El País me publica hoy una Tribuna con este título. Entresaco algunos párrafos:
“Una conciencia laxa ante la corrupción, la creencia frente a la ciencia y un atraso educativo secular: tres pies para una mesa que cojea por su erróneo diseño. Alcaldes de todos los partidos son acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. ¿Concedemos los españoles mayor permisividad que otros pueblos a la trampa, el robo, la malversación, el cohecho y todas sus variantes delictivas?
Sin duda, somos hijos de la picaresca, un género literario asociado a las letras españolas que nos ha impregnado el alma. O viceversa.”
“El desmesurado peso de la Iglesia católica en el Estado español a lo largo de toda su existencia no es ajeno a la aceptación tácita de la corrupción. Influencia clara, cuando aún intenta impedir en España lo que acepta en otros lugares, como el estudio de Educación para la Ciudadanía o una ley del aborto europea. Partimos de dos premisas fundamentales que constituyen la razón de ser la religión: creencia frente a ciencia y juicio, y limpieza del pecado con una penitencia cómoda y solitaria. Los vecinos que vitorean alcaldes presuntamente corruptos no “creen” que lo sean, de nada les sirven las pruebas, les posee la fe. Muchos políticos también participan de esa actitud. Y sobre todo, demuestran pensar que la contrición privada exime de culpa, al margen de la justicia.”
Viator
/ 17 marzo 2009He leído el artículo en El País. Sólo un comentario contra la desesperanza: el aspecto físico de una persona (¿recuerdas, Rosa?) no tiene por qué ser un condicionante para expresar ideas. De ser así, los miles de caras y cuerpos bonitos que pululan por los papeles cuché, sería los más capacitados para explicar lo que en él, u otros tan interesates, vienes diciendo desde hace meses. La inteligencia no sólo debe estar en quien se expresa, sino en quien tiene la posibilidad de darles difusión.