El periodismo ha cambiado mucho en los últimos años. Con un encomiable espíritu de utilidad social, nos informan –por ejemplo- de todas las inclemencias del tiempo. Y de una forma vibrante, con el reportero “in situ”. En televisión, llamamos “entradilla” al relato del periodista, en imagen, desde el lugar de los hechos. A veces, bien es cierto, lo que cuenta es sólo la cara del informador con “lo que sea” detrás, como se ve en inefables “entradillas” que me vienen a la memoria. Pero, en el caso de los fenómenos meteorológicos, la tónica general es que alguien, micrófono en mano, acuda realmente al lugar donde llueve, hace frío o hace calor, y nos lo cuente. Sin descanso. Esto me hace sospechar que en las actuales facultades de periodismo, han habilitado un aula, con simuladores virtuales, para preparar a los periodistas en este apasionante cometido.
Imprescindible, imagino, aprender el uso del paraguas, que no tape la cara ni le haga sombra. En posición estática y con viento. Presupongo que existirán en la clase ventiladores de distintas velocidades para la ocasión.
Ante la eventualidad de huracanes, entiendo que las mejores facultades se habrán hecho con potentes turbinas de aviones en desecho por ejemplo. Algún profesor de yoga acudirá a dar lecciones sobre la verticalidad. E, incluso, un contorsionista, si se quiere acentuar la venta del peligro.
Indispensable –y dudo que no lo hayan previsto-, una cámara frigorífica para acostumbrar al estudiante a las entradillas en nieve. 2 minutos el primer día, que irán aumentado paulatinamente hasta llegar a la hora o algo más –y no cuento el tiempo del viaje- que se precisa para llegar a lo alto de algún monte, instalar el equipo, esperar la conexión, hablar 20 segundos, 30 quizás, en plano que ocupa al menos un tercio de la pantalla, cuando no la mitad. Tras el cual, el espectador vibrará al ver asomar algunos copos blancos (lluvia, en el caso de los temporales de idem, o un termómetro para el calor). Esenciales, en la lección sobre el frío, un alpinista y un logopeda, para mostrar como se desentumece el rostro y se articulan palabras a varios grados bajo cero.
El trabajo, realmente, lo harán los reporteros gráficos, tomando imágenes de lo que está ocurriendo y sus efectos, pero el periodista presencial es ineludible en el nuevo rumbo de la profesión. Antes, acudíamos a ver cómo se abría el Muro de Berlín sin ir más lejos. O cómo surgían la vida y la muerte. Aún hay quien sigue en ese empeño. Con gran riesgo. Pero cada vez menos. No sería desdeñable tampoco tener muchos más periodistas «in situ» buscando claves y respuestas, al hacer preguntas incisivas a todos aquellos que nos destrozan la vida -que sucede al margen de las inclemencias del tiempo-. Pero, ahora lo vital es tener un informador, ocupando la pantalla, durante escasos segundos, allí donde llueve o hace calor. Incluso donde la naturaleza se desata realmente, no siempre para tomar en las manos la tragedia humana.
Estoy convencida de que, de no existir, ese aula de información meteorológica es necesaria. A este reportero azteca, le hubiera venido bien saber, por ejemplo, dónde está la cámara que le inmortaliza y dónde pone los pies.






juan sebastian baena cock
/ 17 junio 2010… estoy totalmente de acuerdo… por un lado el CROMA KEY es un ahorro de costes e incluso de riesgos… del otro lado le ha quitado al periodismo el transmitir esa dosis de aventura y emocion…
rosa maría artal
/ 17 junio 2010Ah pero ¿se permite la emoción en el nuevo periodismo? Si no hubieran sido confidencias, te contaría de qué forma atroz se cercena cualquier asomo de sentimiento del periodista, y ante hechos que los justifican absolutamente.
Carmen
/ 17 junio 2010Las antinoticias del tiempo abundan por cuestión de audiencia. Los directos en general se han desvirtuado tanto, que cada vez más se produce sucedáneo de información con esa finalidad. Aunque es peor cuando el periodista se mete tanto en ese papel, que se convierte en actor, guionista y director de una ficción que no tiene nada que ver con la información. De esa cada vez queda menos.
Enrique Meneses
/ 17 junio 2010En 1964 establecí en A TODA PLANA, que el reportero apareciese una sola vez en pantalla diciendo:»Desde (lugar) para A TODA PLANA, fulano de tal». En el Sahara Español, Fernando Gayo decidió hacer esa única presentación subido en un camello. Identificó lugar, programa y, cuando iba a dar su nombre y apellido, el camello se arrodilló en el sentido que no se esperan los inexpertos y Gayo salió volando por encima de la cabeza del animal. Afortunadamente hizo posteriormente una toma menos pintoresca junto al camello pero se llevó un buen susto cuando en moviola vió la versión «cómica» y le dije que no teníamos otra. Creo que aprendió la lección.
Junma
/ 17 junio 2010Desde siempre cuando no se sabe que decir o no se tiene nada que decir se habla del tiempo. Es el rompe silencios universal. Que nos importa que todo va mal si este verano sera mas seco y caluroso y el mundial ya ha empezado.
Víctor
/ 17 junio 2010Para mi es sorprendente este modelo de información televisiva pues siempre he oído el valor de aprovechar el escaso tiempo de emisión. Un modelo en que consiste en desplegar a multitud de reporteros en diferentes focos de una misma noticia sin que ninguno aporte mucho más de lo que dice el presentador del estudio. Como ejemplo reciente tengo el seguimiento de la paralización de los aviones como consecuencia del volcán islandés. Reporteros y más reporteros ocupando minutos y minutos en diferentes aeropuertos, todos repitiendo lo mismo, sin aportar nada nuevo, las mismas tópicas entrevistas a los pasajeros damnificados, las mismas imágenes triviales de personas acampadas en las terminales, etc…una nadería que solo parecía tener valor por su reiteración. Igual recuerdo el seguimiento del terremoto de Haití. Todo banal, reiterativo, estereotipado. ¿Por cierto que ha sido de Haití? ¿Existirá todavía o ha desaparecido como tendría uno que pensar si sigue los informativos de televisión?
Juan Antonio Tirado
/ 18 junio 2010Bueno, y eso por no hablar de los presentadores de los programas del tiempo. Qué regusto, cuánto mirarse y gustarse, qué deleite de posturas. Caramba, sólo falta que los guionistas escriban buenas historias para ellos, porque estos chicos y chicas (bastantes) lo que quieren es ser artistas. Y ya en el puro hablar de las entradillas, en TVE ha habido un tiempo en que algún jefe dio la indicación de que era bueno que los periodistas se movieran de un sitio para otro mientras soltaban sus frases, con esa cara boba que se le queda al que anda con mucho aspaviento sin tener que ir a ningún sitio.
sin bandos si conrtina de humo
/ 18 junio 2010Y, por otra parte, en la actualidad de lo que nos esta pasando…..
Mientras a los jubilados les han congelado la pensión la nueva cortina de humo del gobierno se va extendiendo. Te pongo una versión no oficial, posiblemente no salga en la tv, la otra sí.
Es una versión del vídeo de los actores sobre las víctimas del franquismo y de los republicanos (tuvieron nuestros padres o abuelos un millón de muertos, hace 70años).
JUNTOS PODEMOS lograr que esta versión llegue más lejos que la del odio. José Luis R Zapatero menos cortinas de humo (HOY tenemos casi 5 millones )
QUITA EL SONIDO Y LEE ahora sí, ahora ya no hay bandos ya no hay sentimiento de odio .
Pásalo por la paz. HOY NO HAY GUERRA YA NO HAY BANDOS.
Por favor, disolver la cortina de humo, darle difusión en los blog, en tus emails etc. Gracias
RBlanco
/ 20 junio 2010A veces da vergüenza ajena, leer -saliéndose del tema, o no- lo que es manipulación. Por muchas cortinas de humo o manipulaciones, no se pueden cerrar los ojos, ni enmudecer la Historia.
Un abrazo
Rita
susoman
/ 21 junio 2010El subgénero del reportero enviado al centro del huracán, porque si no sale volando parece nos nos creemos que hay tal huracán, nos hace mucha gracia en casa. Pronto tendremos al reportero arrojado en directo a una erupción volcánica, a un tsunami, dentro del acelerador de partículas…
Por cierto, en Family Guy se ríen también de estilo de periodismo con la pobre Tricia Takanawa, siempre enviada a cubrir los mayores marrones.
Pero siempre de trata de información sobre puros fenómenos, lo obvio, lo banal, algo que podríamos ver nosotros mismos sin necesidad de reportero. Cuando se trata de escarbar debajo de lo visible, de analizar, de contarnos historias que hay que construir reuniendo las piezas… eso ya lo saben hacer muchos menos.