Por la gloria efímera, pero felicidad al fin. Por la esperanza. Por los paraísos soñados… si se les echa una mano tomando billete. Por compartir. Por los paréntesis que se convierten en eternos… mientras duran (aunque ayudan a tomar fuerzas). Por el placer. Por la belleza. Por el amor. Por detenerse a mirar. Por la fantasía. Por la realidad. Por los proyectos comunes. Por la buena gente. Por la España que hoy es feliz y tiene que luchar para seguirlo siendo en lo que realmente le afecta.
Y en la mañana, tomo prestado un párrafo del magnífico artículo -que suscribo plenamente- de Javier Pérez de Albéniz, El Descodificador:
«Me trajo a la cabeza una frase del legendario periodista Jacob Riis…
“Mira cómo golpea la roca el picapedrero, tal vez un centenar de veces, sin lograr hacerle mella. Pero al centésimo primer golpe la parte en dos, y yo sé que no lo logró el último martillazo, sino todos los anteriores”