Muere el poeta ruso Yevgeny Yevtushenko

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No sabía ni que todavía estuviera vivo, aunque fue uno de mis escritores favoritos.  Nacido en Siberia hace 84 años, Yevtushenko, fallecido hoy en Denver, EEUU, fue un excelente poeta que abordó con espíritu crítico tanto la Unión Soviética de Stalin como las atrocidades nazis de la Segunda Guerra Mundial. En particular la masacre perpetrada en Ucrania en la campaña de Hitler contra la URSS. Su poema  Babi Yar  causó un gran impacto rompiendo tabúes. Este poema pone voz a la Sinfonía nº 13 de Dmitri Shostakovich.

Su obra fue traducida a 70 idiomas. Y se barajó su nombre para el Premio Nobel de Literatura. Mantuvo una intensa relación con Latinoamerica, traduciendo libros en ambos sentidos, ruso y español. Leo que fue profesor universitario e incluso actor y director de cine.

En 2011 me reencontré con él de alguna manera, con el libro suyo que me había fascinado especialmente, y lo escribí en mi blog.

evtuchenko.portadalibro

 

Hace unos días tuve el inmenso gozo de recuperar algo así como un trozo de mi vida. En realidad era un libro de escaso tamaño que leía en mi juventud con tal intensidad que aprendí algunos de sus poemas. Luego lo perdí. He recordado con cierta frecuencia algunos de sus textos. Un librero de Jerez me ayudó la semana pasada a encontrarlo en Madrid, en una tienda de viejo de Malasaña, gracias a una pregunta en Twitter. “Entre la ciudad SÍ, y la ciudad No” de Evgeni Evtuchenko, un poeta ruso nacido en 1933 y que por lo visto aún vive. Un tipo interesante que lo mismo hablaba de Edith Piaf que de un melancólico tren en Moscú (ése realmente me estremece). Polémico, porque era evidentemente un espíritu libre.

Lo que me cuesta hacer comprender es lo que sentí al ver la portada idéntica de “mi libro”, desgastada como yo la tendría y la tuve. E intactos sus poemas. Éste que no acierto a entender por qué me atrapó cuando yo, desde luego, esgrimía sin decoro mis “tiernos puñitos”. Creo que Evtuchenko también cuando lo escribió. Y que igual ahora, como yo, sigue protestando, con la piel más trabajada. Debió ser por anticipación, por prevenir las realidades del futuro, lo que tampoco arregla mucho la realidad. Sólo sé que cuando veo hoy a algunos jóvenes (no a los del #15M sino quizás a otros más aposentados), no puedo evitar recordar a Evtuchenko.

¡Ánimo, muchachos!

Evgeni Evtuchenko

Yo era cruel,

Desenmascaraba con brío,

Sin preocuparme de mis propios defectos.

Me parecía

Que a la gente enseñaba

Como hay que vivir

Y que la gente aprendía.

Pero empecé a perdonar…

¡Signo alarmante!

Y cierta vez, en una intervención mía,

Una encantadora ayudante de laboratorio con gafas

Me dijo que yo veía las cosas con liberalidad.

Vienen muchachos

Altivos y autoritarios.

Apretando sus tiernos puñitos,

Con el sofoco del placer supremo,

Intrépidamente desenmascaran

Mis debilidades.

¡Ánimo muchachos!

¡Ánimo!

¡Sed firmes!

Sencillamente, soy mayor que vosotros en saber,

Al dejar de ser crueles con los demás,

Dejamos de ser jóvenes.

Avergonzado,

Me doy cuenta de que soy más listo.

Vosotros sois menos razonables,

Pero no es nada malo,

Porque hasta en vuestra injusticia

Sois justos a veces.

¡Ánimo muchachos!

Pero sabed que cuando seáis mayores

Y juréis no volver a equivocaros,

Os cansaréis de vuestra propia crueldad

Y poco a poco seréis más bondadosos.

Otros muchachos

Altivos y autoritarios

Vendrán

Apretando sus tiernos puñitos

Con el sofoco del placer supremo

Y arremeterán

Contra vuestras debilidades.

Y

Os profetizo

Que sufriréis,

Y llegaréis a enseñar los dientes de rabia,

Pero, a pesar de todo,

Conseguiréis tener el valor de decir,

Por mucho que os cueste:

“¡Ánimo muchachos!”

(Por cierto, veo que esto lo escribió Evtuchenko con 35 años. Así cualquiera)

 

 

3 comentarios

  1. Este otro poema es sobrecogedor . Habla de un líder revolucionario ruso del siglo XVII .

    La ejecución de Stenka Razin

    En Moscú, en la blanca y amurallada ciudad,
    un ladrón calle abajo arranca con un pan de centeno.
    No tiene miedo de ser linchado.
    No hay tiempo para panes…
    ¡Es que ya traen a Stenka Razin!
    El Zar está bebiendo vino dulce de malvazia,
    ante un espejo suizo
    se aprieta una espinilla en la cara,
    y se pone el anillo real de esmeraldas
    y en la plaza…
    ¡Ya traen a Stenka Razin!
    Como un pequeño barril
    que sigue a un barril más grande
    un bebé corre hacia su madre
    mascando un dulce con sus dientes de leche.
    ¡Hoy día es feriado!
    ¡Es que ya traen a Stenka Razin!
    Un comerciante entra a empujones
    echando flatulencias con olor a arvejas.
    Dos bufones irrumpen apurados galopando como caballos.
    Borrachos pícaros llegan tambaleándose
    ¡Ya traen a Stenka Razin!
    Unos viejos, cubiertos de costras por todo el cuerpo,
    casi muertos,
    llevando gruesos cordeles amarrados a sus cuellos
    murmuran algo,
    y caminan casi arrastrándose…
    ¡Ya traen a Stenka Razin!
    Y también muchachas bien despabiladas
    saltando un poco ebrias de sus camas
    embadurnadas con pedazos de pepinillos en sus caras
    entran trotando
    con una picazón en sus muslos
    ¡Ya traen a Stenka Razin!
    Y con gritos de las esposas de la Guardia Real
    escupiendo para todos los lados
    en una destartalada carreta
    él
    como si estuviera arriba de un barco
    aparece en camisa blanca.
    Viene en silencio,
    cubierto con los escupitajos de la muchedumbre,
    que él no se limpia ni le preocupa,
    sólo sonríe con sarcasmo
    y se ríe de sí mismo:
    “ ¡Stenka, Stenka,
    tú eres como una rama
    que ha perdido todas sus hojas!
    ¡Y querías entrar a Moscú!
    Y pues ahora tú estás entrando a Moscú …
    Pues muy bien entonces,
    ¡escúpanlo
    ¡escúpanlo!
    ¡escúpanlo!
    Es una farándula gratis después de todo.
    Buenas gente,
    ustedes siempre escupen
    a esos
    quienes les desean el bien.
    El escribano del Zar me golpea deliberadamente entre sus dientes,
    repitiendo,
    implacablemente:
    “Decidiste lanzarte contra el pueblo, ¿no es así?
    ¡Tú sabrás ahora contra quienes lo hiciste!”
    Me contuve pero sin bajar mis ojos.
    Escupí mi respuesta con mi propia sangre:

    “¡Contra los dueños de la tierra,
    es cierto!
    ¡Contra el pueblo,
    nunca!
    No reniego de mí mismo,
    ¡He elegido mi propio destino!
    Ante ustedes,
    el pueblo, me arrepiento
    pero no por lo que el escribano del Zar desea.
    Es mi cabeza la culpable.
    Ya lo veo,
    y me he sentenciado a mí mismo.
    Estuve siempre a medio camino
    contra las cosas
    cuando realmente debí haber llegado hasta el final.
    He pecado en esto,
    porque en un mundo guiado por el demonio
    yo fui un gran estúpido.
    Soy un pecador
    porque siendo un enemigo de la esclavitud
    fui realmente un esclavo de mí mismo,
    He sido un pecador
    al querer levantarme en rebelión
    para tener un mejor Zar.
    ¡No hay Zares nobles!
    ¡fuiste un loco
    Stenka!
    ¡tú ahora morirás por nada! ”
    Pero sobre los hocicos,
    las caras de cerdos de la gente
    las sucias cajas
    de los recolectores de impuestos
    y los cambiadores de dinero,
    como una luz a través de la neblina,
    Stenka
    vio
    los rostros.
    Vale la pena verlos sin una lágrima en sus ojos,
    estar sobre el patíbulo al lado de la horca,
    porque más pronto que tarde
    los rostros
    crecerán amenazantes
    en la propia cara de los rostros anónimos…
    Y tranquilamente
    (por cierto que él no había vivido en vano)
    Stenka dejó caer su cabeza doblada
    y su mejilla cayó hacia el hueco cortado de su cuello
    y desde la parte de atrás de su cabeza ordenaron:
    “cortar, el hacha…”
    La cabeza comenzó a rodar,
    ardiendo en su propia sangre,
    y con una voz ronca la cabeza habló:
    “no muero en vano…”
    Desde el ensangrentado lugar de ejecución,
    allí,
    donde estaban los pobres,
    la cabeza lanzó una mirada
    como hacia unas anónimas cartas…
    Espantado,
    el pobre sacerdote que temblaba corrió sobre la cabeza
    deseando cerrar los ojos de Stenka.
    Furiosos,
    parecidos a la reacción de una bestia salvaje
    sus ayudantes la apartaban de su manos.
    La cabeza del Zar
    temblaba al ver esos ojos diabólicos,
    el capitán de Vladimir Monomakh comenzó a estremecerse
    y cruelmente,
    regocijándose de su triunfo,
    la cabeza de Stenka
    explotó en carcajadas
    sobre la cabeza del Zar!

  2. Larry Mejía.

     /  1 abril 2017

    Hola, me gustó tu publicación, yo tuve ese libro y hay dos poemas que no he podido conseguir de allí, si mal no recuerdo sus títulos eran Muchacha de 27 años y Se suman a mí tus 33 años. ¿Podrías subirlos por favor o mandarlos al correo que te adjunto?
    Gracias.
    L.

  3. Buscando información del líder revolucionario ruso del poema ,mirad lo q he encontrao
    «La ejecución de Stepan Ranzin» (Op. 119) de Dimitri Shostakovich ,basada en el poema de Evtuchenko. Otra maravilla !

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