G20, o refunda o se funde

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Hace más de diez años que circundan las cumbres del G8 asegurando que «otro mundo es posible» y avisando de lo que habría de venir. Los medios informativos les califican de antisistema, anarquistas, violentos. Pero, hoy, han inundado por miles las calles de Londres. Cuatro manifestaciones que representan a los cuatro jinetes del Apocalipsis actual: los horrores de las guerras, los destrozos del cambio climático, los delitos financieros, y el paro y el hambre. En su punto de mira, los bancos a quienes llaman «estómago de la bestia». Y los líderes reunidos -ahora G20: el arbitrario G8, con los países emergentes, la UE y España- a los que piden soluciones, sin creer que las logren. ¿Antisistema? ¿Quién cree aún en el sistema? Probablemente sólo los pocos que se benefician de él. Un hombre ha muerto, al parecer por un paro cardiaco, durante los disturbios. Hay numerosos detenidos por entrar en el Bank of Scotland -uno de los más beneficiados por el gobierno británico- a protestar. Por fin hay detenidos en los bancos. Ah, que no eran estos los que provocaron la crisis, pero protestaban.

 Estamos ante la mayor crisis económica de la Historia contemporánea probablemente, y los líderes mundiales disponen de 4 horas para solucionarla. Ignacio Escolar se encuentra en Londres y su web es imprescindible para seguir la cumbre sin condicionantes oficialistas y con el criterio de un -excelente- periodista. «Quienes esperen la refundación del capitalismo pueden esperar sentados», dice. Porque el Financial Times ha colocado en su web lo que otros periodistas allí ya conocen también: el borrador del comunicado del G20, y no trae grandes novedades. Por supuesto que cada país defenderá su postura y puede haber modificaciones, pero no es previsible -por las posturas mantenidas- que nos sorprendan con cambios espectaculares.

 En un cúmulo de rivalidades extremas, algunos presidentes quieren competir con el liderazgo tácito del Obama prometido. Sarkozy ha publicado hoy un artículo en varios periódicos -El País en España-. Como el presidente norteamericano, o el español, el francés pide una respuesta coordinada y resultados reales lejos de las habituales conclusiones huecas: «Lo que el mundo espera de nosotros es que aceleremos la reforma del sistema financiero internacional. Lo que el mundo espera de nosotros es que reconstruyamos juntos un capitalismo renovado, mejor reglamentado, más ético y más solidario. Condición previa para una reactivación y un crecimiento sostenibles».

Pero dentro del capitalismo, de ahí nadie se apea. Lo sucedido se ha debido únicamente a sus excesos. A lo que Zapatero llama «abusos inaceptables». Nuestro presidente habla de una «profunda transformación», sin embargo. Según las previsiones, no se producirá. No es lo que dice el borrador del G20. En él, informa Escolar, «se critica el proteccionismo pero no hay una condena contundente ni medidas demasiado concretas contra los paraísos fiscales. También se da más peso al Fondo de Estabilidad Financiera, que será quien se ocupe de regular los peligrosos hedge funds, y hay algunas medidas de reforma para el Banco Mundial y el FMI pero no se aclara las condiciones para los créditos a países en desarrollo. Lo que sí se contempla es un aumento de estos créditos, y también más dinero público para fomentar la liquidez del sistema financiero. ¿Cuánta pasta? Está por decidir».

La web incluye también un análisis de OXFAM, quien cuenta que el comunicado da un papel marginal Naciones Unidas: monitorizar el impacto de la crisis sobre los paises más pobres y vulnerables. Es decir, no se recupera el liderazgo de la única organización mundial en la que están representados todos los países. Si es porque la ONU no funciona -que no-, también habría que «refundarla».

España presenta, no un cambio de sistema que nadie pide, pero sí algunas de las propuestas más progresistas: además de ofrecer el control del sistema financiero español como modelo, crédito más estable, menos impasibilidad ante el escándalo de las retribuciones millonarias a altos cargos de la banca, un compromiso «firme y radical» contra los «paraísos fiscales» o el establecimiento del «principio de transparencia universal del sistema financiero».

Obama y Brown mandan -el primero porque es el líder del mundo, el segundo como anfitrión-. Sarkozy, con propuestas muy sensatas, lleva de aliada a la canciller alemana Angela Merkel tratando de oponer a EEUU el eterno eje París-Berlín. Lula acude también aupado en su carisma y sus logros. A la UE ni se la ve ni se la espera, liderada por un presidente checo defenestrado en su propio país y sin grandes entusiasmos por Europa.

Juego de rivalidades, como digo, con el mundo en un parchís, o en aquella escalera en la que los errores se pagaban con un descenso en los peldaños, incluso con el castigo de volver a iniciar la subida… las fichas, en todo caso, siempre somos nosotros. Braman en la calle miles de descontentos: éste no es el camino. Desde aquí les apoyo, a riesgo de ser considerada por los ágiles periodistas de los que disponemos, anarquista y violenta -«antisistema» sí soy ¿tú no?-. Quizás apoyo a unos y otros, a ver si ¡por fin! los políticos logran quedarse en mangas de camisa, sudar, y durante esas cuatro mínimas horas  luchar por nuestros intereses. Empiezan a quedarles pocas oportunidades.

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