Dominio público en Público. En él hablo de la democracia enferma, igual que suelo hacer en este blog. El mundo, España como parte del mundo y con sus errores propios, y el primer escenario para actuar. Entresaco para el blog el párrafo donde señalo otros síntomas de que esto no funciona como debiera:
«Cayó ya el manto de la impunidad sobre la última masacre de Israel sobre los palestinos. Un muro de 2.500 km sembrados de minas se yergue -olvidado- en el Sáhara, a la espera de un referéndum que nunca se celebra. Se aplastó la revolución dorada -de monjes indefensos y hartos- en el Tíbet. Completamente. Hasta el silencio 30.000 muertos sepultados por un terremoto y -sobre todo- la tiranía, en Myanmar. Totalmente. Hasta la indiferencia. Aunque el mundo dolorido derriba sus barreras en avalancha: lo malo nos toca a todos. Más asesinatos de locura terrorista, cavernaria. Aquí y allá. Se incrementan los precios de los alimentos y la gasolina; luego los especuladores los bajan sin dar explicaciones. Estalla una guerra al norte de la civilizada Europa. Por gas, por petróleo, por hegemonía. Se solidifican y congelan los hielos de la guerra fría. Un dirigente político legisla en su provecho, introduciendo el fantasma del fascismo desde sus pies de bota. Siguen llegando pateras. Sigue matando el hambre. Siguen diezmando poblaciones las guerras y las enfermedades. Unos pocos se lucran con el mal ajeno. Joyas y materiales preciosos -coltan, uranio- causan codicia y muerte en África. En Zimbabue, el cólera sin medicinas mata a cientos de personas. Su dictador, Robert Mugabe, fue exonerado de condena por el G-8 tiempo atrás, por ese juego de vetos y prioridades al que suele jugar.
Se reconstruye el Irak invadido, entre escándalos y más impunidad. Ya no hay espacio para tanto banco y tantos fraudes, pero hay que conservar el sistema a cualquier precio. Ya no caben más coches en el mundo, pero se hace preciso mantener las estructuras. Lloran los bolsillos millonarios -porque alguno de los suyos les engañó- mientras repasan sus cuentas sólidas de Suiza. Baja el petróleo, sin cesar. Y todos los indicadores económicos. Y las Bolsas no se animan. Llegan los despidos, los ERE, tan oportunos a los planes económicos, y gimen -con más motivo- los asalariados.
¿Algo más tiene que pasar para que el mundo se inmute?»
jesus
/ 25 marzo 2009«¿Algo más tiene que pasar para que el mundo se inmute?”
Yo diría que es un problema de masa crítica. El mundo es la suma de individuos, y el ciudadano medio tiene ya tanto caparazón que sólo se inmuta cuando las consecuencias del desaguisado le tocan directamente.
Creo que era Reagan quien decía que recesión es cuando tu vecino se queda en paro, y depresión cuando te quedas tú.
Ivan
/ 25 marzo 2009He leido el artículo en Dominio Público. Imposible expresarlo mejor. La oleada de ceguera que azota este mundo nos impide pensar y darnos cuenta de que algo esta mal y que tenemos que empezar a movernos para cambiarlo… desde abajo.
Alfredo Domínguez
/ 26 marzo 2009A veces pienso que tanta información de tanta maldad al día, repetida, sacia la capacidad para reflexionar y por consiguiente para actuar. No se, pero tanta bestialidad creo que no logra hacernos saltar porque tenemos que sacrificar mucho a los que vivimos en el mal llamado mundo occidental.