Es uno de los mejores textos que he leído en mucho tiempo, y de una valentía digna de encomio. Así comienza Manuel Castells su descripción -que comparto- de los «Tiempos borrascosos» que vivimos:
Tamizados por un difuso sopor vacacional llegan los crujidos de un mundo en quiebra. Hechos disconexos pero que juntos componen una nueva trama de vida. Arde Londres, la xenofobia masacra en Noruega, las bolsas se hunden, el euro se avergüenza, la ficción europea se desvanece, Estados Unidos en bancarrota, la crisis financiera corroe ahorros y devora empleos, los políticos se esconden para capear el temporal, las revoluciones árabes siguen removiendo el mundo entre heroísmo ciudadano y violencia de tiranos irredentos, movimientos sociales hechos de una mezcla de hastío y esperanza extienden la indignación de España hasta la India, pasando por Grecia e Israel. Pinceladas de un lienzo de historia en trance de ser. Y aunque no lo parezca hay un hilo conductor.
En la raíz, es la crisis de un modelo. No sólo de un modelo económico dominado por un capitalismo financiero especulativo que hizo de la economía una ficción, enredando al mundo en una virtualidad de valores bursátiles, sino de un modo de vida centrado en buscar sentido en un consumo sin sentido. Dependiendo de un trabajo, cualquiera, para vivir de prestado. Hasta que calla la música y aparece el vértigo del vacío interior. En esa soledad hija de la competitividad. Y cuando lo cotidiano se cae se buscan culpables. Porque nuestra cultura está hecha de culpabilidad. De los otros. Y los más otros de los demás son los que se detectan como distintos. Esos que buscaron trabajo y refugio en países europeos incapaces de hacer niños y remilgados de la faena dura. El chivo expiatorio es la más antigua lámina en el archivo de lo atroz. Puestos a desollarlo, empecemos por sus cómplices, los que abren las puertas a los que no son verdaderos noruegos o finlandeses o daneses u holandeses o catalanes de pura sangre…
Seguid leyendo porque, si cabe, lo mejor es el final… http://bit.ly/pbneXq
Pontiaco
/ 29 agosto 2011El verano se esta acabando…… y los políticos no saben lo que les espera……
Miguel
/ 30 agosto 2011Excelente artículo.
El 15M fue el despertar de nuestras aletargadas conciencias. Es un espontáneo vendaval de ilusión y esperanza. Un desafío histórico y una experiencia que nadie nos podrá arrebatar jamás. La ruptura de la soledad nos hizo vencer el miedo. Nos hizo + dignos.
Saludos indignados!!!
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José María
/ 30 agosto 2011Además del placer de leer a Castells, reconforta ese aire de esperanza que deja en mitad de esta hecatombe. ¿Seremos capaces los ciudadanos de hacer llegar a los políticos la idea de que son completamente prescindibles? ¿Qué pasaría si el 20N la opción vencedora fuera la indiferencia hacia un modelo que nos da la espalda?
julio
/ 31 agosto 2011Algo está claro: la solución no puede venir de los políticos, porque ellos son el problema.
Y hasta que no nos libremos de esta manada de forajidos, la cosa va a estar bastante chunga. Pero se puede, claro que se puede.