados han sido espectaculares: hemos logrado una cifra récord de parados. Ahora se trata de rebajar más los sueldos españoles . De tan bochornosa cuantía que el Consejo de Europa (no confundir con ningún organismo de la UE, por favor) denunció en un informe que no se ajusta a la Carta Social Europea, por ser «manifiestamente injusto» y «muy bajo». Muchos empresarios españoles además ya producen en China «cambiando rentabilidad por Derechos Humanos», como me dice un colega.
¡Quietos! ¡Que no se mueva nadie!, dejaos de librillos, y sobre todo de informaciones subversivas, suministremos alpiste y agua al pajarito enjaulado que Fontdevila, en Público, retrata como nadie. Ni Pio, oiga.
Una de las canciones de mi vida es «Bird on the wire» de Leonard Cohen. «Como un pájaro en la jaula, como un borracho en un coro de media noche, yo he intentado en mi vida ser libre».





