Necesitamos un millón de Obamas

El mundo vive un inusitado momento de euforia con la llegada de Obama. Anoche estuve en la fiesta que los demócratas españoles dieron para celebrar su llegada y no se puede contemplar algo más cercano a la felicidad. La misma que se veía en los rostros de los presentes en la ceremonia de Washington. Algo parecido sucede en medio mundo -no creo que en Gaza, aunque cabría pensar que también allí se respira un atisbo de esperanza-.
Algunos empiezan a advertir, sin embargo, silencios y medidos excesos. No sin razón. Hay que dar cien días de margen, pero algo se vio en el propio discurso de aceptación. Coincido plenamente con el análisis de Nacho Escolar en su blog. O los demasiados patria y dios que agobian a Javier Pérez de Albeniz, y que, sin embargo, saluda con alborozo la COPE. ¿Cómo desconfiar de alguien que habla de Constitución, patriotismo, y lucha contra el terrorismo… como -dice- en tiempos de Áznar?
Para mí, lo más relevante hoy -en aras del pragmatismo- es pensar con que vehemencia precisa la gente una ilusión. Y, sobre todo, porqué. La política nos ha fallado. Ha hecho, claramente, dejación de sus derechos a favor del Mercado, y es -sino la causante- la responsable de la crisis que padecemos. Les encomendamos que cuidaran nuestros intereses, y miraron para otro lado.
Hay miles de ejemplos. En mi último libro, «España, ombligo del mundo», recojo las palabras de Jean Ziegler, relator especial de la ONU, en un reportaje imprescindible de Vicente Romero y Mariano Rodrigo para Informe Semanal: «8 empresas controlan el 80% de los alimentos en el mundo. Es muy fácil lograr un acuerdo entre ellas sobre los precios». Esas empresas no estuvieron presentes -ni en las palabras- en la cumbre de la FAO, que se celebró en aquellos días en los -sin saber porqué- los productos esenciales subieron hasta resultar prohibitivos. Fue flagrante que los gobiernos callaran y ni mentaran este dato que conocen, ni le pusieran remedio. Así ha sido todo. La batalla la ganó el liberalismo. Y aún lo sigue naciendo. Ni una sola estructura ha cambiado ni cambiará de momento, con Obama y sin Obama.
Necesitamos de tal manera que algo sea diferente a como es -hoy también, a pesar de todo-, que nos aferramos al histórico relevo en la Presidencia de los EEUU que no deja de ser la Presidencia… de EEUU.
Pero nuestros políticos deberían aprender la lección. Queremos dirigentes -y opositores- cercanos, que no se peleen, que vivan en el Siglo XXI tecnológico, que nos hagan creer -si quiera por unos días- que algo va a cambiar. Necesitamos un millón de Obamas.

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1 comentario

  1. Avatar de adhoc

    adhoc

     /  22 enero 2009

    Será tibieza, será un espejismo, será que no es lo que algunos queremos que sea. Será… Pero ese negro subido allí arriba en Washington consiguió emocionarme. Un discurso con lugares comunes, con intenciones cortas, unas palabras tantas veces oídas, una utopía inalcanzable. Todo eso que en boca de tantos sonó a la nada, dicho por este negro, que parece que se lo cree, consiguió esperanzarme. Estoy contigo, Rosa, ahora hace falta que un millón de Obamas le dejen ser Obama.