Los salvadores de la moral andan muy preocupados por cómo se trivializa el sexo. En España y allí donde haya redentores vocacionales, es decir, en buena parte del mundo. “¡Follan como animales! no lo podemos tolerar».
35.000 niños irlandeses fueron violados, sodomizados, torturados con sadismo, privados de alimentos e higiene, por la Iglesia católica durante 60 años. Casi una década han durado las investigaciones surgidas a raíz de centenares de denuncias. La jerarquía eclesiástica accedió a colaborar en el esclarecimiento del caso a cambio de que no hubiera nombres. Pedimos perdón pero nos garantizamos la inmunidad. No follaban como animales, sino como refinados humanos.
No es un caso único, Europa, EEUU y América Latina han arrojado numerosos ejemplos de los atropellos de curas católicos a niños, muchas veces bajo su cuidado en orfanatos. De África no se ha contado, quizás porque apenas nada se investiga en el continente explotado. El celibato impuesto como raíz del problema. La necesidad biológica, hormonal, del sexo. Renunciaron a la relación sexual mediante un compromiso voluntario. Pero, para desfogarse, no buscan acuerdo entre iguales, sino imposición, violencia, vejación, abuso, suplicio de inferiores desvalidos que intenta castigar en otros los propios instintos tubadores, mal planteados. Sexo sucio. Lascivo, sádico. Sexo humano reprimido.
En África también follan como animales, dicen estos mismos puritanos. Pero allí el hombre toma y decide. Algunas llamadas culturas operan el clítoris de la mujer para que no sienta placer y se manche de impureza, a ella no le está permitido. Organizaciones no gubernamentales, e incluso esforzados misioneros, estaban logrando ciertos avances para convencer a los varones africanos de que usaran preservativo. Les libraban del endémico SIDA y de arrojar al mundo más muertos de hambre a través de mujeres continuamente embarazadas. El Pontífice que perdona los abusos pederastas de los miembros de su iglesia, incapaz de entender –como todos sus predecesores- que la represión del sexo conduce a desviaciones, que la doble moral daña a inocentes, se desplazó a África a decirles que no usaran condón. Quienes trabajan allí a pie de problema quedaron desolados.
Sexo animal. Natural. Sin estigmas. En la pradera, en el mar, bajo el sol y la luna, sin tapujos, ni disimulos. Sin violar, sodomizar, torturar, ensañar, exprimir, explotar, doblegar a los débiles. Deberían aprenderlo quienes se obstinan en imponer el cercenamiento de las libertades. A lo largo del ancho mundo, el ojo enfermo ve pecado en el cabello de la mujer y lo tapa o lo tapia, en los pies, o en el busto femenino. Ejercicio de poder en lugares donde el subdesarrollo divide y jerarquiza, tabú patológico en gran parte del mundo. La iglesia católica y muchos de sus seguidores, la sociedad convencional, también tienen un serio problema con el sexo. Pero la suciedad está en su propia mirada, en su corazón, en su mente lastrada por siglos de educación represora, destinada a dominarles.
Sexo humano como necesidad animal, enriquecida por el erotismo, el amor, el placer, el respeto, la información y el consentimiento entre iguales.
(Ver también: https://rosamariaartal.wordpress.com/2009/08/24/aberraciones-sexuales-y-algo-mas/ )